Parte 44

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Maratón 2/2

— ¿Se puede saber que te crees que haces? –grita Daina claramente furiosa.

Mashel mira entre sorprendido y asustado a la muchacha de ojos marrones que acaba de aparecer a su lado. Aún más cuando descubre que su arma ha volado a la otra punta de la habitación.

—Foren, ¿estás bien? –pregunta ella agachándose junto a su hermano mayor que aún tiembla en el suelo, él asiente como respuesta todavía conmocionado. Al príncipe le sorprende como puede cambiar tan deprisa de un tono tan agresivo a uno tan dulce y cariñoso.

—Daina, yo... —intenta justificarse.

— ¿Qué e has creído, Mashel? ¿Atacar así a alguien totalmente indefenso y por sorpresa? No pensé que caerías tan bajo.

El joven agacha la mirada incapaz de soportar las chispas de rabia que bailan en los ojos de ella.

—Tranquilízate, Daina. En tu estado no es bueno que te alteres de más, te espera un día muy largo –intenta calmarla Alxa posando una mano en su hombro.

—Tenemos que hablar –declara la joven seria, pero con un tono más neutro—. Alxa, Foren, dejadnos solos, por favor.

Su hermano parece dudar, pero no sabe quién le da más miedo, Mashel, o su hermana, por lo que acaba dejando que su prometida le ayude a levantarse y, le saque de la habitación cerrando la puerta al salir.

— ¿Qué te has creído? –Comienza Daina en un tono demasiado alto—. No deberías actuar así, sin pensar. Para empezar me prejuzgaste, me diste por muerta y, te has prometido con otra. No tienes derecho a estar celoso de nadie. No sé qué habrá pasado por tu cabeza, pero entre Foren y yo no hay nada. Para empezar, él es mi hermano y, Alxa su prometida –declara de sopetón a voz en grito.

— ¿Qué? –pregunta el príncipe sorprendido y aún asustado.

—Será mejor que nos sentemos –le recomienda ella dejándose caer en uno de los sofás y una actitud más tranquila— Tenemos mucho de qué hablar.

Él obedece y, se sienta frente a ella, mirándola serio. A continuación, la chica comienza a relatarle toda la verdad, incluyendo los motivos por los que no se lo había dicho antes.

—Sé que debería habértelo dicho hace meses, pero me daba vergüenza que la gente me viese así. Sé que es una tontería, que aun así han estado circulando rumores, pero tenía que asumir lo sucedido antes de enfrentarme a que se supiese.

El joven mantiene su mirada fija en algún punto tras su interlocutora. A él también le cuesta asumir esa información. Hay tantas preguntas de las que querría conocer la respuesta...

—Entonces, ¿mi padre lo sabía desde el inicio? —Se decide al fín a preguntar.

—Sí, lo sabía.

Eso explicaba muchas cosas, pero no todo.

—Debes entender que, por mi seguridad, mi pasado debía permanecer oculto —continúa ella ante el silencio del joven—. Tal vez debería haber confesado la verdad hace tiempo, pero no podía traicionar a un amigo. Por otro lado, podía ponerme en peligro, Carlps asegura que mi tío sería capaz de secuestrar me y usar me cómo rehén y así poder terminar lo que hace años dejaron a medias. Aunque no creo que mi silencio me haya llevado aúna situación mucho mejor —completa más para ella que para él.

Al cabo de un corto silencio, el muchacho por fin se atreve a mirarla a los ojos.

— Siento lo que pasó antes —declara con sinceridad—. No tenía derecho a comportarme así.

La huerfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora