Capitulo 27

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"Ese hombre que es tan "valioso" para ti se casara con otro y se ira del país" "Supongo que ya sabes con quien ¿verdad?"


Eso era todo lo que pasaba por su mente cuando tomo otro de los shots que había pedido, en una mesa solitaria en el mismo bar donde Ivan lo había besado por primera vez. ¿Por qué escogió ese bar, se preguntan? Pues ni el mismo lo sabía. Solo dejo que sus piernas lo llevaran a donde amparara el destino minutos después que su madre le diera esa noticia que heló hasta sus huesos.

—Vaya, vaya... miren a quien me encuentro aquí— escucho esa tan conocida voz cerca suyo, y enseguida subió su rostro para observar al hombre que, en tan poco tiempo, había logrado derribar una gran parte de sus barreras. Esa persona que lo había visto llorar, que lo había destruido sin darse cuenta.

—Commie— escupió ese apodo que años atrás le había dado con desprecio, esperando que continuara con su camino y lo dejara solo. Sabía que, si se acercaba, algo iba a salir mal.

—Tan amable como siempre— rodó los ojos, sentándose frente al americano en esa mesa solitaria del bar, donde no muchos curiosos les pondría atención. —Una botella de vodka, por favor— ordeno cuando el joven camarero se acercó a tomar su orden, y si lo veía bien, no estaba tan mal como para un polvo de una noche, en vista de que la persona frente suyo parecía tan reacio a dárselo.

—No necesito tu compañía... no necesito a nadie— mascullo cruzándose de brazos sobre la mesa, formando un pequeño puchero en su rostro que de no haber sido por el alcohol jamás se lo hubiese mostrado a Ivan. Nunca mostraría ese lado suyo tan infantil y vulnerable a la persona que más odiaba en el mundo.

—Déjame adivinar... Arthur de nuevo ¿da? – eso fue más una afirmación que una pregunta, porque sabía que si alguien podía hacer que el "siempre alegre Alfred" se deprima era Arthur.

—Se va a casar... con Francis, y se van a ir del país— explico tomando otro de los shots, cada uno de un sabor y sensación diferente. Ivan alzo una ceja al verlo golpear la mesa con el vasito de cristal, agradeciendo que por milagro no se había roto por el golpe. Definitivamente estaba todo menos sobrio. —N—no lo entiendo... ¿por qué? – hundió su rostro entre sus brazos. El ruso soltó un pequeño bufido, era ridículo.

—Porque se aman, da. Arthur siempre lo ha amado a él— recalco lo obvio, quitándole la mirada de encima cuando vio al joven de antes regresar con la botella de vodka y un vaso, ubicándolos frente suyo y mirándolo de manera coqueta. Ivan le sonrió y le entrego su tarjeta antes de despedirlo y volver su atención al rubio frente suyo que lo miraba con un tinte de celos que intento disfrazar cuando noto la mirada amatista sobre la suya.

—No, no es así. Tú no sabes nada. Yo lo amaba...— apretó la mandíbula e intento contener las lágrimas que se acumulaban en sus ojos, no quería llorar, lo que menos quería era llorar. Y en ese momento se maldecía el ser tan débil, el ser un maldito llorón, porque, aunque siempre aparentara ser fuerte y estar siempre alegre, esos eran tan solo los muros que con los años había construido a su alrededor. El ruso se levantó de su asiento y se inclinó hasta cogerlo del cuello de la camisa, acercándose peligrosamente a su rostro.

—Oh, se más de lo que crees Fredka...— sonrió de lado, hablando en un susurro tan cerca de su oreja que le causo un escalofrío —y bueno, ahora ambos sabemos lo que se siente no ser correspondido— susurro al final, aparentando que no le daba importancia y volviendo a su asiento. Lleno por sexta vez su vaso de vodka y se lo llevo a los labios, empezando a tomarlo como si de agua se tratara, porque por mucho que intentara, sabía que el alcohol no afectaba a su sistema, por lo menos no tan rápido como a la mayoría de personas.

Angel EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora