Capitulo 32

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—No puedo aceptar este anillo— en ese momento Francis sintió que el mundo se le caía encima, que sus intestinos se revolvían de manera dolorosa y lo dejaban sin aire. Sus ojos bajaron atónitos a la argolla que ahora reposaba en su mano, y no pudo reaccionar.

—Arthur...— susurró apenas audible, subiendo a ver al menor en una súplica. Pero Arthur tan solo negó, dirigiéndole una mirada tan fría que lo hizo temblar.

"—Francis Bonnefoy... ¿puedes desaparecer de mi vida?"

Su cabeza se sentía ligera, y en ese momento se preguntó si todo lo que estaba pasando era real. ¿Cuándo se vino todo a la deriva? No, no podía ser real, no debía serlo. Pero... ¿Por qué no lograba despertar? ¿Por qué su corazón dolía tanto?

—No, no puedo hacer eso— negó con la cabeza, su voz sonando restringida por el escozor de su garganta. Se negaba a aceptarlo, a perder a Arthur de su vida. No podía perderlo.

—Tienes que hacerlo, tendrás que hacerlo... A partir de ahora, ya no eres nadie para mí, Francis Bonnefoy. — Esas palabras sonaron tan frías y duras que lo dejaron helado, y no pudo reaccionar cuando el inglés se dio la vuelta y salió de allí a paso rápido. Quiso mover su brazo para detenerlo, sus piernas para correr tras él, pero estaba paralizado. Esas últimas palabras se repetían en su mente una y otra vez. Pasaron diez segundos, y luego veinte y treinta, y finalmente el dolor comenzó a aparecer como la calma antes de la tormenta. Llegó a sus dedos primero, y luego lentamente se abrió camino hacia su corazón. Tomó un par de respiraciones profundas y luego se rompió. Cayo al suelo en un golpe seco, sosteniendo su pecho con fuerza, una mano temblorosa subiendo a su garganta, intentando que el aire entrara, porque no podía respirar, se estaba ahogando. Los sollozos se convirtieron en un llanto desgarrador.

•••

Que se jodan todas las personas que habían dicho que Feliciano era mejor pintor que él, porque definitivamente Lovino Vargas habia hecho la mejor pieza de arte de su vida. Dio un pequeño paso afuera de la habitación para admirar todo su trabajo. Estaba hermoso, y sí, se daría ese crédito completamente a sí mismo pese a que Antonio hubiese ayudado a colocar los muebles y hacer la parte "pesada". Frente a él estaba el futuro cuarto de su bebé al fin terminado y no pudo evitar que una sonrisa adornara su rostro. Era simplemente perfecta.

Pudo haber llorado de felicidad en ese momento de no ser por el sonar del timbre de su departamento. Parpadeo confundido, dándole una última mirada a la habitación antes de salir a paso hesitante hacia la entrada. No estaba esperando a nadie, y por breves segundos la idea de su esposo regresando temprano del trabajo lo hizo apresurar su paso, pero... él ya hubiese entrado con sus llaves, o llamado diciendo que estaba en camino. Chasqueo la lengua y se apresuró a abrir la puerta y saciar su curiosidad de una vez por todas. Y no pudo evitar soltar un jadeo de sorpresa al reconocer a la persona frente a él.

—Arthur...— ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué se veía como mierda? Parecía haber visto un muerto, o peor. Y eso que olía ¿era alcohol? Ese idiota apestaba a alcohol y tabacos. Dio... ¿y ahora que habia pasado? Sobre todo, para que ese imbécil se pusiera a fumar. No podía ser nada bueno.

— ¿Estas solo?

—Sí, Toño está en el trabajo. Ven, pasa— lo hizo pasar a la sala de su departamento, olvidando en ese momento su idea inicial de gritarle a ese imbécil por haber desaparecido. Porque después de lo que le habia dicho Francis, y lo que habia pasado con Scott, sabía que esa no era la mejor opción. Arthur frente a él cayó en el sillón como peso muerto, hundiendo su cabeza entre sus manos. Y definitivamente juraba que lo pudo escuchar dar un jadeo tembloroso, como si estuviese conteniendo su llanto. — Arthur ¿Qué te paso? ¿Ya viste a tu hermano? ¿Viste a Francis? El idiota estaba preocupado a morir por ti— comenzó a preguntar, con preocupación clara en su voz, porque en todos los años de amistad que llevaba con el inglés, muy pocas veces lo habia visto así de roto. Y algo grave debió haber pasado, muy, muy grave.

Angel EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora