Parte 36

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— ¿Te has enterado de las últimas noticias? –pregunta Alxa a su amigo.

— ¿Las del compromiso el príncipe?, sí, no se habla de otra cosa.

— ¿Y qué opinas?

—Nada. Era de esperar. Incluso aunque Daina siguiese con vida, no creo que le hubiese pedido matrimonio.

— ¿Crees que estaba con ella solo por diversión?

—Oh, no Alxa. Solo creo que la veía como alguien inferior, como la mayoría.

— ¿Y tú no lo crees?

—No lo sé, Alxa. Pero llevo días pensando y, creo que en todo esto hay algo raro.

— ¿A qué te refieres?

—No lo sé aún. Pero solo hay que observar. Daina debe ser más importante de lo que una simple huérfana criada por una tabernera debería ser. ¿Por qué sino el rey le permitiría a Carlps desatender su puesto para encontrarla? Sobre todo teniendo en cuenta que a estas alturas seguro que está muerta.

— ¿Tú también crees que está muerta? –pregunta Alxa.

—Es lo más lógico. Pero no sé si fiarme de la lógica en este caso.

—Pero los secuestradores solo pidieron una recompensa por las princesas y, además Daina no estaba con ellas.

—Lo sé, pero sigue habiendo algo que no me cuadra. Lo único que no es el que es.

En ese momento su conversación se ve interrumpida por la madre del muchacho.

—Foren, venía a avisarte de que vamos a comer ya –interviene Hila—. ¿Te quedas Alxa?

—No, pero gracias. Ya nos veremos Foren –se despide la joven levantándose del sillón y dirigiéndose a la entrada del pequeño salón—. Buenas tardes –añade antes de abandonar la estancia.

***

-Vaya, no esperaba que vinieses –saludó Rakel a su hermano sin mucha ilusión.

-¿Y perderme el cumpleaños de mi sobrino? –preguntó él con una sonrisa poco amigable.

-Supongo que no puedo impedírtelo –respondió ella encogiéndose de hombros- ¿Y ella es?

-Ella es Hila, mi prometida – señaló a la mujer de pelo castaño y ojos azules que parecía esconderse un par de pasos detrás suyo.

-Un placer –la sonrió Rakel, pero por dentro sentía lastima por la joven que parecía una niña que no superaba la veintena.

Los tres pasaron al salón donde los demás invitados charlaban animadamente.

Luio recorrió la estancia con la mirada. Estaban todos los amigos de Rakel, incluido Carlps, al que no soportaba desde que supo que se casaría con Alne. También estaba Mera (a la que ya se le notaba bastante el embarazo) junto a su marido, por lo que debería de comportarse con ejemplaridad de buenos modales. Por último vio a Ezla, la joven conversaba con Alne mientras un niño poco mayor que su sobrino jugaba a sus pies.

-Veo que has invitado a lo peor de la nobleza. Deberías de cambiar tus amistades, hermana –le susurró a Rakel sonriendo maliciosamente.

-Tampoco hace fala que te quedes. Agradezco el gesto, pero tengo que atender a mis invitados –se despide ella entrando en el salón. Luio e Hila le siguen los pasos.

-¿Y dónde está mi sobrino? –preguntó tras entrar en el salón.

-Allí, con su padre –respondió ella señalando a Guelio, quien acababa de atrapar al travieso niño que había intentado huir del salón a gatas.

-Hola Luio –le saludó fríamente cuando se acercaron.

-Cuanto has crecido. Cada día te pareces más a tu padre, eh –comenta revolviendo el castaño pelo del niño.

El niño extendió las manos hacia su madre y, Rakel tomó el testigo de sostener al pequeño.

-Ven, vamos a jugar un rato con Meicel mientras los adultos conversan –le dice mientras se dirige hacia Alne, Mera y Ezla, seguida por la futura esposa de su hermano.

La huerfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora