Capitulo 18

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"¿Recuerdas cómo empezamos a salir?"

Por supuesto que lo hacía, no había manera de olvidarlo. Frente suyo Alfred suspiró, dejando una caja roja frente suyo que pudo reconocer muy bien. Sus ojos subieron a los azules sin comprender.

—Es tuyo, por eso no puedo aceptarlo de vuelta. — abrió su boca para protestar en ese momento pero Alfred lo detuvo, negando antes de suspirar una vez más. Había tomado ya una decisión acerca de lo que iba a hacer, y nada de lo que diga Arthur lo iba a hacer cambiar de parecer. —Te esperaré...— declaró subiendo sus ojos a los de Arthur con determinación. Tal como lo había hecho años atrás, esta vez, haría lo mismo. —Si tienes algo que quisiste hacer, y no lo hiciste, hazlo. Si te falta algo que llenar, llénalo. Yo no te juzgaré, no soy nadie para criticarte. Haz lo que quieras. —No lo iba a detener ni a limitar, ese nunca había sido su estilo. Iba a hacerse a un lado y solo observar, esperar porque confiaba en Arthur, confiaba en la relación que habían creado entre ellos y sabía que valía la pena, valía todo lo que podía dar.

—Alfred no...

—Te esperaré, todo el tiempo que sea necesario. — le había pedido un par de semanas a su madre, pero sabía que si Arthur necesitaba más tiempo encontraría una manera de conseguirlo. Siempre y cuando siguiera existiendo el más mínimo vestigio de amor entre ellos todo era posible. Por eso no escucho ninguna protesta o queja de Arthur, después de todo, nunca había sido bueno escuchando a la razón.— No estoy pidiendo permiso... solo te lo estoy avisando, yo ya tomé mi decisión— iba a dejarlo hacer lo que quisiera porque Arthur absolutamente tenía el derecho de hacerlo, pero no iba a romper su compromiso, no iba a aceptar una separación, no después de todo lo que esa relación le había costado y cuanto Arthur significaba para el. —Ese lugar en tu corazón que mencionaste, para mí, eres tú. Y tal como dijiste, no es algo que pueda ser llenado o vaciado cada vez que queramos. — Habían pasado más de dieciséis años, más de la mitad de su vida la había dedicado a amar a Arthur, lo había cambiado y forjado su manera de ser hoy, por eso no podía dejarlo ir. Arthur subió a verlo con sorpresa y dolor en sus ojos, pero, solo por esa noche, no le importaría. — Me voy— anunció dando una sonrisa débil antes de dejar un par de billetes sobre la mesa. Quería llorar, quería gritar, quería reclamarle a Arthur todo lo que había hecho por él, quería recordarle cuántos años habían pasado juntos, decirle cuanto lo amaba, que no podía vivir sin él porque por tantos años su vida había girado alrededor de Arthur, él era el responsable de convertirlo en el hombre que era hoy, pero no era lo correcto. Por eso, solo se fue.

Arthur dejó salir un jadeo tembloroso al verlo irse, ¿por que estaba haciendo todo eso? ¿Por que después de todo lo que le había dicho seguía insistiendo? Alfred... en realidad nunca cambiaba. Y si bien su determinación era una de las cosas que le había enamorado de Alfred en el pasado, ahora solo deseaba que por primera vez se diera por vencido.

¿Que iba a hacer?

Hundió su rostro entre sus manos, sintiendo una opresión en su pecho... ¿Por qué dolía tanto cuando ya había tomado la decisión de terminar con él?

Debía hablar con Francis... pero en el momento en el que encendió su celular pudo ver las dos llamadas perdidas de Lovino el día anterior y sin hesitar ni un momento marcó de vuelta. Sabía que podía hablar con Francis de ese problema, pero Lovino tal vez le podría ayudar más, después de todo, todos esos años él había estado a su lado y ahora necesitaba su ayuda más que nunca.

—Lovino...—suspiro cuando pudo escuchar la voz de Lovino al otro lado de la línea.

—Por fin contestas, bastardo— esperaba a escuchar a Lovino enojado con él al otro lado de la línea, porque después de todo, tenía todo el derecho de estarlo. Le había prometido que iba a avisarle cualquier cosa que pasara después de esa noche y ahora ya habían pasado dos días. Pero Lovino no sonaba enojado, irritado sí, pero por su tono de voz sabía que algo más estaba pasando con él. —Tengo algo importante que contarte— trago en seco, la intriga y curiosidad invadiéndolo enseguida después de escuchar esas palabras, pero si Lovino había empezado con esa frase sabía que no era algo que pudieran tan solo hablar por teléfono. Y lo que le iba a contar tampoco.

Angel EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora