v a m p i r e

A W A K E

La conciencia regresó a Lumen en oleadas de dolor. 

La cama, No era la suya. Más ancha, más fría, con sábanas de seda negra que se adherían a su piel como una segunda epidermis. 

Su cuerpo, Pesado, como si alguien hubiera reorganizado sus huesos mientras dormía. Cada latido enviaba un eco punzante desde el cuello hasta el vientre. 

Alzó la vista. Hyuk estaba frente a la ventana, su silueta recortada contra el perfil de la ciudad muerta. La luna bañaba sus hombros en plateado, pero Lumen sabía que si se volteaba, sus ojos brillarían como brasas.

— ¿Te sientes mejor? —Su voz era un susurro de terciopelo rasgado. 

Ella tocó su cuello. No había marcas. Solo el recuerdo de sus colmillos hundiéndose mientras ella arqueaba la espalda, no para escapar, sino para ofrecer más. 

— Mi cuerpo no se siente bien —musitó Lumen, los dedos rozando el escote transparente de su camisón (blanco, empapado de sudor frío)—. ¿Qué hiciste?

Hyuk se acercó. La cama se hundió bajo su peso. 

— Bebí un poco de ti —confesó, trazando el borde de su oreja con el pulgar—. Solo lo necesario.

Mentira.

Lo recordaba ahora; sus manos clavadas en las sábanas. Sus gemidos mezclándose con sus gruñidos. 

-La manera en que él lamió las gotas que escapaban, como vino derramado sobre un altar. 

Pero no había heridas. Eso era imposible.

— ¿Sigo siendo humana? —preguntó, separando los labios lo justo para que él viera el temblor de su lengua. 

Hyuk inhaló. Algo en su aroma lo paralizó. 

Su sangre ya no olía solo a lavanda y miedo. Ahora llevaba rastros de él,
Notas profundas, Azufre y almizcle, como un vino añejo envenenado. 

Sus venas se veían azuladas bajo la piel, como ríos de tinta nocturna. 

— No lo sé —admitió Hyuk, arrastrando los colmillos por su clavícula sin romperla —. Pero si dejo de beberte ahora...

Ella lo interrumpió clavándole las uñas en la nuca. 
— Entonces termina lo que empezaste — jadeó. 

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Al amanecer, Lumen despertó con la garganta en llamas. 

Hyuk le ofreció una copa de cristal. Dentro, un líquido negro burbujeaba. Ella lo bebió sin dudar. Sabía a menta y ceniza. 

"Y así, entre mordiscos y gemidos, descubrieron que el infierno no era fuego... sino el placer que ardía antes de la condena."

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Una estructura cilíndrica de hormigón crudo, sin adornos, sin techo. Solo paredes frías marcadas con garras y runas antiguas. El vacío central, un pozo sin fin donde flotan fragmentos de alas rotas como ceniza congelada. 

Polvo y huellas de pisadas secas (algunas humanas, otras con garras). 

Lumen jadea al llegar a la cima. Hyuk la arrastra por el último escalón. 

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Ella intenta zafarse. Hyuk la inmoviliza contra el muro, sus dedos hundiéndose en sus muñecas. Sus cuerpos chocan,Sus pechos (solo cubiertos por el fino vestido rasgado) se aplastan contra su torso. Su rodilla se levanta al forcejear, rozando su entrepierna. Hyuk contiene un gruñido, pero su agarre se endurece. 

— ¡Te dije que no me siguieras! —su voz es áspera, pero sus pupilas se dilatan. 

El collar Valak entre sus pechos arde de pronto, proyectando una luz roja que ilumina, las cicatrices de Hyuk (antiguas heridas de plata que nunca sanaron). 

Las sombras de los otros cinco acercándose en silencio. 

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Leo emerge primero, su voz un susurro melancólico.

— ¿Quién trae sangre humana a nuestro refugio?

Sus ojos dorados examinan a Lumen. Huele su miedo... y algo más.

Ken  salta desde el vacío, riendo como un trueno

— ¡Oh, esto es divertido! Hyuk encontró un juguete nuevo.

Lanza un colmillo tallado hacia ella. Lumen lo atrapa al aire. Arde en su palma.

Ravi se inclina, olfateando su cuello.

— Huele a cazadora... pero también a ti, Hyuk. ¿La estás marcando, hermano? 

Hongbin observa desde un rincón oscuro, su reflejo en un charco de agua.

— El collar Valak... Cassian nos advirtió sobre él.

N desciende del nivel superior. Su corona de clavos oxidados gotea un líquido negro.

— Ella es la última. La que puede abrir o sellar el vacío. 

El collar Valak levita de pronto, tirando de Lumen hacia el abismo. Hyuk la jala hacia sí, pero el artefacto quema su pecho. 

— ¡Suéltalo! —ruge Ken. 

— No puedo —jadea Lumen—. ¡Está vivo!

Ravi avanza, sediento,
— Déjame probar su sangre. Si es realmente una Valak...

Hyuk lo empuja con un gruñido, pero Leo lo detiene: 
— Mira.

El collar proyecta un holograma sangriento Cassian (idéntico a Lumen) empalando a un ángel en esa misma torre. 

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N extiende una mano: 

— Únete a nosotros. Tu sangre puede devolvernos nuestras alas.

Hyuk la gira hacia él — Si lo haces, serás como nosotros atrapada entre el cielo y el infierno. 

Lumen mira hacia el vacío. Las alas rotas allí giran como imantadas hacia ella. 

—¿Y si quiero caer? —susurró Lumen, mientras el collar se fundía en su piel.

Hyuk no respondió. Solo hundió los colmillos en su propio brazo y lo presionó contra sus labios.