~18~

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Estaba dentro de un túnel. No sabía de quien me escondía ni por que, pero tenía miedo, mucho miedo.

Escuché ruidos a mi alrededor, rodeandome por el eco del túnel y haciéndolo más tenebroso. Miré a mi derecha al ver una silueta atravesar el pequeño foco de luz del extremo del tunel.

Un hacha estaba en el suelo. Su sonido al caer sonó por todo el túnel. Supliqué internamente para que de quién estuviese huyendo no lo oyera...

La silueta llegó hasta mí, atravesando lentamente todo el túnel, causandome tensión y pánico. Intenté reconocerla pero no fui capaz.

Estaba estática, sin hacer nada, esperando a que la silueta de aquella persona decidiese que hacer conmigo.

Escuché el ruido de una bocina, algo parecido a un tren se estaba acercando. Para cuando me giré la silueta corrió lejos de mí y supe porque. El tren estaba a dos segundos de aplastarme...y desperté.

Mi pecho subía y bajaba sin contener mi inquietud, comprobando que aún respiraba y seguía viva.

Me levanté de la cama. Necesitaba respirar. Y quizás un poco de agua fresca.

Caminé hacia la cocina vagamente y cuando estaba a punto de encender la luz mientras me frotaba el ojo por el cansancio recordé que no estaba sola.

Miré a mi izquierda y allí seguía él. Tumbado en el sofá y durmiendo plácidamente.

Su pecho blanquecino subía y bajaba junto con sus cicatrices. Su rostro estaba plácido sobre la almohada con un mechón pelirrojo que caía sobre su frente.

Por primera vez estaba relajado y no sonreía, solo reposaba.

Admiré su rostro y torso, que brillaban bajo la luz de la luna que entraba por la ventana. Tuve que pararme a mi misma, no podía quedarme así toda la noche, por desgracia.

Terminé mi trayecto hacia la cocina con el máximo silencio posible y abrí la nevera a la vez que cogía un vaso de agua.

Bebí hasta calmar mi sed. Miraba al infinito a la vez que me bebía el vaso de agua. La oscuridad de la cocina no me permitía apreciar mucho más allá de la isla central excepto el teléfono fijo que parpadeaba.

Me acerqué a él para ver quien había precisado mi presencia estos últimos días.

En él apenas quedaban pocas llamadas perdidas de Finn y alguna de mi tía Samantha.

Eliminé todos los regristros del teléfono para que dejase de parpadear y me quedé mirando hacia él un buen rato.

Podía hacerlo perfectamente. Podría haber llamado a Finn o a Jim y decirles que Jerome estaba aquí. Seguramente me darían oficialmente una placa de honor en la policía de Gotham. Encerrarían a Jerome de nuevo y no tendría por qué verle. Me harían un reportaje en la prensa y saldría en toda clase de noticias. Seguro que Sam y Wade estarían orgullosos por mi valentía. Por haber fingido cariño hacia Jerome y haberlo acorralado en mi casa para la policía. Viviría como una heroína de Gotham y sin Jerome.

Pero ahí estaba el error. No quería vivir sin Jerome. Además, no hay héroes en Gotham.

Oí unos pasos a mi espalda y apreté el teléfono contra mi pecho.

Mi cuerpo tembló de arriba a abajo pensando en Jerome y en como se pondría si supiese que pensaba en traicionarlo.

Obviamente no lo haría. Ni por una cantidad muy grande de dinero. Pero él podía pensar algo diferente.

Se paró a un par de metros de mí. Su respiración era tranquila aunque fuerte y constante.

No hacía nada. Quizás esperase a que yo me girase para saludarle pero no quería tener que dar yo el primer pasó.

-¿Qué escondes ahí pequeña?-. Dijo con un tono bastante juguetón que, si no fuese un momento como éste de cierta tensión, me habría gustado.

Escuché como de nuevo daba un par de pasos y se colocaba a pocos centímetros de mi espalda.

Mis nervios se multiplicaron por mil.

Apreté todavía más el teléfono a mi estómago, intentando evitar que él lo viese o se diese cuenta de que lo tenía.

No moví mi cabeza. No quería moverme, como cuando eres pequeño y crees que hay un monstruo por lo que te escondes debajo de las sabanas y te quedas estático. Yo estaba igual.

Pero Jerome no era un monstruo, y nunca lo sería.

-Dámelo-. Dijo firme y noté su mano estirandose al lado de mi cuerpo. Su voz había sido autoritaria pero relajada, cambiando completamente sobre lo que había dicho anteriormente.

Dudé entre dárselo o no. Seguramente él lo tiraría a la basura o lo rompería. Era mi teléfono y quizás lo necesitase, no podía prescindir de él tan facilmente. Quizás me llamasen Gordon o Finn y se preocupasen al no poder hablar conmigo por lo que vendrían a visitarme. Y no queríamos eso.

Su respiración paró un segundo y luego continuó.

-Kelsey-. Dijo mi nombre casi en un susurro.-Dame el teléfono.

Sin girar lara nada mi cuerpo estiré mi mano a la derecha y noté como lo arrancaba bruscamente de mis manos.

Encogí mi brazo de nuevo hacia mi torso y me quedé completamente rígida. Jerome caminó hasta situarse delante mío, mirando serio hacia el teléfono y jugando con él entre sus manos.

Levanté mi vista y le miré a los ojos. A través de la oscuridad aún se apreciaban sus brillantes iris azules y su pelo brillaba con la poca luz exterior. Su torso aún seguía descubierto.

-Confío en ti Kesley-. Dijo él serio y me miró a los ojos. Otra vez, como muchas antes, todo parecía desaparecer a mi alrededor en cuanto él me miraba. Sin poder evitarlo, aún por la situación, bostecé. Apenas había conseguido dormir debido a su presencia y ahora estaba más cansada que nunca. Jerome soltó una risa seca y dejó el teléfono en su sitio, sorprendiéndome.- Necesitas dormir.

Sujetó con delicadeza mi brazo y tiró de mi hasta que tuvo su brazo alrededor de todo mi cuerpo, dirigiendolo por la casa hasta mi habitación.

¿Cómo sabía cual era mi habitación?

Mis párpados se caían involuntariamente y el cansancio se apoderaba de mí.

Jerome me dejó suavemente sobre el colchón y tiró las sábanas sobre mi cuerpo cubriéndome.

Noté su nariz acariciando cada pequeña parte entre mis clavículas. Estaba tan dormida que por primera vez mis hormonas no se revolucionaron al máximo. Bueno, solo un poquito.

Llegó hasta mi mejilla y posó sus labios sobre ésta. Era una sensación muy rara.
No me estaba besando. Pero me estaba besando. Sus labios tocaban mi cara, buscando una caricia, no un beso; buscaban cariño; no pasión.

Se separó de mí y oí como se alejaba poco a poco, a la vez que perdía el conocimiento.


He Is Mad | Jerome Valeska | Cameron MonaghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora