Un pequeño maratón regalo de navidad. Felices fiestas a todos.
Maratón 1/2
— ¿Has podido verla? –le pregunta Daya impaciente.
—No. Hila me ha dejado claro, una vez más, que cuando ella quiera verme me lo hará saber. Pero ya han pasado seis meses –se deja caer en un sofá frente a su hermana—. Sé que todo el mundo me oculta cosas y, me gustaría saber el por qué.
—No eres al único. A nosotras tampoco nos recibe. Solo Alxa y Foren parecen tener permiso para verla.
—Foren... Tengo entendido que él fue quien delató donde estaba Daina. No sé por qué no le han detenido también por cómplice.
— ¿Crees que él sabía dónde estaba y no habló antes por ser cómplice de su padre?
—Ella estaba en su casa. Me cuesta creer que no lo supiese.
Tas un corto silencio, Mashel añade:
—Tengo una teoría. No es ningún secreto que ese don juan está interesado en ella. Tal vez le pidiese a su padre que le ayudase a conseguirla.
—Eso es un poco retorcido hermanito. ¿Le crees capaz de algo así?
— ¿Tú no? Con la fama que tiene su padre, no me sorprendería.
—Sé que tiene fama de jugar sucio en los negocios, algunas veces. ¿Pero caer tan bajo?
—Pues al parecer lo ha hecho. Se le acusa de retención forzosa, pero papá me ha dejado al margen de la investigación.
—Seguramente solo sea porque no serías muy imparcial. No te des mal por eso.
—Tal vez tengas razón, Daya. Será por eso.
***
Por fin es el día.
Apenas ha amanecido cuando Daina entra en el salón de visitas privadas del rey.
—Majestad –hace una torpe reverencia al llegar frente a él.
—Po favor, toma asiento –le indica Releio.
Una sirvienta trae dos tazas de té y las deja en la mesita que separa los elegantes sillones donde ellos se han sentado.
—No tienes por qué hacer esto si no lo deseas –comienza él tras un corto silencio.
—Lo sé. Pero lo he pensado bien y, estoy lista. Es necesario si queremos la pena máxima. Hila y Foren también están dispuestos a declarar.
—Entonces te explicaré el proceso. Yo seré el juez, pero el veredicto lo dará el jurado. Deberás convencerles de que tu tío es culpable. No será sencillo, hasta hace poco todos t consideraban la huérfana temeraria que rescató a las princesas, pero una chica del pueblo sin familia, al fin y al cabo. Luio tiene dinero, mucho dinero y, el jurado son las familias más influyentes de la alta nobleza. La sesión se puede llegar a poner muy fea para ti y tu familia.
—Soy consciente de ello. Pero no voy a desaprovechar la oportunidad de que pague por lo que hizo. Si hay una posibilidad, he de intentarlo.
—Con ese espíritu seguro que logras convencerles. Recuerda que yo estoy de tu lado, aunque deberé ser lo más imparcial posible –hace una breve pausa—. Ahora solo queda otro asunto que resolver –añade serio.
—Sé que debería haber hablado con él hace meses. Pero..., no es tan sencillo.
—Esperabas no tener que decírselo y que se enterase en el juicio, ¿verdad?
Ella asiente desviando la vista a la taza de té ya fría que tiene entre sus manos.
—Entiendo que te resulte difícil, pero es mejor que se entere por ti. Me hiciste prometer que le mantuvise al margen y tú le contarías la verdad. Debe saberlo de ti, esas fueron además tus palabras.
—Lo sé, pero... —titubea la joven.
—Lo entenderá. Conozco a mi hijo. Además, apreciará saberlo directamente de ti.
—Tienes razón, debo decírselo antes del juicio. Gracias, majestad –añade poniéndose en pie.
—Nos vemos en un par de horas, Daina –la despide él.
Ella hace una breve reverencia y abandona la habitación en busca de Mashel. Tienen mucho de qué hablar y muy poco tiempo.
***
Mashel les había visto llegar desde la distancia.
Poco antes del amanecer, cuatro invitados llegaron al palacio. Observó a la muchacha desde lo alto de la escalinata que subía a la biblioteca y los salones privados del Rey. La joven llevaba un vestido de un rosa pálido que no lograba disimular su hinchado vientre. Junto a ella estaba Hila, quien lucía un estrecho vestido negro. La marquesa hablaba con una chica de cabello oscuro a quien no conseguía encajar en la escena. EL joven príncipe pensó en acercase hasta ellos, pero entonces sus ojos repararon en Foren. El muchacho susurraba algo a Daina, demasiado cerca de ella para su gusto.
Sus padres también estaban allí. Habían acudido al amplio recibidor para reunirse con sus invitados. No podía oír lo que decían, pero pasado unos minutos, Releio y Daina se separaron de los demás para encaminarse hacia las escaleras. Mashel desapareció hacia la biblioteca con la esperanza de que no le hubiesen visto.
Ahora se encuentra observando a Foren y su amiga. Se encuentran en uno de los salones de la planta baja, Hila debe haberse ido con Mera, pues no está con ellos. La rabia se va apoderando de él conforme pasan los minutos. La joven de cabello negro y ojos azules se encuentra recostada con su cabeza en el hombro de su acompañante, el cual la abraza con mimo. Hablan en susurros, por lo que no puede escuchar lo que dicen, pero está claro que les une algo más que amistad. ¿Cómo se atrevía? ¿Estaría jugando con Daina? ¿Ella sería consciente de aquello?
Un ligero dolor en la palma de sus manos le hace reaccionar. Sin darse cuanta ha apretado los puños y, clavado sus propias uñas en su piel. Mira un instante las palmas marcadas por los pequeños arañazos rojizos, luego vuelve a observar a la pareja a través de la puerta entreabierta. Al hacerlo, se encuentra con una escena que le hace perder el control. Ver como Foren besa a su acompañante, es demasiado para él. ¿Qué se ha creído ese chico? ¿A qué se cree que está jugando?
Alxa y Foren no tienen casi tiempo de reaccionar. La joven consigue apartarse de la trayectoria de Mashel tirándose al suelo y rodando sobre la alfombra. Él, sin embargo, no tiene tanta suerte y, se descube echo un ovillo en el suelo, junto al reposabrazos del sofá, con una afilada espada apoyada peligrosamente en su garganta.
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Sí, soy mala. Si quereis saber como termina la escena, tendreis que esperar a la siguiente parte :)
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La huerfana
أدب المراهقينDaina ha crecido en la pobreza, valiente y temeraria. Foren ha crecido en el mundo de apariencia que es la corte, siempre ocultando su verdadero yo. Sus caminos no debían cruzarse, pero el destino a veces guarda sorpresas inesperadas. Un...