Su espalda golpeó contra el duro azulejo de la ducha con un jadeo que fue enseguida consumido por los labios del hombre frente suyo. Gotas de agua tibia caían sobre su ropa ya mojada, estaba hecho un desastre pero no le importaba, no tuvo tiempo de pensar en cómo su cabello se estaba pegando a su frente ni de cómo su ropa estaba completamente empapada y pegada a su cuerpo.
Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza al sentir los labios de Francis sobre la glándula en su cuello, su pulso se aceleró y sus ojos se nublaron en anticipación pero la mordida nunca llegó. Un pequeño quejido salió de sus labios en protesta, quería que Francis lo hiciera, que lo marcara como años atrás lo había hecho por primera vez pero los labios sobre los suyos lo acallaron. Racionalmente sabía que ese no era el mejor momento, y lo que podría provocar. Por eso cerró sus ojos y forzó a su cuerpo a calmarse un poco. Pero con el olor de Francis tan cerca no había mucho que pudiera hacer.
Se dejó envolver en la sensación de los labios sobre los suyos, de sus lenguas moviéndose juntas y la saliva resbalando por su quijada. Era dulce, era tan dulce que no quería separarse, que no pudo evitar el quejido que escapó de sus labios cuando Francis se separó para comenzar a quitar su ropa. Su abrigo fue el primero en caer al piso, seguido de su camisa, dejando sus pezones erectos expuestos. Francis no dudó ni un segundo en bajar a lamerlos y chuparlos.
Jadeo, echando su cabeza hacia atrás con un quejido, el agua mojando su rostro le sirvió para intentar calmar un poco el calor que no dejaba de crecer en su vientre. Quería que se apresurara, que lo tomara sin tanto juego previo, pero no quería pararlo, porque se sentía tan bien. Su erección dolía demasiado, por eso cuando una mano por fin bajó a tocarlo no pudo acallar el gemido con su nombre. Rogaba que en ese momento no hubiera nadie cerca de los vestidores de la estación, pero si había alguien tampoco tenía la mente para preocuparse.
Francis deslizó sus pantalones y ropa interior de manera tan lenta que quiso maldecir. Cuando por fin se vio liberado alivio recorrió por todo su cuerpo, una mano bajo a apretar su erección, y los labios de Francis acallaron su gemido antes de bajar a su cuello y dejar una vez más un beso en su glándula. Gosh... lo quería tanto, quería sentirlo dentro, quería sentir su piel contra la suya y sus labios besando los suyos bajo el agua. Pero Francis no subió a besarlo, no comenzó a prepararlo ni entró en su interior. Con confusión y desesperación vio cómo bajaba a sus rodillas antes de que la realización de que era lo que iba a hacer lo golpeó. La respiración sobre su erección lo hizo estremecerse, sus ojos se llenaron con lujuria y anticipación, pero nada lo preparó para el momento en el que Francis lo tomó en su boca.
Sus manos se apretaron en el cabello mojado, y rogó que el sonido del agua disimulara sus gemidos. Podía sentir la lengua recorriéndolo por completo antes de ser envuelto nuevamente por ese calor que lo hacía delirar. Y cuando lo envolvió por completo supo que no iba a poder aguantar más.
—F-Fran, para— pidió apretando sus ojos, no quería correrse, no quería que eso terminara aún. —P-para, please— rogó apretando más su agarre en el cabello ondulado. Francis se detuvo, y no supo si quería maldecir o agradecer por eso. Había estado demasiado cerca, pero... —Te quiero adentro— sus ojos bajaron a los nublados de Francis en una súplica.
—No tengo...— negó, no importaba. Nada importaba en ese momento, solo sentirlo dentro suyo era importante. Francis subió a besarlo antes de subir su mano a su rostro con clara preocupación en sus ojos, pero podía notarlo, el deseo y lujuria seguían presentes ahí. —Arthur... es peligroso— lo sabía, sabía que no estaba pensando cien por ciento racionalmente, pero era un riesgo que estaba dispuesto a tomar. Era un riesgo que quería tomar. Si era con él, nada más importaba.
—Estoy tomando anticonceptivos, por eso, Francis, please— rogó subiendo sus manos a las de Francis, sus ojos tocándose con los azules llenos de deseo y desesperación. Francis no pudo hacer más que ceder, si lo decía de esa manera no podía negarle nada. Volteo a Arthur, poniéndolo contra los azulejos de la ducha antes de comenzar a quitar su ropa. Su erección saltó libre cuando por fin pudo quitarse su ropa interior y nuevamente regresó a Arthur, besando sus labios antes de bajar a su cuello y espalda, para por último terminar frente a su entrada.
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Angel Eyes
RomanceUn accidente habia cambiado todo... Viviría para siempre con aquella carga, su vida era un infierno del cual nunca saldría. Se lo merecía, era su culpa. Pero, tal vez algo podría salvarlo de aquel hoyo negro en el que habia caído, eso algo, era cono...