"—¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué mierda hiciste algo como eso? —su grito resonó por toda la habitación. Desde esa maldita cama su hermano ni siquiera tenía la decencia de mirarlo. Sus ojos estaban sobre su regazo, sus brazos vendados con sondas conectadas a cada lado. Había esperado al segundo día de que despertara porque no quería verlo de esa manera, nunca había querido verlo de esa manera. Sus ojos estaban vacíos y su piel pálida después de haber limpiado por completo su estómago de todo rastro de droga que pudiera haber ahí. Internamente quiso maldecirse a sí mismo, porque ¿cómo no se había dado cuenta? ¿Cómo había ignorado todo eso hasta ese punto? Si Lovino no lo hubiese encontrado el momento en que lo hizo... —¿Sabes lo preocupado que estaba?— su voz se quebró. No podía perder a la única familia que le quedaba. Pero todo eso era su culpa... sabía la razón por la que Arthur había caído tan bajo, la persona por la que había hecho todo eso, y sus puños se apretaron con odio a sí mismo. Porque sabía lo que ocultar la verdad había provocado en Arthur pero aún así sabía que revelar la verdad podía terminar en algo mucho peor. Arthur era todo lo que le quedaba, no podía perderlo. Le había permitido tomar hasta perder la conciencia, le había permitido fumar y había cegado su vista ante las drogas pensando que solo era una fase que ya iba a pasar, pero no podía continuar así. —Ya no voy a tolerar más esto, Arthur. Debes parar. — Nunca había sido un buen modelo a seguir, nunca había sido una persona que admirar ni un buen padre. Y ahora frente suyo su hermano estaba en esa condición. Su mirada se desvió a la ventana con impotencia. No sabía qué hacer.
No sabía qué hacer, y necesitaba tanto a sus padres en ese momento, necesitaba respuestas, necesitaba que alguien lo guiara porque no sabía qué acción tomar con Arthur, no sabía cómo ayudarlo a sobrevivir el desastre que él mismo había creado.
—Lo siento...— esas palabras en apenas un susurro ronco llegaron como un golpe en el estómago. Lo hicieron sentir peor, porque Arthur no era el que debía estarse disculpando. Todo era su maldita culpa. Pero nunca podría decirlo.
—Vas a entrar a una clínica de rehabilitación, me aseguraré de que lo hagas. —sentenció regresando sus ojos a los ahora llenos de lágrimas de su hermano. Ese era el primer paso, debía liberar a Arthur de esa adicción, de esa obsesión que tenía con el pasado, y si él no podía hacerlo se aseguraría de que alguien más lo haga.
—No. No quiero...— su mirada se clavó sobre la de su hermano con ira. Eso no era negociable, no aceptaría un no como respuesta.
—¡Arthur Kirkland!— gritó con una amenaza en su voz, sus ojos brillando para obligarlo a obedecer, pero en ese momento pudo ver como una de las enfermeras se ponía frente suyo, cubriendo por completo a su hermano.
—Lo siento, director. Es mejor que lo deje descansar....
Con un bufido dejó la habitación, y no volvió a visitar ese lugar hasta que Arthur fue dado de alta. Pese a todas las amenazas que le dió, Arthur nunca entró a rehabilitación. Después de todo, ¿cuando las amenazas habían funcionado con él?
Por suerte para su propia salud física y mental Arthur cumplió con su palabra de dejar por completo las drogas y el alcohol. Por lo menos las drogas, tampoco podía esperar mucho de la rebeldía y carácter de su hermano. Pero estaba mejorando.
En menos tiempo del que espero ya pasaron tres meses, y entonces, un día pasó. Arthur entró a su estudio, con una determinación que no había visto en él en demasiado tiempo.
—Voy a ir a Francia...
—¿De qué estás hablando? — justo cuando pensó que Arthur había comenzado a olvidarlo finalmente, ahora quería ir a buscarlo... Gosh. —Arthur...— suspiró, pasando una mano por su cabello en un intento de no perder su paciencia. ¿Qué diablos estaba pasando por su cabeza?
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Angel Eyes
RomanceUn accidente habia cambiado todo... Viviría para siempre con aquella carga, su vida era un infierno del cual nunca saldría. Se lo merecía, era su culpa. Pero, tal vez algo podría salvarlo de aquel hoyo negro en el que habia caído, eso algo, era cono...