Maratón 2/2
Se encontraba tan rígido que no pude evitar pensar por un segundo que era de piedra. Su espalda estaba un poco encorvada, pero en cuanto se dió cuenta de mi presencia la estiró, dejándola en su posición habitual. La diferencia de altura volvió a asustarme un poco más de lo esperado. Mis manos temblaban, al igual que el resto de mi cuerpo y mi corazón iba más rápido de lo común. Pero no podía seguir así.
Estaba harta de tenerle miedo. De agacharme siempre y no mirar al frente. De ocultarme de aquellas personas a las que yo consideraba superiores, pero que en realidad eran igual que yo. Y sobre todo, de no poder acercarme a la persona que, tras muchos errores, había salvado mi vida y se había quedado con una pequeña parte de mi corazón. Se había acabado el ser parte de la sombra, ahora tenía que actuar. Si quería que las cosas fuesen de cierta manera, tenía que hacerlas por mi misma.
Con una última ráfaga de nervios recorriendo mi cuerpo, adelante una pierna a la otra y me dirigí hacia él poco a poco. No se movió en ningún momento, simplemente observaba cada uno de mis pasos, hasta que estuvimos a escasos centímetros. Desde aquella distancia podía verle un poco mejor. Llevaba la misma ropa que en la siderúrgica, con una gabardina negra que le llegaba a las rodillas. Su cara parecía un poco magullada y sus ojos estaban abiertos de par en par, esperando la más mínima reacción por mi parte.
Pero yo no sabía que hacer. Levanté mi mano poco a poco, dirigiéndola a su mejilla y posándola con suavidad sobre ella.
-Kelsey-. Susurró Jerome cerrando sus ojos y disfrutando del contacto de nuestras pieles.
-Shh-. Le callé. Las últimas veces que habíamos hablado alguien había acabado herido, y no quería eso, no hoy.
Su frente se apoyó contra la mía y nos quedamos en aquella posición unos minutos. Podía no ser la persona indicada para enamorarse de ella, pero estar a su lado producía en mí algo que nunca nadie me había hecho ni haría sentir.
Noté sus frías manos cogiendo las mías poco a poco, con mucha suavidad. Estaban tan frías que juraría que no las sentía. Una de las mías la posó sobre su pecho, y con la otra se dirigió hacia su pantalón. Abrí mis ojos al notar lo que estaba haciendo. Mi mano estaba sobre una pistola, sujetándola mientras él con su mano la dirigía a su propia cabeza. Mi expresión hacía notar que no entendía a donde quería llegar con aquello.
-Puedes disparar-. Dijo tranquilamente, bajando su mano a través de mi brazo y posándola en mi cadera.
Yo seguía en la misma situación que antes, sin entender nada.
Él volvió a hablar.
-Puedes dispararme, o quizás detenerme y entregarme a la policía-. Dijo, y esta vez abrió sus preciosos ojos azules y los dirigió hacia mí.-O puedes aceptarme tal y como soy; tuyo.
La mano que sujetaba la pistola estaba temblando sin parar. Nunca habría pensado que aquellas palabras hubiesen salido de los labios de Jerome. Me estaba permitiendo interferir en su vida sin más, con un simple disparo. Y a la vez estaba admitiendo su amor por mí. Con aquellas palabras había destruido mi orgullo y el suyo, nos había transformado en algo más, en uno solo.
Con mucho cuidado coloqué la pistola de forma perpendicular sobre su cabeza y apreté el botón sobre el que estaba mi dedo. Un ruido sordo y el sonido de las balas fue lo único que se oyó en todo el piso. Éstas rebotaron contra el suelo. Vi como el rostro de Jerome volvía a su estado natural; le había asustado haciéndole pensar que dispararía, cuando lo único que había hecho era descargar la pistola.
-En mi casa no quiero armas-. Dije mientras recogía las balas. Las metí en mi bolsillo y tiré la pistola debajo de mi cama.-Y mucho menos cargadas.
Aún entre la oscuridad vislumbré la sonrisa de Jerome. También sonriendo, apoyé mis manos contra su cara y delinee su sonrisa y todos los pliegues de esta con mis dedos. Él la llevó hasta mi frente, donde dejó un pequeño beso. Mis ojos se cerraron, debido a la sensación de felicidad que originaba en mí aquel hombre y al cansancio en aquel momento.
-Necesitas descansar-. Dijo acariciando mi pelo con sumo cuidado.
-Vale-. Aquella fue la única respuesta que salió de mis labios debido a mi cansancio. Me deshice de mi camisa, quedando únicamente en camiseta y pantalones. Me acerqué a Jerome completamente a ciegas debido al agotamiento y tiré de su mano, llevándole conmigo.
Me dejé caer sobre la cama, metiéndome entre las sábanas y llevando a Jerome conmigo, quien se paró antes para quitarse el abrigo y las botas. Noté su delgado cuerpo ocupar una pequeña porción del colchón a mis espaldas y acercarse a mí.
Sus brazos rodearon mi cintura y pegó completamente su cuerpo al mío, no dejando nada la azar. La mano correspondiente al brazo que pasaba por encima de mi cuerpo llegó hasta la mía, que se encontraba jugando con la llave de mi colgante. Desde el día en el que desapareció Jerome y me dejó aquella llave la llevaba siempre encima. Tenía una gran curiosidad por saber a qué pertenecía. Tenía el tamaño suficiente para abrir tanto la cerradura de una puerta como la de un candado.
Su mano apartó la mía de la llave y entrelazó sus dedos con los míos. Estaba agotada, pero la curiosidad podía con todo mi ser en aquellos momentos.-¿A qué pertenece esta llave?-. Pregunté, girando mi cuerpo por completo y enseñándosela.
Él sonrió y la miró con una expresión de nostalgia. Después de unos minutos de silencio me miró y la soltó.
-Cuando te sea necesaria lo sabrás-. Dijo acercándose de nuevo a mí, acurrucándose contra mi en la cama. Sus brazos ahora me abrazaban y jugaba con sus dedos en mi espalda, haciendo unas leves cosquillas que estaban logrando que me durmiese. Su rostro era como el de un niño feliz y sonriente.-Esperemos que eso nunca pase.
Cuando dejó de hablar sus labios se dirigieron a mí nariz y la besó, siendo el último de mis recuerdos antes de caer en un profundo sueño.
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He Is Mad | Jerome Valeska | Cameron Monaghan
FanfictionEstaba temblando a más no poder y mi cuerpo lloriqueaba porque apareciese algún policía no corrupto o Finn a salvarme, pero nadie apareció. Estática en mi sitio vi a Jerome levantarse y sentarse a mi lado mío. Su cabeza se acercó a la mía y sus lab...