Cuando la familia se reúne, provocan un desmadre, un chongazo, o como tu prefieras llamarle, latino que se respeta lo sabe muy bien.
La fiesta del abuelo si que había sido una buena excusa para volver a casa, reunirse con la familia o presentarse como un nuevo primo. El punto es que, familia de todas partes del país -inclusive los que se fueron lejos- habían vuelto a verse después de largo tiempo.
La enorme sala se había convertido en una especie de choque de culturas. Por un lado podías ver a alguien hablando el español con un fuerte dejó español, mexicano, colombiano e incluso inglés.
—... ella es mi tía Miriam, él es mi primo Rafael y...él es el tío Eduardo... eso es harina...
—¿Es panadero?—preguntó Kassandra, con una ceja levantada.
—No lo sé—admitió Rachelle—Pero juro que eso es legal.
Kassandra rodó los ojos y no dijo nada más, obvio no se había creído el «eso es harina» o «juro que eso es legal».
—No te preocupes, que Mujica ya lo hizo legal, solo no abuses—soltó Richard, poniéndole una mano en el hombro a su amiga, que lo miraba con recelo.
Rachelle iba a responderle -aunque por la cara que tenia mas parecía querer golpearlo- pero escucho la voz de alguien llamándola, así que se contuvo.
—¿Vamos a pasear?—preguntó animada Jessica, sacudiendo por los hombros a su amiga.
—Claro—acepto Rachelle.—¿Vienen?—preguntó, dirigiéndose a sus amigos.
—Jugaremos fútbol con tu familia—respondió Richard, pasándole una mano por la cabeza a Daniel.—Vayan ustedes.
Rachelle rodó los ojos, ella no era precisamente una amante del fútbol y no entendía del todo el hecho de ver a hombres corriendo tras un balón. Era «la deshonra de la familia», como la había llamado su hermano.
Al escuchar la palabra fútbol, todos habían vuelto la mirada hacia los chicos, que se sintieron un poco intimidados por tan repentina atención. Pasaron unos segundos en los que intercambiaron miradas, hasta que todos se levantaron con una sincronización increíble y salieron afuera de la casa, dejándolos solos.
Dos de los tíos mayores hacían ahora de entrenadores y los demás se sentaban en las sillas que habían sacado. Algunos hacían apuestas y otros barras a el equipo de su preferencia o, en todo caso, al equipo donde se encontraban sus hijos, aunque fueran malisimos y solo sirvieran de recogebolas...
Improvisaron una cancha de fútbol en el enorme jardín, poniendo dos ladrillos que hacían de arcos en cada extremo.
—Hora de brillar, hermano—sonrió Richard dándole un golpe en el hombro a Daniel mientras todos caminaban hacia la improvisada cancha de futbol.
—¿Brillar?—pregunto burlona Kassandra.—¿Tengo que recordarte la reverenda goleada que les dieron el la final del año pasado? Esa fue la cagada del siglo.
—¿Nunca lo vas a olvidar?—preguntó Richard, con un tono de voz que parecía rogarle a su amiga que olvidara esa pésima actuación.
Y en serio que había sido una total decepción. ¡Era la jodida final! Todos habían pagado la entrada para ver a su equipo jugar y la experiencia que se llevaron fue horrible. Carajo, ¿quien pierde por nueve a cero? ¿Jugaban sin arquero o que? Los jugadores se negaron a salir de su casa por días y tuvieron que contratar seguridad para no ser linchados por sus compañeros furiosos. Pero gracias al equipo femenino todos se olvidaron que su escuela había sufrido una humillación pública ante sus eternos rivales.
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¡La culpa es de Kassandra!
Fiksi RemajaOcho adolescentes enfrentan su último año de secundaria y están decididos a tener el mejor año de sus vidas, antes de que las millones de responsabilidades adultas les caigan encima. Liderados por Kassandra (una chica que no sabe cuándo cerrar la bo...