40

513 46 1
                                    

-¿Qué mierda fue eso?- pregunté con el miedo tiñendo mi voz.

-Ni idea, pero casi me cago de miedo, fue demasiado para mi sistema- jadeando, Ryo pone su mano en el pecho y con la otra limpia el sudor de su frente. Corrimos como nunca antes.

-Fue tan... Indescriptible. No pude ni reconocerla, ¿por qué todos están así?

-Ni idea- el japones comienza a respirar normal con la mirada fija en su lado izquierdo, frunce el ceño y pone sus manos en sus caderas- ¿Sabes qué? Esto se acaba aquí- y dicho esto, mi mejor amigo empieza a caminar en la dirección por la que miraba antes. Mi vista se dirige allí y veo divertida al pequeño pelinegro acercarse a Tj.

Suerte, amigo mío.

Un golpe en mi espalda me saca de mis pensamientos. Un dulce aroma se filtra por mis fosas nasales, siento mis mejillas arder y mis ojos tornarse de un tono rosa pálido.

Un lindo chico de pelo caoba, un tanto revuelto estaba encima de mí. Sus brazos estaban a cada lado de mi cabeza, sosteniendo su propio peso para evitar hacerme daño. Sus ojos miel me observaban con curiosidad, sus mejillas coloradas eran adorables, contrastaban perfectamente con su cuadrada mandíbula. Una pequeña cicatriz adorna el puente de su nariz y sus labios delgados se elevan levemente.

Su dentadura perfecta ahora reluce ante mi vista en una perfecta sonrisa ladeada.

Como si fuera un espejo miro a través de sus ojos los míos, ahora tiene un color dorado pálido y mis mejillas arden de manera impresionante. Realmente es lindo...

Shh, calla.

Su dedo índice toda mi mejilla suavemente mientras arruga la nariz divertido.

-Está como una fresa...- se muerde su labio aún con su sonrisa.

-Eh...- desvío la mirada avergonzada al ser comparada con una fruta, es que ni siquiera una fruta, ¡con una infrutescencia!

-Pues... Me refiero a que está usted muy sonrojada- se ríe levemente entre dientes mientras.

-Ah...- mi cuerdas vocales no daban para más.

-Es callada...- hace una gesto pensativo haciendo una mueca graciosa- Me gusta- sus ojos oscurecen al olfatear el aire, la sonrisa se borra de su rostro y se pone de pie con un gesto serio.

Estira sus manos hacia mí para ayudarme a poner de pie, las cuales acepto un tanto confundida.

Su aroma dulce me atrae, huele a chocolate.

-Ok...- pone sus manos dentro de sus bolsillos delanteros y sus ojos me miran, analizándome- Usted, señorita de ojos raros- se inclina hacia mi rostro haciéndome caer en cuenta lo alto que es- Va a ser mía por el resto de la eternidad. No podrá usted mirar a ningún otro hombre aparte de mí- sus ojos brillan mientras que su expresión facial se mantiende fría, nuestras narices rozan una con la otra- Si tiene actualmente novio, termina con él- encoge sus hombros y se retira parándose derecho.

-¿Quien eres?- las palabras salen de mi boca mientras mi ceño se frunce, ¿me está reclamando como suya?

-Soy Nicolás, bella dama. Su futuro todo- sonríe de lado nuevamente antes de caminar a mi alrededor lentamente- Aclaro que...

-¡Cariño!- el grito de Ryo hace que mi cuerpo entero se paralice, ¿por qué precisamente escoge este momento para llamarme así?

El japones viene corriendo hacia mí sin fijarse siquiera en el chico a mis espaldas.

-Escapó, cual cobarde- susurró jadeante al llegar frente a mí.

-¿Quien?- mi voz sale aguda. Me pasa cuando estoy nerviosa y Ryo lo sabe.

-Tj. ¿Te pasa algo?- pregunta mi amigo.

Un carraspeo se oye antes de que de mi boca salga cualquier sílaba.

La gran espalda de Nicolás aparece en mi campo de visión, se pone delante de mí mirando a Ryo.

-Auh... Hola- los ojos negros de mi amigo se alzan para poder ver al chico alto frente a mí.

-Es mía, Japones- los hombros del de cabello caoba se tensan al momento de suspirar de forma fuerte.

-Eh...- los ojos de Ryo buscan los míos, pero el muro delante de mí no lo deja.

Concentro mi poder y al momento me encuentro flotando levemente en el aire, ahora mi cabeza sobresale y logro ver a Ryo. Los ojos de éste inmediatamente se dirigen a mí y me pregunta con la mirada "¿Qué mierda ocurre?"

Hago gestos con mis manos señalando el peligro, algunos fueron; pasar mi dedo pulgar lentamente por mi cuello, formar un arma con mi mano y apuntarme en la parte lateral de mi cabaza para luego disparar de forma imaginaria, entre otros.

Pero finalmente escogió la muerte con las palabras que salieron de su pequeña boca.

- Es mi novia, aléjate de ella.

El Castigo De La LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora