27. Llorar bajo la lluvia.

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ALEX POV

Viernes, 21 de junio. Oficialmente, se daba la bienvenida al verano en esta parte del mundo. Mañana sería el concurso de canto, y mis nervios no resistían más.

Una brisa entre fresca y cálida entró por el balcón y acarició mis cabellos, cerré los ojos para disfrutar más. Probablemente sería la primera y la última brisa que podría divertirme, ya que los veranos aquí son cálidos al extremo.

Las chicas estaban preparando sus cosas para ir a casa. Como mañana era el concurso de canto, nos dejaron el viernes libre para preparar escenario y arreglar todo el salón, así que no teníamos clases y podíamos ir a casa. Habíamos acordado almorzar en la casa de Dylan hoy. Estaba emocionada y nerviosa por ese motivo.

Nerviosa, porque hace mucho tiempo que no ponía un pie en esa casa; y emocionada porque quería ir, quería ver de nuevo esa enorme mansión y pasar tiempo con mis amigos.

Aún seguía en la cama. Ayer Dylan y yo terminamos de ensayar y salimos a cenar con los chicos, estuvimos fuera del internado hasta muy entrada la noche. Desde luego, Noah mantiene su coche bien alejado de mí. Acepté ir en el mismo auto con Dylan, ya no me importaba, tanto...

El ensayo de ayer fue horrible, al igual que todos los demás. Nunca había cantado tan mal en toda mi vida, mi voz parecía mecánica y sin emociones, al igual que la de Dylan. Me sentí incómoda, tal y como pensé que sucedería, pero a medida que pasaba el tiempo, me fui acostumbrando.

—Alex, arriba. Ya son casi las nueve —avisó Brenda.

Como siempre digo: despertarse es fácil, lo realmente difícil es salir de la cama.

Pero, esta vez, no fue así. El calor infernal aturdía, el aire se volvió pesado desde hace unos tres días, y si te quedabas quieto por mucho tiempo, corrías el riesgo de morir derretido o por dolor de cabeza excesivo.

Lo bueno es que hoy vería a mi mamá. Hace un mes salió de viaje y volvía hoy; lo malo es que solo venía para volver a viajar. Debía ir a Francia por unos meses para seguir administrando la sucursal de la agencia de modelos que mi “papá” montó en aquel lugar. El negocio iba muy bien, el principal ejemplo de eso era que en agosto, mes de mi cumpleaños número diecisiete, me regalarían mi tan soñado auto: un Porsche.

—Alex, levántate — gritaba Cloe.

Suspiré cansadamente y me senté en la cama. Me froté los ojos con el dorso de mis manos y bostecé.

Tomé mis cosas para el baño que había preparado la noche anterior y salí de mi habitación. Cloe y Bren corrían desesperadamente por todo el dormitorio buscando pares de zapatos.

—Buenos días —saludé y entré en el baño.

Me di una corta ducha, a pesar del repugnante calor, no quería perder más tiempo, quería ver a mi mamá.

Sí. Yo, Alex Lodge, la niña caprichosa, mimada, rebelde, agresiva, mandona y orgullosa, quería ver a mi mami, ¿Algún problema con eso?

Me cepillé los dientes y salí envuelta en una toalla. Las chicas ya no estaban, supuse que fueron a desayunar o algo. Me encerré en mi habitación y comencé a vestirme.

El clima te dejaba como única opción el usar short y blusas sin mangas o remeras de mangas cortas. Me vestí con un short negro y una blusa roja y zapatos negros. Recogí mi cabello y me puse brillo de labios antes de bajar con mis amigas.

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—No importa, mamá —decía —. Seguro Cloe lo grabará todo y después te lo mostramos.

Te Amo, Alex (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora