H o m e

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La casa de Hyuk era un espectro de mármol negro y sombras que respiraban.

Mientras me secaba el cabello con su suéter (que olía a tormenta antigua y tinta seca), noté cómo las llamas de la chimenea se inclinaban hacia él, como si reconocieran a su dueño. 

No subas al segundo piso —advirtió Hyuk, pero sus ojos decían todavía no

Claro que subí. 

La habitación abierta guardaba secretos en el polvo: libros con páginas arrancadas, un espejo velado... y la pluma. 

Han Sang Hyuk

Su nombre tallado en plata desgastada. Al soplarla, el polvo formó letras hebreas que ardieron en el aire por un segundo. 

Entonces, Ken apareció. 

Vaya, vaya —dijo el vampiro de lentes de carey, sacando un alfil negro del ajedrez olvidado en el escritorio—. ¿Hyuk colecciona humanas ahora? Qué tierno

Hyuk se materializó a mi lado, arrebatándome la pluma. 

Ken. No estás invitado. 

Hell on earth, colega —Ken lanzó el alfil al aire y lo atrapó con una sonrisa de dientes afilados—. Los neófitos están haciendo un all-you-can-eat con los humanos y tú... ¿jugando a casita?

Se inclinó hacia mí, el alfil brillando entre sus dedos como una bala. 

— Cuando él se entere... —soltó una risa burlona, demasiado humana—. Oh, espera. Él ya sabe. Él siempre sabe

El aire se heló. Hyuk tensó las manos, pero Ken solo se deslizó hacia las sombras, añadiendo: 

Busca el rey blanco bajo la tercera tabla del pasillo, Lumen. Por si acaso... — su voz se desvaneció—. el jaque mate ya viene

Hyuk rompió el silencio clavándome la mirada: 

No vuelvas a tocar eso —señaló la pluma, ahora latiendo con una luz opaca—. Y no escuches a Ken. El rey blanco no es una salvación... es una trampa

Pero en sus ojos, por primera vez, vi miedo

No por él. 

Por mí. 

v a m p i r eDonde viven las historias. Descúbrelo ahora