Parte 33

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Aviso previo, este capítulo contiene contenido +18 no apto para corazones sensibles, leer bajo responsabilidad de cada uno. Aviso que se puede sufrir bastante. A mi se me hace un nudo en la garganta cada vez que lo releo.


Pasado

Alne fue a ver a sus amigas con la noticia al día siguiente.

-Mis padres no atienden a razones, dicen que no es discutible.

-Eso es porque no le conocen -comentó Rakel-, si supiesen como es en realidad no querrían que te casases con él.

-Ellos creen que tus historias son cosas de niños.

Las tres amigas se encontraban reunidas en casa de Rakel.

Sentadas alrededor de una mesita baja intentaban consolar a Alne con su apoyo y unas tazas de té.

-Entonces, si a ti no te hacen caso, tendremos que intervenir nosotras -sugirió Mera.

-¿Y por qué ibas a tener más suerte que yo? -preguntó la joven escéptica.

-Porque, en primer lugar, soy tu prima. Y, en segundo, porque mi marido es el heredero al trono y, eso me convierte en alguien influyente. Además, lo hablaré con él para ver si quiere ayudarnos en esta tarea.

-Gracias Mera, eres una gran amiga. ¿Pero Releio querrá intervenir?

-Estoy segura de que sí -intervino Rakel-, es el mejor amigo de mi marido y, de Carlps. Estoy segura de que se pondrá de tu parte.

-Déjalo en nuestras manos. Todo se solucionará -le aseguró Mera.

Alne agradeció de nuevo a sus amigas por su ayuda y apoyo, pero no estaba muy convencida de que lo lograsen. Si una amenaza de suicidio no había persuadido a sus padres, ¿podrían lograrlo ellas?

***

Presente

- ¿Piensas hablar algún día? -pregunta él a punto de perder la paciencia.

- Ni aunque me tengas aquí toda la eternidad -responde ella mirándole a sus oscuros ojos, desafiándole.

-Sé que sabes la verdad -continua hablando él-, sabes quién se esconde tras el seudónimo de Eld, por que le odio tanto y la historia completa. Te lo contó él, ¿verdad?

- ¿Por qué crees que Eld es un seudónimo? Podría ser alguien real -intenta confundirle.

-Eres valiente, Daina, tal vez demasiado -Luio da un paso acercándose a la joven, quien inmediatamente retrocede otro.

-No entiendo, Luio, por qué crees que llegarás a esas respuestas a través de mí.

-Porque sé que acabarás hablando, no eres tan indiferente como quieres hacerme creer - él sigue avanzando y ella retrocediendo, algo en su mirada le dice que ha de tener miedo-. Eres el escalafón más débil de la cadena. Él hizo mal en confesarte sus secretos.

-Pero, ¿por qué tanta obsesión en saberlo? -pregunta intentando mantener un tono de voz inexpresivo.

-Si sabes todo lo demás, sabrás también eso. Daina, Daina, Daina -niega con la cabeza teatralmente-, ¿eres consciente de que cuanto antes me lo cuentes, antes saldrás de aquí? Solo quiero saber la verdad, solo quiero vengar la muerte de mi hermana. Por favor -suplica en un tono que pretende dar lastima.

La joven choca contra la pared del salón. Mira a su alrededor, no tiene escapatoria.

-Mi paciencia tiene un límite -susurra pegando su frente a la de la muchacha, su aliento huele a alcohol-, y tú la estás agotando.

Ella ve una oportunidad y, en un exceso de valentía y desesperación, lanza una patada directa a la entrepierna del marqués. Él se lleva allí las manos y se dobla un poco por el dolor del golpe, lo que la joven aprovecha para salir corriendo.

- ¿Dónde crees que vas, Daina? -pregunta reteniéndola por la muñeca. Se ha recuperado demasiado rápido del golpe, aunque en realidad su cara aún refleja el dolor-. Ahora sí que me hiciste enfadar.

Con fuerza y sin cuidado la estampa contra la pared sujetándola por las muñecas. Está muy cerca, demasiado cerca, tanto que apenas hay una brisa entre ellos.

-No quería recurrir a esto, pero te mereces un castigo -susurra en su oído. Ella comienza a respirar incómoda y nerviosa, desesperada por liberarse pero totalmente atrapada -. Aunque he de reconocer, que me gusta la idea -continúa hablando en tono seductor. Luego roza la oreja con sus labios, baja a su cuello y comienza a besarla de forma desesperada, mientras pega su cuerpo al de la muchacha hasta casi aplastarla contra la pared.

Daina, nerviosa y desesperada por liberarse, siente, incómoda, su cuerpo restregarse contra el suyo. Prueba a arañarle los dedos que sujetan sus muñecas, a pisarle los pies o a intentar meterle un rodillazo entre las piernas, pero es inútil, el marqués es más fuerte que ella. Finalmente consigue morderle cuando intenta besarla en la boca, tan fuerte que incluso logra hacerle daño.

Luio se separa unos milímetros y lleva una de sus manos a sus labios con un "auch", momento que ella aprovecha para intentar liberarse de su agarre e huir.

-No creas que vas a librarte de esta -le advierte con una voz tranquila pero que claramente indica un regaño.

A continuación sujeta las muñecas de su prisionera con una mano y, con ayuda de la otra y, de sus dientes, rasga la tela del vestido hasta separarlo en dos mitades. Sonríe maliciosamente bebiendo de la desesperación que reflejan los castaños ojos de su víctima. Se pasa la lengua por los labios, relamiéndose de placer al venirle a la mente recuerdos del pasado. La joven tiene la misma mirada que tenía Rakel en situaciones similares, con los ojos llorosos de súplica y terror que tanto le gustaban. Recordar a su hermana le provoca un escalofrío y su sonrisa se hace más potente. Entonces una lágrima se escapa por la mejilla de su prisionera y ya no se resiste más. Sus manos aprietan con fuerza sus muñecas para evitar que se escape, su boca besa ávidamente la de ella para impedirla gritar y, por último sus cuerpos se funden en uno solo provocándole un gemido de placer amortiguado por sus besos, y a su víctima una lluvia de silenciosas lágrimas de desesperación e impotencia.

Nadie sabe dónde está más que él, nadie puede salvarla. Solo le queda resignarse y rezar para que el tiempo pase rápido.

La huerfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora