- ¡Francis Bonnefoy! – en ese momento sintió que su corazón se detuvo. Nunca se había siquiera llegado a imaginar que su secreto seria revelado por uno de sus pacientes- ¡Tú eres Francis Bonnefoy! ¿Verdad? – El británico estaba en igual o peor situación que él. Su mirada chocó con la del francés en busca de una explicación a lo que había escuchado... ¿acaso había oído bien? - ¡Uno de los mejores estudiantes de la escuela hace más de 15 años! – Sus ojos miraron al menor con miedo. Lo había descubierto, todo. Oh no... - ¿Sabes quién soy? Era tu maestro de literatura inglesa. Ahora me he convertido en el director del colegio ¿no te parece genial? -el hombre seguía diciendo con emoción, mientras sostenía su mano y alardeaba de sus logros.
- ¿Eh? Ah, oui- respondió sin siquiera poner atención a lo que el hombre decía. Su mente estaba en otro lado, las preocupaciones, miedos y preguntas afloraban en ese instante
- ¿Te convertiste en doctor? ¿y eres el jefe? Yo sabía que ibas a triunfar en la vida, siempre te apoye para que te convirtieras en un gran doctor y aquí están los resultados, eres el jefe- seguía diciendo, pero no le ponía atención, los demás doctores de su equipo lo veían asombrados de que aquel hombre lo conociera y de su pasado, igual en busca de explicaciones con sus miradas. Se sentía abrumado. Su cabeza comenzaba a martillar mientras sus ojos se fundían en la mirada esmeralda que lo veía en busca de una explicación.
-O-oui- contesto con nerviosismo, forzando una sonrisa para después posar nuevamente su mirada y atención en el británico, se veía pálido y enfermo, lo preocupaba, y al mismo tiempo temía acercarse... ¿Cómo reaccionaría ante lo que acababa de descubrir? De seguro lo odiaba...
-Me siento tan orgulloso de ti Bonnefoy que mi estómago ya no me duele-rio contento el hombre, solo para después sentir como un dolor intenso empezaba a invadirlo nuevamente-. No, espera, aun me duele, duele mucho-lloriqueo abrazando su estómago. Los demás doctores de su equipo al ver el estado del paciente intentaron proceder con la revisión, pero fueron alejados por el viejo señor -No me toquen, duele- sollozo mientras su mano nuevamente pasaba a sostener la muñeca del francés-Francis, Francis, Francis- lo llamaba para atraer su atención entre sollozos de dolor. El francés desvió su mirada del de ojos esmeralda para atender a su viejo profesor, pero en ese momento un golpe sonó en toda la sala.
- ¡Sargento! - grito Feliciano al ver a su jefe caer desmayado en el suelo. Los demás doctores al escucharlo voltearon a ver con preocupación.
- ¡Sargento Kirkland! - grito una de las enfermeras mientras ella junto a otros dos doctores más se acercaban a ayudar al rubio. En ese momento Francis regreso a ver la escena con horror.
- ¡Arthur! - grito preocupado acercándose al menor. Se sentía culpable, terriblemente culpable. Los demás doctores abrieron paso para que lo revisara. Toco su frente con preocupación, estaba hirviendo...
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Abrió sus ojos lentamente, acostumbrándose a la luz después de haber pasado un largo periodo privado de ella. Su mente estaba en blanco, no recordaba bien que era lo que había pasado. parpadeo seguidamente y lanzo un pequeño quejido ante el dolor de cabeza que lo había invadido en ese momento.
- ¡Arthur! - no estaba solo, conocía esa voz. Ese chico de lentes y ojos azules que conocía tan bien estaba allí mirándolo preocupado, sentado al lado de su camilla. Estaba en el hospital- ¿Estás bien? - su voz sonaba preocupada y angustiada.
-Alfred...- soltó su nombre en un suspiro aliviado. Los recuerdos comenzaban a llegar a su mente mientras agradecía internamente que el que estuviese allí fuese el estadounidense y no el francés, ahora no sabía cómo mirarlo a la cara, no sabía qué hacer.
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Angel Eyes
RomanceUn accidente habia cambiado todo... Viviría para siempre con aquella carga, su vida era un infierno del cual nunca saldría. Se lo merecía, era su culpa. Pero, tal vez algo podría salvarlo de aquel hoyo negro en el que habia caído, eso algo, era cono...