Capitulo 22

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"Ven a casa inmediatamente"

Estaba en problemas.

Soltó un quejido adolorido y frustrado contra una de las almohadas. Su espalda dolía, sus brazos y su trasero dolían, su cabeza, su cuerpo entero dolía. Al principio cuando se había levantado en esa cama no había reconocido donde estaba, pero el momento que intentó sentarse para revisar los mensajes que estaban brillando en su celular pudo recordarlo todo.

Como había bebido la noche anterior, el beso de Ivan, como habían ido juntos a su edificio, y como...

Su rostro se puso rojo a más no poder y quiso morir. No, no, no, no...

¿Cómo había podido hacer eso? ¿Con Ivan de todas las personas? Eso había sido un error, un muy grande error. Hundió su rostro entre sus manos, podía recordar todo, cada detalle, cada palabra. Quería gritar y llorar al mismo tiempo. No, quería desaparecer y que la tierra lo tragara. Odiaba su maldita memoria, ¿por que no podía por una vez en su vida olvidar una cosa?

Con un dolor punzante en su cadera se levantó de la cama, tomando la ropa doblada en el velador que no recordaba haber visto ahí la noche anterior. Su celular tampoco. Damn... maldito Ivan. Debía vestirse e irse de ahí lo más rápido posible.

—Por fin te levantaste, ¿da?— su cuerpo se congeló al escuchar esa voz y su cabeza se dirigió con horror a la entrada de la habitación. Ivan estaba ahí, apoyado en el marco de la puerta con una taza en sus manos, viéndolo con una expresión neutra en su rostro.

—D-debo irme. —titubeo intentando cubrir la mayor parte que pudiera de su cuerpo desnudo con su ropa. Ivan bufó, rodando sus ojos antes de comenzar a acercarse. Había visto todo la noche anterior así que no tenía sentido que se cubriera ahora.

Alfred intentó retroceder, pero sus piernas chocaron contra la mesa de noche. No tenía a donde huir. Apretó sus ojos cuando sintió una mano tomarlo de la quijada de manera firme.

—¿Vas a irte así?— sintió como esa mano lo forzaba a alzar su cabeza, exponiendo toda la longitud de su cuello. Ivan bajó a olerlo, su nariz pasando por todo su cuello como si estuviese disfrutando del mejor olor del mundo. Un escalofrío lo recorrió por completo y sintió un cosquilleo en su estómago. ¿Por qué estaba haciendo eso? —Hueles a mi, ¿quieres que todo el mundo sepa lo que hicimos?— sus ojos y boca se abrieron en shock y realización. Las feromonas... lo había olvidado por completo. Él no podía olerlas pero su mamá definitivamente sí, y quién sabe quién más que se encontrara en su edificio pudiera hacerlo. Ivan soltó una risa ante su sorpresa, dejando su cuello para alejarse y mirarlo de pies a cabeza. Sus feromonas no era lo único de lo que tenía que preocuparse. Con satisfacción vio cada marca, chupón y moretón que había dejado en esa piel. Se veía tan lindo. Completamente suyo. —No me molesta. — definitivamente no le molestaba que cualquier persona que se acercara a Alfred pudiera olerlo en él, lo había marcado como suyo y no se arrepentía para nada.

—Voy a ducharme— gritó Alfred con enojo en su voz. ¿Cómo podía decir algo como eso? Con un chasquido de su lengua apretó su ropa contra su pecho, caminando a zancadas hacia el lugar que asumía era el baño.

—Es la otra puerta— su paso se detuvo, y sus mejillas comenzaron a enrojecerse una vez más. ¿Quién rayos tenía dos puertas dentro de su habitación? Los dos vivían en el mismo edificio pero ese departamento no se parecía para nada al suyo. Sin decir una palabra más se metió al baño, cerrando la puerta con un golpe. ¿Qué rayos estaba haciendo?

Miró su reflejo en el espejo y lanzó un pequeño grito, mortificado. Su cabello estaba hecho un desastre, sus labios y ojos estaban hinchados y enrojecidos. Estaba seguro de que debía estar cubierto de feromonas de Ivan. Y encima ese idiota...bastardo...maldito comunista... había dejado marcas en todo su cuerpo. Agradecía por lo menos que no estuvieran en ningún lugar visible. No quería ni siquiera pensar en lo que estaba resbalando por sus piernas. Ese maldito se había corrido en su interior. Puso una mano sobre su estómago, dolía. Definitivamente nada de eso había sido una buena idea.

Angel EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora