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TJ

No tenía control sobre mi cuerpo, aquel ser que habitaba el cuerpo de mi amigo había hecho eso, me había hecho esto. Deseo enormemente vestir mis camisas de caricaturas y sonreír con verdadera alegría. Deseo hablar con Dam, Connor y Emma abiertamente, reírme con las pésimas bromas de Connor o de las ocurrencias de Dam, hablar sin parar con Em. Deseo poder acercarme a mi mate, a mi Ryo y besarle, mimarlo, abrazarlo, decirle que es sólo mío y verlo sonrojarse por mis palabras, decirle cuanto lo amo. Pero he me aquí, sentado con celular en mano y pies sobre la mesa, con chicle de fresa en la boca y enviándole miradas de asco y repugnancia a Ryo, el cual me miraba dolido y confundido.

-¡No amor! No es lo que miras, date cuenta, por favor. ¡Éste no soy yo!- grité en mi interior, pero sabía que de mi boca no salía palabra alguna.

Estaba desesperado, cansado de que mi cuerpo no respondiera a mis ordenes, que sólo respondiera a él,  sufría, yo sufría y moría por dentro, cuanto deseo estar con Ryo, cuanto lo amo.

Por un momento pude tomar control de mi cuerpo, no sé cómo lo hice, pero pude hacerlo, pude mirar a Ryo, mirarlo como tanto me gusta, pude acercarme a él, cogerlo de su linda cintura y ponerlo en mi regazo, pude mirarlo a los ojos, coger su rostro con mis manos y decirle.

-Te amo, Ryo- las palabras salieron de mi boca antes de que todo se volviera negro.


El Castigo De La LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora