~07~

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-¿Kelsey?-. Gritó Finn desde la otra punta de aquel pub en el que nos habíamos metido.

Corrí en su dirección desde los asientos acolchados en los que me encontraba.

Habíamos entrado en una discoteca a las afueras de Gotham. Sinceramente era la primera vez que salía a un bar con el propósito de pasarlo bien y beber.
El lugar era bastante moderno, con luces de colores por todas partes y música electrónica a todo volumen.

Finn llegó a mi lado con un par de bebidas en sus manos. Se veía bastante bien sin su uniforme de guardia. Vestía con unos vaqueros, una camisa negra y unas converse de ese mismo color. Su pelo rizo hacía resaltar sus ojos verdes y su sonrisa llena de blancos dientes brillaba más que nada. Nunca me había fijado en él de aquella manera.

Nunca había visto más allá del agente de seguridad de Arkham con sonrisa bonita.

-Prueba esto-. Dijo Finn poniendo un vaso con un líquido rosa en mis manos, al igual que el suyo. Miré desconfiada a aquella bebida.-Tranquila, no voy a drogarte, es solo zumo de papaya con whisky.

Reí ante su respuesta y ambos bebimos a la vez. La bebida me causó una sensación extraña.

El alcohol subió a mi cabeza rápidamente, dándome un dolor terrible y haciendo que sujetase mi cabeza con ambas manos, pero el sabor de la papaya hizo que todo se suavizase y el dolor desapareciese.

Abrí mis ojos aún con mis manos en mi cabeza y miré a Finn, que no dejaba de reír por mi gesto.

Alargó sus brazos y agarró mis manos para tirar de ellas y separarlas de mi cabeza.

Aún con nuestras manos agarradas caminó hacia la pista de baile.

-¿Sabes bailar?-. Dijo sonriendo.

-No-. Dije con hipo. El alcohol ya se estaba apoderando de mí y aturdiendo mi sentido común. Quizás aquella bebida había sido demasiado.

-Pues entonces tendrás que aprender-. Dijo y sin dejar de sonreír entramos en la pista de baile juntos.


[...]

-¿Acaso no hay taxis a las 3 de la madrugada en Gotham?-. Dije caminando de un lado a otro con la chaqueta de Finn en mis hombros.

Habíamos estado media hora esperando a que algún taxi pasase por la zona. También habíamos llamado a una empresa de taxis pero todas estaban completas.

-¿Todavía tienes frío?-. Dijo Finn abrazándome por los hombros. Su chaqueta era lo más cómoda posible y me proporcionaba calor ante el frío abrumador de la noche.

-Estoy mejor, gracias Finn-. Dije mirándole.

Él solo sonrió y frotó su ojo demostrando el cansancio de toda la noche. Yo también estaba cansada, y actualmente lo único que deseaba era llegar a casa y dormir aunque fuera en el sofá.

A los segundos, Finn gritó de alegría y corrió hacia un taxi que paró justo en frente de nosotros.

-Venga, vamos-. Dijo y cogió mi mano para guiarme hasta el asiento trasero del vehículo.

Al sentarme en aquellos asientos mi cerebro se apagó. Sentí a Finn sentarse a mi lado y decirle al taxista su dirección.

Cerré mis ojos y me recosté sobre el pecho de Finn. Podía notar su corazón latir mientras él acariciaba mi pelo. Nunca me había dormido con tan facilidad y a manos de una persona tan dulce.

Aquello era el cielo.



[...]


Escuché un suave ruido de fondo junto con una luz cegadora. Abrí mis ojos lentamente, debido a la gran cantidad de luz proveniente de la ventana.

Alto.

Un momento.

Mi habitación no tiene ventanas.

Salté de la cama para observar que aquella tampoco era la mía con mis sábanas de seda. Era una cama mucho más grande con sábanas de...¿Spiderman? ¿Enserio?

Escuché ruidos procedentes de lo que supuse que era la cocina y me guié por toda la casa gracias a ellos.

Pensaba en donde podía estar, que estaba haciendo allí.

Dejé de escuchar aquellos ruidos y caminé con pasos firmes hasta la puerta de una enorme cocina.

Al mirar dentro de ella no vi a nadie, solo una preciosa y moderna cocina ordenada a la perfección y reluciente.

-Buenos días Kels-. Salté por el susto y me di la vuelta, viendo a Finn detrás mío con una bandeja.

Aquel chico me había dado el susto de mi vida. Llevé una mano a mis ojos y los froté. Ahora me acordaba de todo. La discoteca, el taxi...

-Hola Finn-. Miré la bandeja que él me ofreció.

Me había preparado el desayuno.

-No era nec...

-Pensé que necesitarías fuerzas para el interrogatorio de hoy-. Dijo.-Ven, siéntate.

Ambos nos sentamos en una gran mesa de cristal de la cocina y comencé a picar las tostadas con queso que Finn había preparado. Exquisitas.

Derrepente una cuestión invadió mi cerebro. Si yo había dormido en la cama de Finn...¿él donde había dormido?

-Finn...yo...-. No sabía como formular aquella duda sin sentirme incómoda.

-Tranquila, he dormido en el sofá-. Dijo y sonrió, robandome un cacho de aquellas deliciosas tostadas.

-¡Hey!-. Me quejé y él solo rió.

-Venga, vamonos bella durmiente, vamos a llegar tarde-. Dijo y se levantó de la silla. Yo le seguí y juntos nos marchamos del piso.

De aquel lujoso y perfecto piso.



[...]



Entramos juntos a la comisaría de la mano, como siempre. Finn me acompañó hasta el despacho del inspector Gordon y allí me soltó.

-Nos vemos más tarde, ¿vale?-. Dijo y me abrazó.

Era la primera vez que me abrazaba tan fuerte y con tanta confianza, pero me gustaba.

Me gustaba tener a Finn cerca.

-Adiós-. Dije y lo vi irse de la comisaría.

Llamé a la puerta del señor Gordon y esperé a que segundos después el mismo me abriese.

-Buenos días señorita Brooks, la estábamos esperando-. Dijo y se apartó para dejarme ver un hombre delgado y bastante alto saludandome.-Él es Nigma, Edward Nigma.







He Is Mad | Jerome Valeska | Cameron MonaghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora