Capítulo 22.

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Al salir, todo el pasillo está solitario, parece que ni siquiera hubiese nadie en la escuela. Pero en cuanto comienzo a dar unos pasos, el timbre suena, y para mi sorpresa todos los alumnos se dirigen a la cafetería.

¿Tanto tiempo habré estado llorando en la habitación de Joe?

Suspiro y emprendo mi marcha a la cafetería mientras me sumerjo en mis pensamientos.

Tal vez lo mejor sería estar alejada de Harry, después de todo es un criminal, él podría morir en cualquier momento y yo con él... Por otro lado, sé que jamás estaría más segura que en sus brazos, y eso me hace querer vomitar. ¿Cómo alguien puede protegerte y a la vez hacerte daño?

¿Por qué me había besado en primer lugar si me alejaría de todos modos? Tal vez solo quisiera un poco de sexo. Pero tras ese último pensamiento, me siento enferma. ¿Acaso todos los hombres en mi vida llegarían así? ¿En busca de sexo y diversión sin importar mis sentimientos? ¿Pues saben qué? ¡Que les den!

Mientras emprendía mi marcha a la cafetería, observé a Alice con Alex, platicando en una mesa de la cafetería. Iba a acercarme a ellos cuando una figura sobresale su cabeza de entre una mesa. Es Harry.

Me quedo quieta en mi lugar y no sé si echarme a reír o a llorar, o simplemente salir corriendo. Así que me decido por la última, y emprendo carrera hacia los baños de damas. Pero en cuanto entro a aquel lugar donde las mujeres van a hacer sus necesidades y de vez en cuando esconderse (como en mi caso), me llevo un susto de muerte en cuanto choco frente a frente con Olivia. Mierda.

─¡Mira por donde caminas, idiota! ─me grita frunciendo el ceño y dándome un bofetón que me hace girar la cara. "Oh no debiste."
─No. Tú mira por donde caminas ─mis dientes apretados apenas hacen perceptibles mis palabras y ella vuelve a darme un bofetón ante mis palabras. Esta perra...
─No te atrevas a hablarme así.
─¿O qué? ─la reto, y en ese momento es cuando pienso que me he metido con la persona equivocada.

Ella me jala del cabello, golpeándome contra el lavabo. Dejo salir un grito de dolor y veo negro por los bordes de mis ojos. Siento otro golpe, ahora en mis costillas y sé que me ha golpeado con sus tacones. Me sentí caer al suelo y estremecerme de dolor. Su figura alzándose impotente sobre la mía y la miro doble.
─O eso. ─me dice con una sonrisa socarrona saliendo de los baños, y yo no puedo hacer más que quedarme ahí acostada sobre el frío suelo, esperando a que el dolor disminuya un poco.

─*─

─Señorita Jordan. ─escuché la voz del profesor Tyler detrás de mí e inmediatamente me detuve en mi lugar, cerrando los ojos antes de girarme, maldiciendo internamente.
─¿Sí? ─pregunté en un hilo de voz, y entonces él me miró, y su rostro reflejó genuina preocupación.
─Santo cielo, ¿qué te ha pasado en el rostro, Ellie? ─preguntó él acercándose a mí, verificando mi rostro y tocando alrededor de las heridas con sumo cuidado, reprimí los gemidos de dolor que amenazaban con salir de mi boca y me limité a responder con un:
─Me caí.
─¿Qué? ─preguntó incrédulo y negando con la cabeza, pero entonces algo pareció abofetearlo, como cuando vas a algo y has olvidado a qué y de la nada vuelve a ti ─. Bueno, ¿por qué se ha pasado mi clase esta mañana?
─Eh ─me quedé sin habla. ¿Qué demonios? Debí de haber pensado en esto antes. Cerré los ojos intentando no parecer que me habían atrapado como adolescente rebelde, y agaché la cabeza en sumisión─. Lo siento.
─Por desgracia un "lo siento" no basta para justificarse, así que tenga.
─¿Qué es esto? ─tomo el pedazo de papel que me entrega el profesor y lo miro con el ceño fruncido, él parece estar algo nervioso, y no entiendo el por qué, así que simplemente responde mecánicamente, como un robot.
─Un pase para la sala de detención, espero esto no vuelva a ser necesario. Buen día señorita Jordan.

Y se aleja en dirección a un salón a dar su siguiente clase, supongo. Miro el papelito en mi mano una vez más y simplemente no puedo creerlo. ¿Por qué estas cosas me pasan a mí? Quiero decir, otra persona cualquier se hubiera saltado biología y todo en orden. Pero Noelle Jordan se saltaba una clase e iba a detención por romper las reglas. Jodida vida.

Me dirigí a paso lento en dirección a la puerta de detención que recordaba haber visto en el croquis la primera vez que llegué a este maldito lugar. Jamás pensé que fuera necesario llegar a esa puerta pero, como siempre, la suerte nunca ha sido mi especial aliada.

Toco un par de veces hasta que escucho un "entra" desde el interior y abro la puerta con inseguridad. Me encuentro en un salón común y corriente a excepción de que ahora veo unos rostros que jamás había notado antes, y una señora con lentes detrás de un escritorio cerca del pizarrón me mira desde detrás de sus rectangulares lentes. Me acerco a ella con la nota en mano y ella me la arrebata con aires de superioridad y fastidio. Inmediatamente me cae mal, vieja maldita.

─Siéntate y finge que no existes, ¿ok? ─me dice la vieja volviendo a su trabajo de firmar papeles en su escritorio y me encojo de hombros dirigiéndome al fondo del salón, lejos de los góticos que me miran raro y las típicas miradas socarronas de los matones.

Dejo mi mochila a un lado del pupitre y saco mi celular que me había dignado a llevar finalmente al colegio. Escogí un buen día para traerlo, así no me vería muerta del aburrimiento.

Al instante que tomé el celular, un mensaje parpadeo en la pantalla y lo abrí rápidamente.

"¿Detención?" decía el mensaje simplemente, y en cuanto revisé el remitente, había un nombre: Harry. ¿En qué momento habría guardado su teléfono y habría conseguido el mío? No lo sabía y tampoco le iba a preguntar. ¿Por qué me mandaba un mensaje?, ¿no entendía la indirecta de que no quería verlo después de estarlo ignorando? ¿Con qué descaro intenta hablarme como si nada?

Siento mi dedo meñique temblar, pero entonces me enderezo sin responder el mensaje y me digo que basta de llantos por hoy. Pero entonces el teléfono vuelve a parpadear y un mensaje nuevo de él aparece.

"Tomaré eso como un sí."

Y casi al minuto siguiente, veo a alguien abrir la puerta y dirigir su mirada hacia los asientos en la habitación. Sus ojos jade encuentran su camino a los míos y sé que esta vez no podré huir, no sin tener más problemas.

Él entra, no sin antes darle la nota a la profesora detrás de su escritorio, y con paso decidido se acerca a mí. Mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho, y mi mano quemando con ganas de abofetear su rostro. Y en cuanto se detiene frente a mí, jalando su pupitre cerca del mío, no puedo controlarlo más y lanzo mi mano a su sonrosada mejilla. 

Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora