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Narra Kelsey; 3 horas antes.

-No te muevas-. Le susurré a Jerome. No quería meter a Gordon en todo aquello, y mucho menos que Jerome le hiciese algo, o viceversa.

Jerome frunció el ceño. Sabía perfectamente que quería matar a Jim con todas sus fuerzas, pero no le dejaría. Sus ojos me miraron, llenos de malicia y una pizca de piedad. Aproveché aquello para convencerle.

-Si te metes en un lío nos estarás metiendo a los dos en él, ¿entiendes? Así que déjamelo a mí-. Intenté no levantar mucho la voz, ya que a unos escasos cinco metros de nosotros estaba Jim.

Moví mi mano hasta la de Jerome, con la que sujetaba su pistola, sin quitar mi mirada de sus ojos. Poco a poco fui empujándola hasta que la guardó de nuevo. Su labio temblaba. Claramente había frustrado sus sádicos planes mañaneros. Pero no podía dejarle así de desesperado. Su mirada ya no sostenía la mía y se perdía en el horizonte, fijada entre mi hombro y mi codo. Llevé mi mano a su mentón, acariciándolo lentamente con el pulgar. Él respondió ante aquel gesto como un gato que ronronea en mis brazos. Acerqué mis labios a su rostro y besé su mejilla con mucho cuidado, haciendo que se calmara y respirase con tranquilidad.

-Vete por la salida de incendios del salón, yo le entretendré.

Jerome asintió y caminó hasta mi salón, mirando primero a ambos lados del pasillo para comprobar que Jim no anduviese cerca. Llevé ambas manos a mi cara y la estrujé como una mandarina. Necesitaba muy urgentemente dormir.

-Bueno días Kelsey-. Dijo un muy despierto Jim desde la puerta de mi cocina, mientras mis manos seguían jugando con mi cara como si estuviese hecha de plastilina. Las quité rápidamente y vi al fondo del pasillo como Jerome entraba en el salón y desaparecía de mi vista. Gordon esperaba una respuesta que no recibió con una carpeta naranja en su mano y sus guantes en otra.-Veo que no has dormido demasiado.

Miré mi reflejo en la vitrocerámica y comprobé que Jim no mentía. Mis ojeras llevaban al suelo y mi pelo parecía el de un animal rabioso. No comprobé el estado de mis dientes para no vomitar allí mismo.
Volví mi mirada a Gordon, que llevaba unos minutos esperando por una respuesta humana procedente de mí.

-He tenido una noche movidita-. Dije siendo sincera. Estaba claro que no le podía contar la verdad, pero tampoco le iba a decir que estaba en mis perfectas condiciones porque no se lo creería.

-Ya veo...-. Sus palabras no sonaban muy convencidas.-¿Donde has dormido?

No sabía que responder, así que fui sincera de nuevo.

-En la azotea-. Solté sin más, ganándome extrañas miradas por su parte.- Subí a tomar el aire, me tumbé...Y Morfeo se apoderó de mí.

Irónicamente no sonaba muy realista, pero tenía que intentarlo. Él caminó hasta la pequeña mesa de mi cocina y se sentó en una de las sillas. Era un momento bastante incómodo a decir verdad, ya que ninguno estábamos articulando ni una palabra. Me acerqué a la encimera, donde el café de Jerome y el mío descansaban. Cogí ambos y los llevé a la mesa, sentándome a la par de Gordon y sirviéndole su café.

-Muchas gracias Kelsey-. Dijo amable y sujetó la taza, pero la soltó al segundo.-¡Joder, quema!

-Lo siento-. Dije cogiéndola con ambas manos y poniendo la mía en su lugar.-Esta era la mía, aquí tienes.

Gordon le dió un sorbo al café y sonrió, mientras que mis manos estaban siendo atacadas por las elevadas temperaturas de mi taza. Pero no la dejé sobre la mesa. Tenía que disimular.

-Delicioso-. Comentó. Vi como sacaba la carpeta naranja de nuevo y la ponía sobre la mesa.-¿Has encontrado algo más estos días en torno a los Maniax?

Me tensé al oírle mencionar la guardería psicótica de la que era parte Jerome.

-No, me he centrado en los casos de corrupción policial-. Dije frotándome un ojo con mi mano.-Hoy en día Gotham está llena de corruptos.

Jim soltó una suave carcajada sorda y bebió de su café.

-Fíjate que ironía-. Dijo él y posó la taza sobre la mesa.-Investigando sobre corrupción, cuando la única corrupta aquí está delante mío.

Mi mirada se movió como un balazo hacia sus ojos, sin creer lo que había oído salir de sus labios. Dejé la taza de café sobre la mesa. Mis manos habían quedado rojas y un pelín doloridas después de todo. Y eso hizo que se moviesen con más torpeza al ayudarme a levantarme.

-¿Cómo ha dicho?-. Articulé, intentando no ir más lejos de una simple amenaza estúpida.

Gordon también se levantó y arrojó varias fotos de la carpeta naranja sobre mi mesa. En ellas se mostraban varios movimientos recientes de los Maniax, cada uno enmascarado.
Pude distinguir a Jerome, dos hombres altos, uno bajo y delgado y una mujer. Todos se vestían con camisa y pantalón negros. Cubriendo sus rostros llevaba cada uno la máscara de un animal. Me hizo cierta gracia ver como Jerome se caracterizaba con la máscara de una rana, pero claramente no me reí.

-¿Qué tiene esto que ver conmigo?-. Dije mirando de nuevo a Gordon y esperando una gran disculpa.

Señaló de nuevo las imágenes y señaló a la chica que llevaba la máscara de guepardo. Agudicé la vista un poco más y pude reconocerla. Era la misma chica que estuvo en mi casa, hablando con Jerome y con otros dos hombres.
Pero no podía decírselo a Jim, porque entonces él sabría quien estuvo en mi casa. No valía la pena.

-Edward tomó medidas vía escáner; son las tuyas.

Miré a Gordon como si acabase de decir la mayor estupidez de la historia. ¿Cómo podía pensar que yo había formado parte de uno de sus planes? Y aún por encima con aquellos hombres. ¿Esque acaso no tenía un ápice de confianza en mí?

-Gordon, no pensarás que...-. Empecé a hablar, pero me interrumpió.

-Confío en que no sea así, pero tenemos que estar seguros Kelsey-. Dijo él acercándose a mí. Vi como, de debajo de su abrigo sacaba unas esposas. No podía creer lo que estaba a punto de hacer, pero confíe en él y en mi bendita suerte.

-Jim...si no fui yo, no me pasará nada, ¿cierto?-. Dije temerosa.

-Solo es por precaución.

Él se fue acercando lentamente a mí y me rodeó, accediendo a mis muñecas y esposándome. Al sentir el metal contra mis manos, un escalofrío me recorrió de arriba a abajo. Al sentir el 'crack' cuando se cerraron, una extraña sensación de opresión se instaló en mi corazón.

Estaba siendo arrestada. Por un delito que no cometí. Había alojado a un criminal en mi casa, le había ayudado a huir, pero sin embargo, me llevaban a comisaría por un par de imágenes de una mujer cualquiera. Era injustamente justo.

He Is Mad | Jerome Valeska | Cameron MonaghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora