Capítulo 26.

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Sé que mi hermano me ha dicho que no puedo ir. Pero ¿qué mas da? Ya buscaré la forma de escaparme sin que se entere. Se va a ir de gira en nada, tengo que disfrutarlo ahora que lo tengo aquí.

-Comemos juntos. Hasta el viernes entonces.

-Hasta el viernes.

Cuelgo. Mi hermano me llama para cenar. Ya están los dos sentados.

-Hola mamá – le doy un beso en la mejilla y me siento.

-¿Qué tal te ha ido el día, cariño?

-Bien, aunque estoy cansada.

Me sonríe. Comemos hablando de cualquier tontería. Cuando acabo, recojo mi plato y ayudo a recoger la mesa. Subo a mi habitación y al poco entra mi hermano.

-Hola.

-Hola – respondo lo más seca que puedo.

-¿Estás enfadada?

Que idiota es. ¡Pues claro que estoy enfadada! ¿Es qué es tonto?

-Sí.

-¿Por qué?

-¿Me puedes dejar en paz?

-Venga, Vicky, no te comportes como una cría.

-Para ti lo sigo siendo, ¿por qué no me debería comportar así?

Pone los ojos en blanco y se acerca a mi.

-¿Me dejas en paz?

Cojo el móvil y me lo pongo justo delante de la cara. Me baja las manos y me obliga a mirarle.

-Lo hago porque me preocupo por ti.

-¿No había nada más típico que decir?

Bufa.

-Te recuerdo que le conociste una noche en la discoteca, y que hasta hoy mismo no sabía tu edad. Simplemente me preocupo por ti.

-Uno – gesticulo con las manos – llevamos 4 meses saliendo, si me hubiese querido hacer algo ya me lo habría hecho, ¿no crees? Y dos – señalo el dos con los dedos de mi mano izquierda – Gracias por preocuparte por mi, ¿te puedes ir ya? - digo con un notable tono de ironía que sé que le pone de los nervios. Me levanto y le abro la puerta, invitándole a salir.

-Odio cuando te pones así.

Sale por la puerta.

-Gracias – digo irónicamente antes de cerrarla.

Me vuelvo a tumbar en la cama. Intento pensar un plan. Me tapo los ojos con las manos e hincho los mofletes. Estoy un rato pensando en ello, pero no se me ocurre nada. Me empieza a doler la cabeza de pensar y me duermo.

La semana pasa volando y ni si quiera tengo un plan para hacer el finde. Le he preguntado a Noa, pero tampoco se le ocurre nada.

El viernes, me levanto, y me preparo para ir al instituto. No hablo con mi hermano, pero sé que trabaja toda la mañana y después se va con Ari. Vía libre o al menos el viernes libre. Le cuento a Noa lo que tengo pensado hacer mientras vamos de camino al instituto.

-¡Pero tú estas loca! ¡Qué te van a pillar!

-No te preocupes. Ya verás como no.

-¿No me vas a decir que lo tienes todo controlado?

-No, porque no lo tengo. Pero no puedo perder la oportunidad. Si te preguntan, tú di que no sabes nada.

-No me metas en líos, eh.

Chica misteriosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora