La oscuridad era tan densa que podía saborearla.
Las velas de vainilla — tan ridículamente humanas — se apagaron de golpe, no por el viento, sino por su presencia.
Y entonces, allí estaba él.
Hyuk, pero no el de los ojos grises y las manos que fingían calor.
Este tenía cuernos retorcidos como raíces envenenadas, una piel que absorbía la luz en lugar de reflejarla, y una sonrisa que era todo colmillos.
"¿Es esto lo que ve el espejo cuando nadie lo mira?", pensé.
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Su voz no era humana. Resonaba en mis huesos, como si llevara siglos practicando cómo sonar a perdición.— Soy lo que queda cuando se apaga la lámpara del cielo —susurró, sus palabras manchando el aire como tinta en agua—. Un arcángel que olvidó su propio nombre.
Se inclinó hacia mí, y por un segundo, vi el abismo en sus ojos: ciudades ardiendo, guerras santas, niños llorando en cuevas oscuras.
— Te contaminarás, Lumen.
Su aliento olía a ceniza de bibliotecas quemadas.
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Cuando le tomé la mano, el humo negro se enroscó alrededor de mis dedos. No quemaba. Hacía algo peor:Se quedaba.
Como una sombra que se niega a irse incluso bajo el sol del mediodía.
— Aceptaste —dijo, y su voz tenía el eco de mil pactos rotos.
Sus escamas crujieron al moverse, cada una grabada con los nombres de los que lo maldijeron.
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No cuando sus labios rozaron mi cuello.
No cuando sus garras me enredaron el cabello.
Sino cuando vi mi reflejo en sus pupilas: una mancha dorada en un mar de alquitrán.
— Detente —susurré.
Y él... obedeció.
Porque en el fondo de su corrupción, algo reconocía mi voz.
Algo que, tal vez, aún podía ser tallado en diamante.

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v a m p i r e
VampireDrácula jamás fue un ser tan entretenido. Derechos reservados por Jellyfish Entertaiment © PROHIBIDA SU ADAPTACIÓN, HISTORIA, COMPLETAMENTE ORIGINAL Y PROTEGIDA MEDIANTE LAS LEYES DE DERECHOS DE AUTOR, A NIVEL INTERNACIONAL NO SE ACEPTAN PERMISOS...