~21~

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Las horas pasaban. O quizás eran minutos, pero para mí era tiempo. Tiempo perdido mirando unos barrotes que nunca me ayudarían a salir de aquí.
En apenas lo que serían cuatro horas, dos chicas más habían llegado inconscientes y se las habían llevado. Una de las chicas me explicó que esto era lo que hacían, vendernos. Por suerte yo no tuve ese privilegio.

Selena, la chica de la melena rubia, de vez en cuando se levantaba y comenzaba a gritar. Algunas veces pidiendo auxilio y otras insultando a destinatarios inconcretos por mantenernos aquí. En cambio, Cherry era diferente a ella. Siempre estaba sentaba rascando la pared con un trozo de madera y afilándolo con sus uñas. A veces empezaba a llorar y yo iba a consolarla, diciéndole que no nos pasaría nada. Pero jamás podría asegurarlo. Lo único que podía asegurar era que Jerome vendría a por mí. Confiaba en él. Y quizás ahora era cuando más le necesitaba.

[...]

Selena estaba de pié, junto a la puerta.

-¡Malditos maricas de mierda! ¡¿Vuestras madres estarían orgullosas de esto!? Venid aquí si...

Me acerqué a Cherry, ignorando los gritos de Selena como siempre.

-¿En que piensas?-. Le dije a Cherry sentándome a su lado en el suelo.

-En como salir de aquí-. Dijo sería. Miró a su pedazo de madera que había tallado con sus propias manos. Me fijé en él un segundo y vi que tenía forma de llave.

-¿Has tallado una llave de madera?-. Dije alucinada. Ella asintió y la posó sobre mis manos. La madera era bastante blanda y estaba muy húmeda.-No es lo suficientemente fuerte, lo siento.

Ella asintió con mirada triste y la observó por un rato.

-...sois unos hijos de...¿qué es eso Cherry?-. Dijo Selena quitándoselo de las manos.-Has tenido todo este tiempo una maldita llave y no nos la has dejado, ¿qué clase de persona eres?-. Dijo Selena completamente ofendida y enfadada. Se acercó a la puerta y metió la llave en la cerradura, que obviamente, no cedía.

-Selena, no va a...-. Dije pero antes de acabar un chasquido sonó. Miré a Selena, que se había quedado con la mitad de la llave en la mano.

La tiró contra el suelo y gruñó muy fuerte. Esto empeoraba las esperanzas de escapar.

Un hombre vino a los pocos minutos y nos sacó de la celda a mi y a Cherry. Ambas no podíamos contener nuestro miedo. No sabíamos que nos harían exactamente pero sabíamos que nada bueno.

Nos llevó a una sala, donde había un baño y varias prendas de ropa. El hombre salió y dijo que volvería en exactamente cinco minutos. Teníamos que ducharnos y vestirnos. Teníamos que prepararnos.

-Tranquila, todo saldrá bien-. Dije a Cherry que no dejaba de temblar. Ella asintió quitando más lágrimas de su cara.

Nos llevaron a una habitación con cinco guardias de seguridad. En el medio de la sala, reinaban dos sofás rojos en los que estaban sentados un hombre con el pelo blanco y otro calvo. Ambos parecían gordos y asquerosamente ricos.

-¿Estas son las chicas?-. Dijo el hombre de pelo blanco, levantándose y examinándonos como si fuésemos ganado. Puso una mano sobre mi mentón moviéndolo de un lado a otro con brusquedad. ¿Qué modales eran aquellos? Yo soy una señorita. Y las señoritas, si las tocas, muerden.-Wow, ésta es salvaje.- Dijo sobándose la mano.

He Is Mad | Jerome Valeska | Cameron MonaghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora