Capitulo 10

410 35 10
                                        

¿Dónde...estaba? Abrió sus ojos con pesadez, se sentían demasiado irritados, pero aun así se forzó a ver a su alrededor. El oscuro cielo de la noche anterior ahora estaba anaranjado. Las estrellas... ya no las podía ver. ¿Qué hora era?

Miró el reloj en su muñeca y gruñó, hundiendo su cabeza entre sus brazos una vez más. Eran las seis de la mañana. Tenía que regresar a casa antes de que Alfred... no, de seguro ya estaba de camino al trabajo. Fuck ¿Qué había estado pensando? Ni siquiera había rastros de ese doctor por ningún lado. Él... la noche anterior... Agh, no recordaba nada. Su cabeza dolía demasiado.

Dando un pequeño quejido se levantó, y en ese momento, el abrigo sobre sus hombros cayó al piso. Con curiosidad lo alzó, mirándolo con detención antes de notar de quien era. El doctor Beaumont... su olor era inconfundible, y, sin saber por qué, calmaba su corazón. Él... al final por lo menos se había preocupado un poco. Pero eso no borraba el hecho de que lo hubiese abandonado en ese lugar.

Con un último quejido de dolor puso el abrigo sobre su cuerpo, y empezó a dirigirse a la salida del observatorio a paso lento, después de todo, no tenía por qué apresurarse. Alfred de seguro ya no estaría en el apartamento al llegar. En ningún momento cayó en cuenta de los ojos azules que lo miraban retirarse desde la azotea del edificio, llenos de nostalgia.

—Matthew...— esos ojos subieron al cielo en busca de una señal de que su hermano fallecido lo escuchaba — ¿Qué debo hacer con Arthur? — pregunto intentando obtener una respuesta, pero nunca recibió nada. Lanzó un largo suspiró y hundió su rostro entre sus brazos — ¿Qué hago conmigo ahora?

°°°

"Tenemos que hablar... Att. Alfred"

Había... metido la pata, ¿verdad? Alfred de seguro estaba enojado...

Tsk... su cabeza dolía, de seguro era culpa de él. Ese idiota... Francis Beaumont. No, solo Beaumont, no podía llamarlo Francis, no se sentía correcto. Dolía demasiado. Francis... ¿Por qué nunca podía dejar de pensar en él? Maldición.

Salió de la ducha solo con una toalla en su cadera y otra secando su cabello. Sus ojos enseguida se fijaron en el anillo plateado sobre su mesa de noche, al lado de la nota que Alfred había dejado seguramente antes de irse al trabajo. Había olvidado ponérselo nuevamente...

Con pesadez en su cuerpo se acercó, tomándolo entre sus manos con hesitación. Ese anillo... ¿Por qué cada vez que lo veía oprimía su pecho? No lo comprendía. El tan solo deslizarlo en su dedo anular se sentía... mal. Era como si cadenas se ataran a sus manos y pies en el momento en el que ese metal plateado tocaba su piel. ¿Por qué?

Subió sus ojos al espejo de cuerpo completo frente a la cama, notando enseguida las ojeras bajo su rostro y su apariencia. Era un desastre. La noche anterior, ¿Por qué había decidido tomar con ese doctor? No lo comprendía. Era un idiota...

Terminó de vestirse con desgano, acomodando apenas la camisa blanca bajo su pantalón gris. No tenía ánimo ni de ponerse correa, pero al final, se decidió por hacerlo. Sin más, tomó su billetera de la cama y salió de la habitación. Ese abrigo...

Sus ojos cayeron una vez más sobre el largo abrigo que había tirado sin consideración alguna en medio de la sala. Beaumont... tenía que devolvérselo. Suspiró, tomándolo con desgano. Pese a que no quería hacerlo, de una u otra forma lo vería nuevamente.

°°°

Y así, después de varias horas lavando, secando y planchando al fin había decidido salir del departamento de Alfred. Sus pies lo llevaron con desgano a una pequeña cafetería cercana al hospital, esa que tenía los mejores postres que había probado en su vida, solo comparables con los que Francis solía cocinar para él. ¿Por qué empezaba a pensar nuevamente en él? ¿Qué estaba haciendo?

Angel EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora