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Maratón 2/2

Abrí mucho mis ojos al oír salir aquellas palabras de los labios de Jerome. Él, seguramente sabiendo lo que mi mente había pensado, rió y tiró más fuerte de mí.

Al llegar a la puerta de la cocina, Jerome paró de golpe, haciendo que me chocase contra su gran espalda. Se dió la vuelta y me sonrió.

-Espérame aquí-. Dijo y entró en la cocina, mientras yo intentaba ver que hacía en la cocina.-¡No mires, tramposa!

No pude evitar reír tímidamente. Caminé hasta uno de los sillones de mi salón y me senté, esperando pacientemente a Jerome.

Miré por encima de mi hombro, justo hacia donde debería estar mi escritorio y vi que los informes que me había traído Finn ya no estaban.

-Jerome, ¿Dónde están...-. Empecé a hablar pero él mismo me interrumpió.

-¿"El pelirrojo"? Son muy originales en la comisaría-. Dijo él llegando a donde estaba yo, con una bandeja con dos tazas de café y el informé en una mano mientras lo leía.

-Eso es confidencial Jerome-. Dije quitándoselo de las manos.

Él hizo una mueca de cordero degollado y me pasó mi taza. Mierda, el café hervía de nuevo. Lo separé un poco de mis labios y vi como él se acomodaba en el sillón a mi derecha.

-¿Cuándo te has despertado?-. Pregunté. Parecía haberse duchado incluso ya que la sangre de las costuras ya no estaba.

-En realidad no dormí-. Dijo completamente tranquilo. Le miré con una ceja alzada y él bebió un sorbo de su café.-Sí, también estaba despierto cuando tú te despertaste en medio de la noche. ¿Venías a comprobar si me había ido?

Una sonrisa pícara asomó por sus labios y mis mejillas adquirieron una tonalidad de rojo muy clara.
Empecé a beber mi café, ignorando por completo su pregunta y disfrutando de mi bebida.

-¿Y qué has hecho toda la noche?-. Dije cubriendo la taza de café con mis manos para aprovechar el calor.

Él acercó su mano a su mentón y lo frotó, en un gesto pensativo exagerado, mientras miraba a un punto inconcreto.

-Bueno...-. Dijo un segundo después sin darle importancia.-He leído mi informe, con ciertos datos que no son verdad por cierto; también he explorado tu casa, verla desde fotos no es lo mismo que en la realidad, ah, y he...

-¿¡Fotos!?-. Dije alterada. Sabía que él me había estado controlando, él mismo me lo dijo, pero no sabía que había llegado a tanto.

-Ah, sí...aunque he buscado de todo sobre ti e investigado, sigo sin saber quien es la niña de tus fotos-. Dijo él señalando todas las paredes.

Todas, sin excepción, estaban repletas de fotos mías enmarcadas con mis padres. Jerome se levantó y cogió un marco que había sobre una mesa a nuestra derecha y lo trajo hasta que ambos lo teníamos sobre nuestras manos.

-¿Es...-. Tartamudeó nervioso.-...tu hija?-. Dijo dejándome anonadada. Por la expresión de mi cara entendió que aquello que había dicho no tenía ningún sentido para mí.-Oh, yo... perdón, no quería ofenderte, es sólo que...

Le miré de arriba abajo. Estaba nervioso y muerto de vergüenza. Sus manos temblaban con el marco en ellas y sus mejillas...¿se había sonrojado?

-Soy yo-. Dije para terminar con aquella extraña situación.-Estábamos en un parque de atracciones y mi padre me sentó al lado del payaso más horrible que encontró para sacarme una foto con él. Es horrible.

Él dejó de temblar y sonrió mirando a la foto, cerrando los ojos y acariciándola.

-Intento recrearlo en mi mente-. Dijo y sus pupilas con los ojos cerrados se movieron de un lado a otro.-Seguro que eras una niña muy revoltosa.

Él rió y abrió sus ojos, clavándolo directamente en los míos. Otra batalla, su azul intentaba derribarme, pero intentaba resistir.

Él derrepente cambió su expresión y miró de nuevo a la foto.

-¿Eras pelirroja?-. Dijo él con un brillo extraño en sus ojos.

-Sí-. Respondí.-A los catorce años me comencé a teñir de moreno ya que, bueno, el pelirrojo no me gustaba demasiado...-. Dije insegura. Esperaba que él no se diese cuenta de mi mentira pero me pilló antes de lo que esperaba.

-Dime la verdad Kelsey-. Dijo serio.

Respiré hondo y froté mi rostro con mis manos. Era difícil. Y quizás también algo humillante, pero sobre todo... a quien voy a engañar, era humillante.

-Me...molestaban por tener el pelo naranja-. Dije al fin. Jerome pareció entender de lo que hablaba y no dijo nada sobre el tema hasta que su mano acarició mi cabeza, haciéndome sonrojar como siempre.

-Pues yo creo que estarías preciosa de pelirroja-. Dijo y se acercó a mí.

Sus labios y su nariz rozaron mi cuello y tiró suavemente de la parte de pelo que tenía sujeta, haciendo que girase más mi cuello para dejarle espacio.

Posó sus labios tiernamente en mi cuello y subió hasta mi oído, donde paró. Al principio involuntariamente iba a quejarme, pero vi como se situaba encima mío en el sofá e intensificaba los besos en mi cuello.

Sentí sus labios subir y acercarse a los míos. Iba a ocurrir. Iba a besarme. Pero un ruido sordo nos paralizó por completo al sentir un estallido. Jerome no saltó de encima mío, sino que me apretó muy fuerte contra sus brazos, cubriéndome y protegiendome.

No era capaz de ver nada a través de todo el polvo que habían provocado la explosión en el lado izquierdo de mi salón. Mis oídos pitaban y el tiempo iba a cámara lenta.

Vi de lejos como un hombre tiraba de Jerome para alejarlo de mí. Jerome se estaba resistiendo, pataleando y pegando al hombre.

Sobre el inmenso silencio escuché a Jerome gritar mi nombre repetidas veces. Un hombre se sentó en frente mía y me cogió pos los brazos. El otro hombre que venía con él presionó algo sobre mi cuello y en pocos minutos perdí el conocimiento. La última imagen de mi cerebro fue Jerome intentando huir de un hombre y gritando mi nombre desesperadamente. Susurré "Jerome" y vi como a él se le rompía el corazón al verme desaparecer.

[...]

Miré a mi alrededor. No sabía dónde estaba. Sólo veía unos grandes barrotes grises y dos chicas más de aproximadamente mi edad. Mi último recuerdo era Jerome, llamándome, intentando ayudarme.

Y ahora, ¿donde estaba?

Miré a las dos chicas delante mío.

Una tenía el pelo corto y rubio con flequillo, estaba sentada sobre un mueble y tiraba pequeñas astillas a la pared. La otra tenía el pelo rizo y rojo algo más abajo de los hombros. Estaba acurrucada en una esquina, temblando, aterrorizada.

-¿Qué... qué es esto?-. Dije fijándome en las cámaras del techo.

-Tu nuevo hogar-. Dijo la rubia con cara intimidante.

La chica pelirroja se giró hacia mí.-O tu muerte.

He Is Mad | Jerome Valeska | Cameron MonaghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora