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JACK

-No puedo creer que esté aquí, otra vez- miro a mi alrededor, estoy sentado con la cabeza de un caballo en mis piernas, está muerto- ¿Qué le pasó, amor?- le pregunto a mi Luna señalando al animal. Ella me ve con el ceño fruncido, que tierna.

-Esto... No lo sé- me respondió encogiéndose de hombros.

-Ok- me paré con dificultad. Sacudí la tierra de mis pantalones y me acerqué a Emma para poder abrazarla mejor- Te extrañé.

Me rodea con sus pequeños brazos. Alza la cabeza para poder mirarme, le sonrío nuevamente y le doy un pequeño beso en la nariz. Al fin acabó esta pesadilla.

-Nunca te has ido, no entiendo- su mano viaja a mi mejilla. La acaricia con amor y cariño- Da igual, también extrañé a este Jack- se ríe suavemente mientras se sonroja avergonzada.

Que mal sentido del humor tiene, pero de igual forma la amo.

-Sí- mi risa falsa hace que su cara se convierta en una mueca de enfado. Se cruza de brazos y hace un puchero mientras voltea el rostro. Esto hace que, esta vez, ría de verdad.

Cierro mis ojos por el fuerte dolor que invade repentinamente mi cabeza.

-¿Te sientes bien? ¿Qué pasa?- su voz preocupada se escucha lejana, estiro mis brazos hacia donde está ella, aún con mis ojos cerrados. No puedo encontrarla, sus gritos ahora se escuchan dentro de mi cabeza. Huelo fuego, humo, un fuerte viendo choca contra mí, y finalmente abro los ojos.

Ahogo un grito.

No puede ser.

Veo mi cuerpo, veo a Emma, veo a la chica de pelo rosa escondida detrás de un árbol viendo todo. Mi cuerpo se mueve frenético y grita sin parar, Emma está llorando, no entiende nada.

NATHANIEL

Estiro mis brazos hacia los lados en cuanto logro abrir los ojos y tomar control del cuerpo.

Al hacer esta acción creo una onda de fuego que hace que la chica de ojos grises choque contra el tronco de un árbol cayendo inconsciente.

Jadeo y rápidamente me largo a correr fuera de allí.

Tengo que controlar esto, tengo que tener más fuerza, recuperar todo mi poder.

Gruño y mis manos jalan mi cabello fuertemente, me siento frustrado.

Veo caminar a un chico, tiene el pelo rubio cenizo y está distraído en su teléfono. Miro a todos lados, no hay nadie. Me acerco lentamente al chico desde atrás, al llegar a él pongo mis manos en ambos lados de su cabeza y, oyendo sus gritos, extraigo su poder, era fuerte.

El cuerpo del chico cae al suelo, y sonrío satisfecho. Se siente bien.

Abro las palmas de mis manos y sobre ellas flota un humo negro. Suspiro y bajo las manos. Ya está de noche y la luna brilla, la miro.

-No me iré, no sin antes destruirte- hago una mueca y empiezo a caminar sin destino fijo.

El Castigo De La LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora