El sonido de la alarma lo despertó. Enojado giro en la cama y se tapó con las cobijas hasta las orejas, odiaba ese ruido. Busco con su mano el cuerpo de su esposo a su lado, pero ya no estaba allí dormido, se lo esperaba. Después de todo él tenía que salir temprano a trabajar. Se levantó cansado de la cama y con un ligero dolor en su cadera por la noche anterior que lo hizo sonrojarse violentamente. Se puso sus pantalones y una camisa y salió a la cocina para desayunar algo. Al llegar grande fue su sorpresa al encontrar al español allí leyendo el periódico en la mesa. El mayor al darse cuenta de su presencia alzo a verlo con una sonrisa.
-Buenos días Lovi- saludo levantándose y besándolo en la frente con cariño. El italiano se sonrojo un poco ante eso.
- ¿Qué haces aun aquí? - pregunto extrañado sentándose donde antes había estado Antonio y esperando a que este le sirva una humeante taza de café matutino.
-Hoy no tengo ninguna cita de mañana y tampoco en la oficina forense me necesitan a estas horas- hablo desde la cocina del departamento que ambos compartían, para después acercarse con dos tazas de café y ofrecerle una al italiano mientras se sentaba a su lado.
-Grazie- dijo en un pequeño susurro, empezando a beber el caliente líquido para despertar.
-Por cierto...- hablo el español mientras tomaba unos papeles que estaban en el centro de la mesa y se los pasaba al italiano- los encontré sobre la cómoda, supongo que deben ser importantes- sonrió entregándoselos. El menor los ojeó curioso, era el caso del choque y fuga de la víctima Matthew Bonnefoy.
-Tienes razón...- dijo en un susurro. Cogió la portátil que estaba igual sobre la desordenada mesa donde los papeles y trabajos de ambos siempre se mezclaban y la encendió. Busco en la plataforma de la policía el nombre de la víctima para revisar todos los datos que le podrían ser importantes, entonces sus ojos vieron algo extraño. Entre los familiares de la víctima figuraba un nombre que se le hacía conocido en su mente, como un déjà-vu -Francis Bonnefoy...- susurro mientras pensaba en aquel nombre y si conocía a una persona llamada así, pero no se acordaba.
- ¿Mmm? - Antonio lo miro extrañado mientras tomaba su café. A él no le sonaba ese nombre, pero si lo había escuchado de la boca de su lindo italiano varias veces cuando se quejaba de los problemas de su amigo de cejotas. - Arthur...- lo nombro y en ese rato los ojos del italiano se abrieron como platos mientras que por su cabeza pasaban todos los recuerdos del pasado. ¡por supuesto que era el!
- ¡Ese bastardo! - grito enfadado, levantándose de golpe y golpeando la mesa con los puños, casi regando su café sobre los papeles del español, quien en queja lanzo un pequeño "Hey" pero no fue escuchado- Lo voy a matar- gruño corriendo a la puerta del departamento y poniéndose su abrigo para salir.
- ¿Eh? Lovi...- pero antes de que el español pudiese decir nada, el italiano ya se había ido camino al hospital central de Londres. Apenas entro empezó a buscar al francés por todos los lugares, encontrándolo a punto de entrar al baño. En silencio lo siguió viendo como el mayor se lavaba la cara y se apoyaba sobre el lavabo agotado, tenía unas ojeras enormes en sus ojos, pero poco le importo.
Francis Bonnefoy- lo llamo para reafirmar su teoría de que ese hombre era el mismo que su mejor amigo había estado buscando por más de 15 años, y sin duda lo confirmo cuando el de ojos azules volteo a verlo extrañado por su llamado, sin saber identificar quien era. Frunció el ceño furioso mientras miraba al extrañado francés frente suyo, le iba a recordar quien era a las malas a ese franchute. Su puño se estampo contra la cara del mayor en un golpe que resonó por todo el baño. Francis se sostuvo la mejilla contra la que el puño del italiano se había estampado mirándolo a este sorprendido y enfadado. ¿Quién se creía que era? ¡Ni siquiera lo conocía! Sintió un tibio liquido brotar de su labio, estaba sangrando.
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Angel Eyes
RomansaUn accidente habia cambiado todo... Viviría para siempre con aquella carga, su vida era un infierno del cual nunca saldría. Se lo merecía, era su culpa. Pero, tal vez algo podría salvarlo de aquel hoyo negro en el que habia caído, eso algo, era cono...