v a m p i r e

T h e o n l y o n e

El salón olía a cobre y vino rancio. 

Los vampiros reían mientras la carne humana se deshacía entre sus dientes, pero Hyuk permanecía inmóvil junto al lecho donde Lumen dormía. Las asistentes de túnicas rojas lo observaban con envidia venenosa, susurrando entre sí: 

"Mira cómo la protege... como si fuera suya"

"Patético. Un rey que lame las heridas de su presa"

Él ignoró sus comentarios, clavando las uñas en sus palmas hasta sangrar. 

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El humano era joven—demasiado joven—, con hombros anchos y ojos verdes que recordaban a los suyos en otra vida. 

— ¿Sabes por qué estás aquí? — preguntó Hyuk, escarbando en su mente. Vio imágenes borrosas: una madre muerta, campos quemados... soledad. 

—¿Va a matarme? 

— Vas a quedarte —. 

Una orden. Una mentira. 

En realidad, no sabía por qué lo había salvado. 

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Lumen despertó con la garganta seca. 

La habitación estaba vacía, pero algo brillaba en el suelo: la gargantilla de Hyuk. Al tomarla, notó las manchas de sangre en las paredes, los jirones de carne entre las sábanas... 

— Dios mío —. 

Un frío la recorrió al girarse y encontrar a Hyde detrás de ella, sonriendo con dientes manchados. 

— Lo olvidaste — murmuró, mostrándole el collar. 

Él la atrapó por la cintura, pero en lugar de morderla, la besó con una urgencia que hizo temblar sus rodillas. 

La gargantilla cayó al suelo. 

Hyde se transformó en Hyuk entre sus brazos, jadeante, como si ella lo hubiera redimido. 

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— Se llama Polar — dijo Hyuk, presentando al humano. 

Lumen lo estudió: mejillas rosadas, manos callosas... vida. Algo se retorció en su pecho. 

— Nunca he ido a la ciudad — confesó Polar, ruborizándose. 

Ella forcejeó por mantener la conversación ligera, pero el chico insistió: 

— ¿Estás cautiva aquí? Podríamos escapar juntos —. 

Sus dedos se entrelazaron con los de ella. 

Hyuk lo vio todo.