D a r k W i n g s

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Varios meteoritos cayeron sobre la tierra, estos aterrizaron en diferentes partes que para entonces no tenían nombre aún.

Al caer, estas piedras se partían a la mitad como si de un cascarón se tratase. Algunos al romperse salían rápidamente despreocupados, otros inspeccionaban el lugar y así escapar.

Mientras uno se quedó abierto y no había ningún movimiento. La figura yacía en el suelo polvoriento.

Parecía débil, tosió un poco y después se colocó sobre sus rodillas. Observó su traje blanco, esparcirse de un color muy obscuro; con la mirada baja observó ambas manos sucias por el polvo.

Alzó su rostro al cielo y dio un gran grito de dolor, sin derramar ninguna lágrima. El grito de desgarre emocional se espació como un eco sobre todo el lugar desolado.

Contuvo su dolor y tragó saliva mientras sus manos estaban hechas puño y temblaban por la rabia dentro de él. Y fue entonces cuando lo último de luz que habitaba en él, se oscureció.

Un corazón inexistente, una mirada sin expresión y una sed de sangre infinita, que duraría siglos.

v a m p i r eDonde viven las historias. Descúbrelo ahora