Capítulo 36.

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Cuando desperté tenía una máscara de oxígeno en la boca. Para limpiar mis pulmones, me explicaron los paramédicos. Desinfectaron las cortaduras ocasionas por los vidrios rotos y también me dieron unas pastillas para el dolor del cuerpo.

Afortunadamente nadie más salió herido. Bueno, así de mala era mi suerte. Y pensar que esa misma mañana había pensado que sería mejor si la escuela se incendiase. Sí, bueno, bien dicen que cuidado con lo que deseas.

Harry se quedó a mi lado todo el tiempo mientras recuperaba mi aliento. Lo único que me consolaba de no entrar en crisis ahí mismo, era que, al menos, se retrasarían los exámenes un poco más.

Le comenté a Harry a quién había visto y no le sorprendió para nada. De hecho lo esperaba. Había estado recibiendo mensajes anónimos últimamente. Tal como yo, quise decir, pero por alguna razón me lo guardé.

Decidimos que me quedaría en casa de Harry por el momento, para estar más seguros. O bueno, al menos yo.
Harry dijo que Alice se fue a casa, no sin antes verme medio moribunda tras mi fabulosa huida del salón de clases humeante. Así que él me llevó a su casa a recoger mis cosas. Alice parecía algo triste, pero sus ojos estaban despiertos.

─Supongo que era de esperarse que tarde o temprano fueras a vivirte con él. ─dijo ella entregándome mi mochila. Le sonreí tristemente.
─No es como si fuera a quedarme por el resto de mi vida con él, ¿sabes?
─Bueno, están a un paso de ello.
─Alice, todo el mundo sabe que los novios de secundaria nunca son para siempre ─aclaré con una mueca. Me di cuenta que estaba siendo algo cruel. ¿Y si Harry pensaba que estaríamos juntos por siempre? No, un hombre nunca pensaría en esas cosas. Son hombres. No supe si eso debía hacerme sentir reconfortada o desilusionada. Alice fingió una sonrisa.
─Nunca digas nunca.

Decidí que no quería pensar en eso por ahora. Le di las gracias por la estancia y me monté en el auto de Harry en dirección a aquella casa ahora conocida.

─¿Por qué crees que habrá hecho eso? ─pregunté mientras veía gotas de lluvia comenzando a caer del cielo, golpeando contra las ventanas del auto en movimiento. Harry mantuvo su vista fija en la calle ante él.
─Realmente no lo sé. Supongo que será una clase de advertencia. ─hizo una mueca mientras pulsaba algo para hacer los limpia-parabrisas moverse. Subí mis piernas al asiento y las abracé, sintiéndome helada de repente.
─¿Pero por qué ser tan obvios? ¿Por qué de la nada y sobre todo a la luz del día? ¿No crees que sea algo riesgoso? Podrían haberlos atrapado fácilmente.
─Y sin embargo no los atraparon... ─analizó él con el ceño fruncido.

Pensé que llegamos a la misma conclusión: aquí había gato encerrado.

─¿Crees que pudo haber sido alguien de la escuela? ─preguntó Harry de repente. Jamás consideré esa posibilidad.
─No lo sé. ¿Sospechas de alguien? ─pregunté mientras él estacionaba delante de su casa. La lluvia pronto sería más fuerte. Se desabrochó el cinturón, girando en su asiento para mirarme de frente. Su mirada era profunda.
─Creo que sí, pero quiero estar completamente seguro antes de decirlo en voz alta. ─dijo con vehemencia. Supuse que no quería que jodiera haciendo más preguntas y dándole vuelta a ese asunto.
Quería decirle que a mí se me ocurría alguien con una inicial 'O' y terminación 'livia', pero tal vez estuviese viéndolo del ángulo equivocado. No lo sabría hoy, eso era seguro.
─Está bien. ─dije. Aunque en realidad no se me hacía justo.

Bajamos del auto corriendo para evitar mojarnos demasiado. Harry trajo dos toallas para que nos secáramos. No había señales de Zack ni de Lucian.
─¿Y los chicos? ─pregunté mientras me secaba el cabello, dirigiéndome a la sala de estar con Harry caminando frente a mí.
─Seguramente intentando hacer que la policía no nos enlace a nosotros con éste asunto.

Se me tensaron todos los músculos. Cierto, la policía.

Harry me miró desde el sofá, no me había dado cuenta que me había quedado paralizada en medio de la sala como una tonta. Él rió.
─No te preocupes, nena, todo va a estar bien.

"Nena."

Me relajé un poco ante sus palabras. Sin embargo, me sentía como un gato con la espalda arqueada, los pelos de punta y la cola en alto: alerta. Ya no sabía qué esperar.

Me dirigí al sofá, Harry me recibió en sus brazos, acostándose en el sofá conmigo sobre él, mi cabeza descansaba contra su pecho, escuchando los latidos de su corazón. Se sentía bien. Él comenzó a acariciar mi cabello, con movimientos adormecedores. Sonreí contra su camisa.
─¿Me dirás la razón de que no quieras ir a casa? ─preguntó con voz suave. Era tan arrulladora su voz que me obligué a responderle mientras cerraba los ojos, cansada y medio adormecida.
─Mi madre estaba borracha. Dijo unas cosas muy feas, pero al final ciertas de mí. Tuve suerte de que no me estrellara la botella contra la cabeza. ─las palabras fluyeron con facilidad. Pensé que sentiría una opresión en el pecho al decirlas, pero estaba tan cansada que las palabras salían como un río por mi boca. Harry masajeó mi espalda entonces.
─Lo siento.
─No es tu culpa.
─No, siento que tengas una madre tan tonta. No sé cómo no puede apreciar a semejante tesoro que tiene como hija.

Sonreí, con los ojos cerrados y la cara contra su pecho. Aunque estuviese insultando a mi madre, la sensación de Harry preocupándose por mí y a la vez elogiándome, era la mejor medicina de todas.

─Gracias. ─dije mientras daba un bostezo y me acomodaba entre sus brazos. Sentí la sonrisa de Harry a pesar de no verlo a la cara. Un beso fue depositado en la cima de mi cabeza.
─Descansa, Ellie. Han sido unos días duros para todos.

Sentía que lo único que hacía últimamente era dormir, pero sin duda dormir entre los brazos de Harry sería la mejor forma de dormir de todas.

"Te quiero." Pensé antes de caer en un sueño profundo, tranquilo, sin dolor.

No sabía si había dicho las palabras en voz alta o las había pensado, pero me pareció escuchar a Harry diciendo un "Yo también" antes de desaparecer del todo, con el sonido de la lluvia como canción de cuna.

Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora