Parte 42

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6 MESES DESPUÉS....

-El juicio será en dos semanas. Dijiste que querías ser tú quien se lo dijese. ¿Cuánto más piensas esperar? –la pregunta su hermano algo impaciente.

-No lo sé, Foren. Me da miedo ir a la corte y someterme a las miradas de todos.

-Te creía más valiente, hermanita. Tú puedes con más que eso –le sonríe para darle ánimos.

-Gracias, de verdad. Tú apoyo y, el de Hila, es muy importante para mí.

-Daina, no puedes esperar más. Le pediste a Releio que intentase mantener a su hijo al margen de todo, porque querías ser tu quien se lo contase. Pero la gente habla, los rumores circulan y, cuanto más esperes, será peor.

-Tal vez tengas razón –reconoce ella mirando a sus pies.

En ese momento un mayordomo anuncia la llegada de Alxa. Ella y Carlps eran las únicas personas ajenas a su fmilia a quienes permitía verla. A Gabelt y Meicel, no les veía desde aquella noche en la que Luio fue arrestado. Ellos habían acudido a verla en más de una ocasión pero, pese a que Foren les mantenía al día de su salud, a ella le daba vergüenza que la viesen en ese estado.

-Daina, ¿qué tal estas? –pregunta nada más entrar en la salita.

-Cansada, en todos los sentidos.

-¿Puedo? –pregunta la invitada acerándose a su anfitriona.

-Sí, claro –le sonríe ella.

Alxa apoya la mano en la hinchada tripa de Daina, sonriéndole al sentir al inquieto bebe moverse.

-Creo que os dejaré solas un rato para que podáis hablar de cosas de chicas –se despide Foren poniéndose en pie y, saliendo de la sala.

Alxa se sienta en el sillón que acaba de quedar vacío.

-¿Qué noticias tres de la corte? –pregunta Daina.

-Lo de siempre. Las infantas no paran de preguntarme por ti. Están deseando que vayas a verlas, o venir ellas.

-Supongo que no puedo esconderme en esta casa eternamente –suspira la joven algo decaída.

-Nada de lo que ha pasado es culpa tuya, Daina. Ellos lo saben y lo entienden.

-Pero yo no me siento así.

-Solo eres una víctima más de las malas artes de tu tío. En dos semanas todo habrá terminado.

-Supongo que tienes razón, Alxa. Pero me siento marcada. Tendré un hijo sin padre. No hay mayor desgracia que esa.

-Daina, tal vez el padre biológico del niño será condenado a muerte, o tal vez no. Pero no estás sola para cuidar de ese niño. Y, si Luio logra salir de esta, estoy segura que Carlps y Releio harán lo que sea para mantenerlo lejos de ti.

-Eres una gran amiga Alxa. Siempre has estado al lado mío y de mi hermano en los momentos más difíciles.

-Tu hermano tiene un gran corazón, lo que pasa es que a veces para sobrevivir en la corte hay que ocultarse tras falsas fachadas.

-¿Estás nerviosa por lo del compromiso?

-No creo que más que tú por el juicio. Lo haremos público cuando ese asunto se haya solucionado.

-Me alegro tanto por vosotros –sonríe la joven intentando esconder su melancolía.

-Tú también encontrarás a alguien que te quiera, estoy segura.

-No lo sé, Alxa. Un hijo complica bastante esas cosas.

-Tal vez no lo veas, pero yo sé de alguien que seguro no le importaría ese detalle para estar contigo.

-¿Quién?

-Seguro que tú ya lo sabes. Pero no quiero hablar de más.

Daina asiente. Un nombre pasa por su mente en ese momento y, inconscientemente sonríe. ¿Alxa estará en lo cierto? Realmente espera que ella no se equivoque en sus deducciones. Ya ha tenido suficientes disgustos en la vida, no quiere añadir otro más.

***

-¡Alxa! –la llama Gabelt al verla.

-Hola primo –le saluda ella deteniéndose-. No hacía falta que corrieras, no pensaba salir huyendo –comenta sonriéndole cuando él llega a su lado.

-Vienes de verla, ¿verdad? ¿Cómo está?

-Nerviosa. Cansada. Deseando que todo esto termine pronto.

-Ya supongo...

-Se paciente, Gabelt. En dos semanas todo habrá acabado. Entonces nos necesitará más que nunca. Todo se hará público.

-Lo sé. Es solo que..., me gustaría poder ayudarla ahora.

Él la observa con gesto triste. Alxa suspira y apoya una mano sobre su hombro.

-Ella necesita que seas paciente. Necesita tiempo para afrontar su situación. Nosotros hemos descubierto la verdad ahora, pero ella sabía quién era ese hombre desde el principio. Imagina lo duro que debe resultar que alguien con tu misma sangre te haga algo así.

Él aprieta los puños al pensar en ello. Desea estrangular a Luio con sus propias manos, pero solo puede esperar a que se celebre el juicio y rezar por que le condenen a muerte.

-De verdad te agradezco, prima, lo que estás haciendo por ella.

-No tienes que agradecerme nada –Hace una pausa-. Me tengo que ir, llego tarde a comer. Nos veos otro día –se despide ella antes de continuar de camino a su casa.

La huerfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora