Capitulo 2: Saliendo de Narnia

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Capítulo 2

—Ya, no digas más, lo sé todo.

Kassandra tenía un brillo especial en los ojos y sonreía con gran satisfacción, no era necesario que Carolina le siguiera contando, ella, como ya lo había dicho, lo sabía todo. Lo sospecho desde siempre, desde el primer día en el que vio a Carolina con sus ojos cubiertos de lágrimas en la playa cuando las olas se llevaron su ropa interior y se negó a salir del mar por horas, oh sí, ver su trasero desnudo había sido la gloria, lástima que en esos tiempos aún no tuviera una cámara con la que inmortalizar el momento...

Kassandra siempre supo que había algo diferente en Carolina.

Se había preparado toda su vida para este momento, incluso algunos se habían presentado voluntariamente para ayudarla con sus ensayos, ¡y el día al fin había llegado!

—¿Qu-qué sa-sabes?—preguntó Carolina, un poco asustada y preguntándose si no podía haberlo ocultado bien todos esos años de amistad que mantenía con Kassandra, ¿tan pésima actriz era?

—Que lo tuyo no son los...—Kassandra se acercó a la oreja de su amiga y le dijo la palabra que no se atrevió a pronunciar, no por considerarlo tabú, sino porque sabía que su amiga enrojecería hasta las orejas—Y que te gusto, estoy guapísima y hemos sido amigas por ocho años, ¡ocho años viendo tu fea carota!, ¿cómo creías que no me iba a dar cuenta?—dijo, cogiéndose el pecho con una mano y dándose aire con la otra.—¿Tan mala amiga crees que soy?—termino, fingiendo estar ofendida.

Sí, se conocían desde hacía años. Antes de que entraran a la secundaria ya eran amigas. Kassandra la había conocido en su tercer año de primaria, cuando Carolina solo era una niña callada y menuda, de ojos marrón oscuro que le gustaba ocultar con su cabellera negra, la cual su único sueño era alcanzar una estatura decente, pero eso no se había cumplido... ahora ya era toda una mujercita, una muy pequeña, pero era una al fin de cuentas.

Carolina estaba sorprendida, mientras su rostro se debatía entre la incredulidad y la vergüenza, a pesar de conocer a Kassandra hace bastante tiempo ya, en ningún momento ella dejó de sorprenderla con alguna de sus pendejadas.

—Tienes razón... pero tú no me gustas, eres mi amiga, no jodas.—confesó Carolina con total sinceridad.

Algo se había roto dentro de Kassandra, era la primera vez en sus quince años de vida que la dejaban en la zona del amigo, sintió que su orgullo y su dignidad estaban siendo pisoteados. Lo había perdido todo ese día, ¿qué sentido tenía el de respirar ahora? ¡El amor de su vida, había perdido al amor de su vida! No, su vida ya no tenía sentido, su existencia perdía valor, lo había perdido todo... lo mejor sería salir corriendo de allí y tomar el primer vuelo a China, se cambiaría de identidad y sería una chef famosa cocinando perro en algún restaurante lujoso, olvidándose así de su amor imposible...

En su mente, Kassandra ya había hecho todo un plan de fuga, para "salvar" su dignidad, pero recordó justo a tiempo que a ella no le gustaba Carolina, aunque el hecho de que ella la haya mandado a la zona del amigo por primera vez era una herida que tardaría mucho en ser borrada.

—Ya bueno, ¿quién te gusta?—preguntó Kassandra, con una mirada picara puesta en su amiga.

La herida cicatrizo en tiempo record.

—Adivina.

—¿Estefi?

—¿Estefi?

—¡Estefierrote!

Después de una vida llena de peligros y amenazas por ser como era, Kassandra había adquirido ciertos reflejos para esquivar objetos que pudieran lastimarla o herirla de gravedad. Con mucha agilidad, se tiró al suelo a tan solo segundos de que el celular Nokia tamaño ladrillo se estrellara contra su hermoso y preciado rostro, un humilde regalo que Afrodita le entregó el día de su nacimiento.

¡La culpa es de Kassandra!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora