~06~

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-¿Qué te dijo?-. Preguntó Finn sentándose en una de las sillas de la cafetería a mi derecha.

-No estaba-. Dije algo cansada frotando mis ojos. La noche anterior no había dormido ya que había estado revisando los ingresos de Edward, buscando de donde había sacado aquel dinero.-Me dijo que volviese mañana, que Edward tenía turno de tarde.

-¿Qué piensas decirle?-. Dijo Finn pagando de nuevo él los cafés.

-Oye, no puedes pagar tú siempre-. Dije poniendo yo también cinco dólares sobre la mesa.

-Tú ya me pagas con tu compañía-. Reí ante sus palabras y él me miró sonriendo.

-Mi compañía no me llega ni para comprar una servilleta de papel-. Dije y ambos reímos.

-Anda, vámonos, no creo que a tu amiguito el señor Valeska le guste que llegues tarde-. Dijo.

Al recordar a Jerome una sonrisa se plantó en mis labios. Me había prometido decirme todo lo que sabía, al fin conseguiría sus palabras. Y sobretodo, volver a verle.

Me asustaba aquello. Me asustaba querer volver a verle.

En realidad lo que te asusta es quererle.

Pero no podía, no podía querer a un criminal.

Salimos de la cafetería y caminamos hasta el coche de Finn.

Adiós Gotham, hola Arkham.

[...]

-Señorita Brooks-. Nos paró un guardia a Finn y a mí.-Hoy se reunirá con el señor Valeska en la terraza exterior.

Me quedé perpleja ante aquellas palabras. No podía creer que vería a Jerome en persona. Sin cristal, teléfono ni nada. Cara a cara.

-Eso es peligroso-. Dijo Finn poniéndose delante mío y encarando al guardia.

-Su terapeuta ha recomendado que salgan fuera, es el siguiente paso de la terapia.

Finn miró desconfiado al guardia y se apartó de mí, no sin antes agarrar mi mano.

-Ten cuidado-. Dijo y se alejó lentamente de mí.

Seguí al guardia hasta la terraza exterior, donde Jerome estaba sentado con sus manos apoyadas sobre una mesa de madera.

Mis manos comenzaron a sudar. Si casi me desmayaba con un cristal blindado de por medio entre nosotros, ¿que haría con nada más que aire como barrera?

Caminé detrás del guardia, evitando todo contacto visual con él.

Al llegar me senté en el otro extremo de la pequeña mesa. El guardia que me había acompañado se situó a unos metros de la mesa. Miré encima de ésta y vi las manos de Jerome a pocos centímetros de las mías, esposadas a la mesa.

Saqué como siempre mi bloc y mi grabadora, aún sin mirar a Jerome.

-A veces pienso que te gusta escuchar mi voz cuando estás en tu casa-. Dijo mirándome fijamente.

No pude evitar quedarme mirando a sus ojos mientras él hacía exactamente lo mismo.

Al aire libre sus ojos brillaban algo más de lo normal, teniendo un color natural y suave.

He Is Mad | Jerome Valeska | Cameron MonaghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora