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-Te quiero-. Susurraba sobre mi cuello.-Te quiero, te quiero, te quiero.

Su rostro se situó delante del mío y vi como no podía evitar sonreír. Yo tampoco podía. Mis codos estaban sobre el colchón a ambos lados de su cabeza, y sus manos sostenían débilmente mis caderas. Con su pulgar acariciaba la piel por debajo de mi camiseta. Apoyé mi frente en la suya y rocé nuestras narices. Mi felicidad era bastante empalagosa en aquellos momentos.

-Yo también te quiero-. Susurré sobre sus labios y me tiré a su lado en el colchón.-Estoy agotada.

-Entonces durmamos-. Dijo. Le vi levantarse y quitarse la camiseta, para volver a tirarse a mi lado y cubrirnos a ambos con las sábanas. Yo seguía boca arriba sobre la cama, él simplemente abrazó mi cadera con sus brazos y cubrí su mano con la mía.-He oído que Galavan sigue vivo.

-Así es-. No sabía quién se lo había dicho, pero era Jerome, conseguiría la información que hiciese falta de cualquier manera.-Su hermana es la que han salido más perjudicada, aún sigue en coma.

-Como sobreviva iré al hospital a aplaudirla; le atravesé el puto estómago con una bala-. Después de decir aquello se rió.-Nunca había visto a alguien desangrarse tan rápido.

-Ya, Lee tuvo que ir a ayudar al hospital-. Dije. Él apoyó su cabeza en mi pecho, y así pude empezar a acariciar su pelo. Debido a la poca luz amarilla que salía de mi lámpara de noche su pelo era más naranja que nunca.

-Menudo malgasto de tiempo-. Levantó su mano y comenzó a caminar con sus dedos por mi vientre.-Si tiene la mala suerte de sobrevivir iré al hospital, la felicitaré y la mataré.

-¿Es alguna clase de venganza personal?

-Te apuntó con una pistola; es mucho más que eso.

Me sentía un poco incómoda cuando decía ese tipo de cosas. Tenía miedo de que se preocupase de esa manera exagerada por mí. A veces podía llegar a ser siniestra nuestra relación, pero, aunque pareciese lo más raro del mundo, a mí no me molestaba. No me molestaba que hubiese arriesgado mi vida, puesto en peligro la seguridad de cientos de personas, disparado a Finn...bueno, aquella última sí.

-Auch-. Se quejó después de que le golpease en el hombro. Levantó su cabeza y me miró.-¿A que viene eso?

-Por disparar a Finn-. Dije sería.-Y que sea la última vez que vienes a buscarme al trabajo.

Intenté no reírme de mis propias palabras. En si la situación era bastante cómica. Una chica hablándole a su novio, el psicópata asesino, sobre que no debía secuestrarla en sus horarios laborales.

-Olvida todo eso y duérmete-. Aplastó mi cara con su mano, que vibró por mi risa.

Su mano se alejó para apagar la lámpara y volví a sentirla, pero esta vez contra la mía.

-A veces pienso que debería dejar todo esto y convertirme en un hombre honrado; trabajar sin cobrarme vidas ajenas-. Sus palabras fueron lo último que me esperaba.-Pero entonces mi existencia no tendría sentido.

Me senté sobre el colchón y él lo hizo conmigo. Encendí la pequeña luz de la lámpara y le miré a los ojos. Hoy estaba diferente. Decía muchas cosas que no venían a cuento y ahora me soltaba esto. ¿Qué le pasaba realmente?

-¿Por qué dices eso?-. Le pregunté.

Él parecía incómodo, incluso apenado. Dejó caer su cabeza en mi estómago y puso mi mano en su pelo para que lo acariciase. Cuando lo hice sus ojos se entornaron un poco y siguió hablando.

-Mi vida hasta hace unos meses se basaba en ser el payaso loco de esta ciudad; en atemorizar a mujeres y niños matando a sus padres y esposos. Pero ahora, cada vez que apunto a alguien a la cabeza...cada vez que una mujer está al otro lado del gatillo pienso que podrías ser tú; cada vez que un hombre está al otro lado del gatillo pienso que podría ser yo; y cada vez que veo a un niño...

Su voz se quebró.

-Jerome, mírame-. Él se levantó e hizo lo que le había dicho.-Tú eres tú, eres como eres, y, por mucho que lo intentes, no puedes dejar de serlo.

-Pero, ¿y si hago daño a alguien que me importe? ¿y si te hago daño a ti?

Llevé mi mano a su mejilla y limpié la lágrima que caía. Él hizo lo mismo con la mía.

-Si alguien me va a hacer daño, prefiero que seas tú-. Dije.

No dijimos nada más. Nos recostamos sobre el colchón, nos abrazamos y nos durmimos. Antes de caer rendida a los brazos de Morfeo noté un beso sobre mi frente, y gracias a eso sentí que todo estaría bien. Aunque no fuese a ser así.



[...]




-¿Tienes los expedientes de la semana pasada?-. Gordon sonrió y me dió el archivo antes de que me diese tiempo a respirar.

Aquel día todo el mundo en la comisaría estaba al 100% de energía. Los teléfonos no habían dejado de sonar en toda la mañana, sin embargo, ninguna de las personas que llamó se quedó desatendida.
Gordon estaba sorprendentemente con el mejor humor que le había visto en su vida. No sabía qué exactamente le había hecho olvidar la resurrección de Galavan, pero al recordar que anoche Lee salió antes de trabajar se me ocurrieron varias teorías.

Bullock no estaba, se había quedado en casa durante unos días por la visita de un viejo compañero de la comisaría. Y Nygma...¿y Nygma?

Últimamente pasaba demasiado tiempo en la sala de archivos con una chica. ¿Chris? ¿Kristina? ¿Kristen? No recordaba bien su nombre.

Todo iba de maravilla, hasta que Cherry y Finn aparecieron por la puerta.

Me giré para saludarles gustosa, pero la cara de Cherry lo decía todo; algo pintaba mal. Gordon pareció también percatarse de lo que ocurría y caminó junto a mí hacia ellos.

-¿Qué ocurre Cher...

-He visto a Selena-. Su voz sonaba seca y rasposa.-U-un hombre la metió en su coche a la fuerza, era mu-uy extraño y...

-Tranquila Cherry-. Dije al oír su voz. No dejaba de tartamudear y estaba más nerviosa y sudorosa de lo normal.-¿Reconociste al hombre?

-Sí-. Dijo rápido.-Era socio de mi anterior jefe.

La cara de Finn se iluminó, pero no de alegría, sino de preocupación.

-Jim, llama a tu contacto, necesitamos negociar.

-Alto-. Les dije a ambos.-¿Sabes quién es el hombre?

Mi pregunta había ido dirigida a Finn, que era quien ya exigía un rescate para Selena a Gordon, pero Cherry levantó la cabeza y dos palabras salieron de sus labios más seguras que todo lo que había dicho anteriormente.

-Oswald Cobbelpot.

He Is Mad | Jerome Valeska | Cameron MonaghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora