Al dar media vuelta, sus ojos me siguieron como si fueran imanes clavados en mi espalda. Un trozo de carne, pensé. Y tal vez lo fuera, pero al menos este vampiro -o lo que fuera- no había intentado devorarme. Aún.
-¿Vas a quedarte ahí plantado o me vas a decir cómo salir de este maldito bosque? -grité hacia atrás, sin volverme.
El silencio duró exactamente tres segundos. Luego, su voz, más cerca de lo que esperaba, rozó mi nuca:
-Giraste a la izquierda cuando debiste ir a la derecha.
Casi me disparó el corazón. ¿Desde cuándo respiraba tan cerca? Clavé las uñas en mis palmas y me forcé a no temblar.
-Genial. ¿Y por qué no lo dijiste antes? -gruñí, al fin girando para enfrentarlo.
Hyuk - ahora sabía su nombre - estaba a medio paso de mí, la luz de la luna filtrándose entre sus pestañas como si dudara en iluminar algo tan poco humano.
-Te gusta tomar decisiones estúpidas. Quise ver hasta dónde llegabas.
-¡¿Y si me perdía?!
-Pero no lo hiciste-respondió, y esta vez, su sonrisa fue lenta, calculadora-. Yo te seguí.
El aire se espesó. Ahí estaba la verdad: no había escapatoria, no desde el momento en que sus ojos me atraparon entre los árboles. Respiré hondo, decidida a no dejarle ver que su juego me erizaba la piel.
-Vale, Dráculito. Si quieres seguirme como un perro faldero, al menos hazte útil -dije, sacando mi teléfono para mostrarle el mapa sin señal-. ¿Dónde está la salida real?
Hyuk observó el dispositivo con curiosidad, como si fuera un artefacto de otro mundo. Luego, sin aviso, lo tomó entre sus manos y lo olió.
-¡Oye, eso es raro hasta para un vampiro! -protesté, tratando de arrebatárselo.
-Huele a miedo -murmuró, devolviéndomelo-. Y a batería quemada.
-¿Y tú a ataúd viejo? -le solté, solo para ver su reacción.
Para mi sorpresa, una carcajada áspera le escapó de los labios, como si no recordara cómo hacerlo. El sonido era casi... humano.
-Por aquí -dijo, señalando un sendero invisible entre los cedros-. Y no, no soy una mascota.
-Lo serás si te portas bien -murmuré, pasando a su lado.
Él no respondió, pero cuando mis dedos rozaron sin querer los suyos al caminar, juré que su piel ardía.
Y no supe si era por el frío... o porque algo en él se negaba a ser completamente monstruo.

ESTÁS LEYENDO
v a m p i r e
VampirDrácula jamás fue un ser tan entretenido. Derechos reservados por Jellyfish Entertaiment © PROHIBIDA SU ADAPTACIÓN, HISTORIA, COMPLETAMENTE ORIGINAL Y PROTEGIDA MEDIANTE LAS LEYES DE DERECHOS DE AUTOR, A NIVEL INTERNACIONAL NO SE ACEPTAN PERMISOS...