Parte 41

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Bueno, lo sé, es un capitulo algo corto, pero promeeto intentar publicar otro lo anes posible, para compensar.

Luio mira sorprendido a sus inesperados invitados. Nunca se había esperado que después de tantos años Carlps apareciese en su puerta. El contacto que habían tenido esos años había sido solo en la corte, sobre todo tras el funeral de Rakel. Además, ¿por qué se había traído a su hijo y su sobrino? No esperaba que hubiesen venido ver a Foren. Era muy consciente que Alxa era la única amistad de su sobrino, al menos hasta que Daina apareció.

-Carlps, que inesperada visita –sonríe por compromiso-. Y que bien acompañado. La última vez vi a tu sobrino, apenas medía unos palmos. Cuanto ha crecido –comenta con falsa cortesía.

-Los asuntos que me han traído hasta tu puerta no son muy agradables que digamos. He venido hasta aquí con una orden de arresto.

-¿Una orden de arresto? –pregunta el marqués sorprendido.

-La verdad, los cargos que hay contra ti, Luio, son muchos y muy graves. Bastante ha tardado esa orden en llegar.

-No recuerdo ninguna falta tan grave para llegar a ese punto. Reconozco que a veces uso el jugo sucio en algunos negocios, pero nada ilegal, no sé de qué se me acusa.

-No te hagas el inocente. ¿Dónde está ella? –pregunta Carlps sin más rodeos.

-¿Ella? ¿Quién?

En ese momento Daina asoma por el pasillo. Ha escuchado las voces y se ha acercado para asegurarse de que sus oídos no la engañaban. Hila aparece tras ella con gesto enfadado y temeroso.

-Daina, nos vas a meter en un lio –susurra Hila intentando alejar a la muchacha de la entrada antes de que alguien la vea.

-Hola Hila, cuanto tiempo –saluda Carlps al verla. Ella agacha la mirada e intenta sacar a su sobrina del campo de visión de los visitantes. Pero ellos ya la han visto.

-Luio, el secuestro es algo muy grave –continúa hablando Carlps-. No pensé que llegarías a caer tan bajo.

-¿Secuestro? Ella es mi sobrina. Tú fuiste el que la secuestró y la escondió en casa de Ezla –chilla el marqués, quien parece a puno de saltar sobre su interlocutor.

-Colmate, Luio, por favor. No empeores las cosas –interviene Hila con tono desesperado.

-No te metas, Hila, o empezaré a creer que tienes algo que ver con esto.

Ella agacha la mirada intimidada temiendo que él se atreva a levantarle la mano delante de los invitados. Por suerte para ella, su sobrino aparece tiempo para interponerse entre los dos.

-No fue ella quien te delató, fui yo –revela valiente.

-Tu y yo luego tendremos que hablar –le responde al muchacho muy serio.

-Luio, -la voz de Carlps vuelve a llamar su atención-. No creas que he venido hasta aquí solo con ellos –señala a sus acompañantes-. Si no vienes por las buenas, lo harás por las malas. La casa está rodeada. No tienes escapatoria.

Luio mira a su alrededor. Delante de él está su enemigo, junto con Meicel y Gabelt. Detrás tiene a Foren, quien le observa muy serio. Los cuatro van armados y, tienen una mano sobre la empuñadura de sus respectivas espadas, listos para desenvainarlas si fuese necesario. Suspira. Sería el mejor momento para terminar ese duelo que tuvieron que interrumpir tantos años atrás. Pero, a su vez, es consciente de que si lo hace tiene muchas posibilidades de no salir vivo de la casa. Si quiere tener una posibilidad de quedar libre, es mejor ceder y esperar al juicio. Está seguro de que le declararán inocente.


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