—Provecho, ustedes sí que son dos chicas afortunadas—se burló Daniel, a la salida del colegio—Son demasiados trabajos, van a tener que esforzarse si quieren terminarlos todos ese sábado...
Los demás le rieron la gracia.
—Cállense, sé que se están muriendo de envidia y quieren estar en mi lugar—dijo Kassandra—Sé que Caro desea más que nada estar toda la tarde viendo a la profe, ¿no?
Carolina se sonrojo y los demás volvieron a reírse más fuerte, incluso Jessica, que veía con dolor como se perdería el capítulo final de una de sus series favoritas. Claro, le habían dicho que podría ver la repetición luego, pero ella decía que no era lo mismo que verlo (y sufrir) en vivo.
De igual forma, tenían que aceptar su cruel destino.
—Entren—dijo Gianella—Siéntense por allí—añadió, señalando con la cabeza la mesa que estaba frente a la que ella usaba.
—Buenas tardes—jadearon ambas y entraron casi corriendo al aula.
Kassandra y Jessica estaban bañadas de sudor, habían corrido como locas en su desesperación por llegar a tiempo.
—A ver si con esto aprenden a no hablar en clases—dijo Gianella—Y no, ni intentes negarlo Gamín, te he visto—añadió, cuando vio que Kassandra empezaba a abrir la boca.
—A veces pienso que usted tiene una muy mala imagen de mí...—murmuró Kassandra.
—¿Y esa es mi culpa? La primera vez que te vi estabas subida en una mesa, lanzándole tizas a tus amigos—contesto Gianella, con una sonrisa.
—No era la única...
—No recuerdo haber visto a nadie más subido en la mesa—Gianella puso unos cinco o seis folders frente a Kassandra, luego hizo lo mismo con Jessica, que no paraba de echarse aire con la mano—Será fácil para ustedes, por algo están en Quinto. Corrijan la ortografía y el uso de tildes, cualquier duda, pregunten. Ahora sí, empiecen de una vez, si no terminamos hoy, quedara para mañana, ¿entienden?
Ambas muchachas soltaron quejidos, cosa que Gianella interpreto como que si habían entendido lo que dijo. Regreso a su mesa y también se puso a leer, con el lapicero rojo moviéndose de aquí para allá.
—Eh, profesora—llamo Jessica, cuando ya tuvo fuerzas para hablar.
—¿Paso algo?—preguntó ella, levantando la cabeza.
—Es que no nos ha dado lapiceros...
—Escriban con las manos—dijo, sonriendo.
—Vamos, no puede estar hablado en serio...—se unió Kassandra.
—Aunque es tentadora la idea de hacerlas escribir con sangre—dijo Gianella, buscando en su bolso—eso rompería un par de reglas en este colegio y la Sociedad Protectora de Animales me caería encima—termino, extendiendo dos lapiceros a las chicas, que no sabían que cara poner después de todo lo que habían escuchado.
Kassandra y Jessica tenían que admitir que ese trabajo era genial, nunca se habían podido imaginar que corregir tareas podía ser tan satisfactorio. Les empezaba a gustar eso de tachar las palabras escritas incorrectamente y corregirlas arriba, hasta era divertido leer las burradas que algunos (los que no se habían tomado la molestia de leer el libro y creían todo lo que veían en internet) escribían. Hubo tres trabajos exactamente iguales (ni siquiera se habían dignado a cambiar el modelo de la caratula) y, para las chicas, poner bien grande la palabra 'copia' más la bajísima nota, fue lo mejor del día, sí que se entretuvieron, pues hasta la hora la olvidaron.
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¡La culpa es de Kassandra!
Fiksi RemajaOcho adolescentes enfrentan su último año de secundaria y están decididos a tener el mejor año de sus vidas, antes de que las millones de responsabilidades adultas les caigan encima. Liderados por Kassandra (una chica que no sabe cuándo cerrar la bo...