Meicel mira preocupado a Daina cuando la ve llegar a casa. Se nota a kilómetros que está de mal humor.
-¿Qué ha pasado? -pregunta sin mucha esperanza de que ella quiera hablar.
-Nada importante. -Responde ella encojiendose de hombros- Solo que Mashel es un inmaduro.
-Ya. -él la mira intentando mostrar comprensión -¿Qué ha hecho?
Daina le cuenta lo sucedido durante el paseo, lo que le obliga a confesar lo sucedido en el observatorio.
Él, consciente de que ella esta irritable, se limita simplemente a darle la razón, guardándose para si su opinión al respecto.
El resto del día lo pasan ocupados en sus respectivas tareas, hasta que, a media tarde, una visita inesperada llega a la taberna.
En el fondo Daina se alegra de ver a Gabelt, hace varios días que no coinciden. Pero en este momento no tiene demasiadas ganas de ver a nadie relacionado con la corte.
-Ya me enteré de lo sucedido -comenta él-. Vine solo a ver como estabas.
-Qué rápido vuelan las noticias -puntualiza ella sin ocultar su mal humor-. Es muy amable por tu parte haber venido, pero no tengo muchas ganas de ver a nadie.
-Ya veo que no estás de humor.
-No he tenido un buen día -confiesa ella.
-¿Lo dices por lo de esta mañana?
-Sí, por eso mismo.
-Es cierto que su comportamiento no fue adecuado. Pero llamarle crio...
-En realidad se comportó como tal, solo puntualicé un hecho.
-No lo migo, pero no debiste decirlo en voz alta. No le ha sentado nada bien.
Daina abre la boca para comentar algo al respecto, pero otra inesperada visita se lo impide.
Daya y Cali entran en el corral con paso seguro, en el momento justo y apropiado.
-Altezas -saluda Daina al verlas-, esto es totalmente inesperado. Parece ser que hoy es el día de las visitas sorpresa -comenta con una débil sonrisa.
-Hemos venido a buscarte -confiesa Daya-. Nuestro hermano dice avergonzarse de su comportamiento. Se disculpará si tú también lo haces.
-¿Así que tengo que disculparme por decir la verdad?
Daya parece dudar un instante, pero finalmente responde con un simple "sí".
-Tal vez deberías ir –interviene Gabelt-. Tienes razón en que se ha comportado de una forma inmadura, pero le darás una gran lección yendo a disculparte y, le das la oportunidad de que él haga lo mismo.
Daina parece dudar, está molesta. Tras un corto silencio decide ceder y acompañar a las princesas al palacio.
Las tres salen a la calle acompañadas de Gabelt.
Al llegar junto al carruaje, las infantas suben primero.
-¿Vienes? -le pregunta Daina a Gabelt.
-No es necesario –responde él-. Vuestros desencuentros no son cosa mía.
-¿Entonces por qué viniste?-pregunta ella curiosa.
-Ya te lo dije, para ver como estabas.
-Ya –murmura ella poco convencida, pero no añade nada más y sube al carruaje.
***
Las tres muchachas viajan en silencio dentro del carruaje. En realidad no tienen mucho que decirse.
Daina está pensativa y observa la calle desde detrás de la fina cortina de seda que las esconde del exterior.
Las infantas la observan sentadas frente a ella. No dicen nada por respeto.
Daya sabe que está de mal humor y, además está en su derecho a estarlo. Pero debería acostumbrarse, en la corte todos son así, al menos de cara al público.
Cali por su parte, solo está allí porque admira a Daina, pero no sabe qué decir en ese momento.
-Qué raro –comenta Daina de repente-. Por aquí no se va al palacio.
-En realidad pedimos al cochero que diese una vuelta un poco más larga –interviene Daya-. Así puedes relajarte un poco antes de ver a Mashel.
Daina suspira, pero acepta su explicación.
-Tal vez sea una buena idea. Me sentó muy mal su comportamiento de esta mañana.
Luego, distraída vuelve a mirar el exterior.
Las calles van pasando ante sus ojos, pero ella no parece verlas.
Sus pensamientos vuelven a esa mañana, pero esta vez no se centran en el reprochable comportamiento del príncipe, sino en Foren.
Recuerda el medallón que él le ha enseñado. ¿Cuánto tardaría en darse cuenta? Él le había dicho que era un retrato de su tía, Rakel. Ella había confirmado la casualidad del parecido con la mayor inocencia de la que era capaz. Pero tarde o temprano descubriría la verdad y, tal vez debía ser ella quien se lo contase.
Cuando Carlps se lo contó, tras años de insistir en que le hablara de su familia biológica, le costó creerle. Pero la confianza que tenía en él le hizo aceptarlo. Ahora la visión del retrato le había confirmado que todo era cierto.
Ahora, la gran pregunta era, ¿él la creería?
De repente algo llama su atención y la devuelve a la realidad.
-¡Hemos salido de la ciudad! -grita y se gira hacia las infantas -¿Qué está pasando?
Las princesas, que se han ido poniendo cada vez más nerviosas, aunque ella no lo notase, la observan en silencio. Algo anda mal. Tiene un mal presentimiento.
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La huerfana
Teen FictionDaina ha crecido en la pobreza, valiente y temeraria. Foren ha crecido en el mundo de apariencia que es la corte, siempre ocultando su verdadero yo. Sus caminos no debían cruzarse, pero el destino a veces guarda sorpresas inesperadas. Un...