~03~

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Corrí rápido por el pasillo. No me gustaba que los residentes del manicomio me mirasen. Me sentía mutilada psicológicamente.

-Disculpe, agente Nickolson...-. Dije y segundos después él me interrumpió.

-Llámame Finn, Kelsey-. Dijo.

Después de un año entero visitando a Grason y participando con el manicomio de Arkham, Nickolson, es decir, Finn, y yo habíamos adquirido cierta confianza. Yo confiaba en que él me protegiese mientras estuviese allí, y él confiaba en que entretuviese a los locos de...¿hacer locuras?

-Finn, ¿qué enfermedades sufre el paciente?-. Pregunté ya volviendo a caminar.

Él se dio la vuelta antes de entrar a la sala. Detrás de él pude ver puerta de cristal. Detrás de aquella puerta estaba Jerome.

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral.

-Kelsey...-. Dijo él en tono de advertencia.

-Lo sé, lo sé...no debo involucrarme como con Grason, pero...

Finn se acercó más a mí y me agarró los codos, haciendo que mis manos reposaran en su pecho.

-Él es realmente malo Kelsey, no es como Grason o cualquier otro paciente, no quiere salir a delante...-. Miré directamente a sus ojos verdes. Nunca me había fijado que para los 23 años que tenía unas grandes ojeras se marcaban.-Te recomendaría tenerlo como experimento por un tiempo, intentaré que te asignen otro lo más rápido posible.

-Gracias-. Dije. Él soltó mis brazos y abrió la puerta, indicandome con la vista que el duelo comenzaba.

Me senté como la última vez. Sin mirar a Jerome y colocando lo necesario sobre la mesa.

Cogí el teléfono aún sin mirarle, hasta que oí su voz.

-¿Prefieres que te llame Kels o Kelsey?-. Dijo con su cabeza apoyada en su mano.

Lo miré fijamente.

Solo Wade me llamaba así.

-¿De dónde has sacado ese apodo tan curioso?-. Dije.

Él sonrió y enseñó sus dientes. Sus brillantes dientes sobre aquellos labios...

Solo son labios Kelsey, relájate.

Cierto.

-He preguntado yo antes-. Dijo él.-Pero creo que prefiero Kelsey, es más bonito.

"Olvídalo. Solo quería desviarse del tema y evitar la entrevista" me dije a mi misma.

O quizás sabía lo de Wade porque es un acosador.

¿Sin poder salir del manicomio? Improbable.

-Bien, comencemos...-. Abrí el bloc y activé la grabadora.-¿Qué piensas de Arkham Asylum?

-¿Es enserio?-. Dijo él.- Vienes una vez a la semana y lo único que veo de ti es una grabadora, ¿por qué no hablamos de ti?

Me sorprendieron aquellas palabras. Había relajado su ceño en signo de que hablaba completamente en serio. ¿Que querría saber él sobre mí?

Que tu segundo nombre es Ramona; sí, creo que debe saberlo.

Oh cállate, no me lo recuerdes.

Sus cejas se levantaron esperando alguna clase de respuesta por su parte, pero lo único que hice fue anotar sus respuestas en el bloc.

-No estoy aquí para eso-. Dije y me erguí sobre la silla.-Cambiemos de pregunta, ¿tienes una opinión positiva de alguno de tus compañeros?

Él soltó una gran carcajada que hizo que varias personas se fijasen en nuestra presencia, incluso Finn me miró buscando síntomas de que hubiese pasado algo, pero al segundo todos volvieron a sus labores.

Se acercó al cristal, como hace cuando quiere que me desconcentre y me rinda sobre él, haciendo desaparecer el cristal y que en aquella sala solo fuésemos él y yo.

-No importa por qué estás aquí en Arkham; todo lo que has hecho te ha llevado hasta este lugar, hasta no saber que hacer frente a un loco, hasta a temblar aún tras un cristal blindado-. No quité mi mirada de la suya y él tampoco pensaba hacerlo. Aquello era un duelo, y había sido duro no bajar la vista y sonrojarme ante él y sus palabras. Pero, finalmente me rendí y bajé mi mirada a mis zapatos, unas converse blancas manchadas hasta por el oxígeno.-Mírame, ¿acaso doy miedo?

Estaba dudando en aquellos momentos tan tensos.

¿Dudabas entre decirle que no te daba miedo a decirle que sí?

No, dudaba entre no decir nada o decir la verdad.

Pero las palabras no salían de mis labios, así que para no impacientarlo moví mi cabeza de lado a lado indicando que "no".

-Error...si quiero puedo dar mucho miedo, pero hazme caso, tú eres la única persona que no debería sentir miedo por mí-. Dijo y se relajó en la silla.

Aquellas palabras habían salido desde el hoyo más profundo de su garganta. Después de haberlo dicho, no volvió a hablar. Yo me despedí y él sonrió una última vez para mí.

Y volví a irme caminando, con su alma sobre la mía.

He Is Mad | Jerome Valeska | Cameron MonaghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora