Chica misteriosa.

Capítulo 5.

Él se quita de encima mía y me mira fijamente.

-¿Cómo?

-Que soy virgen... Y no quiero que mi primera vez sea por un calentón con un chico que acabo de conocer.. Lo siento...

Me siento en la cama, cojo la camiseta y me la pongo. Me levanto, pero me coge de la mano.

-¿Dónde vas?

-A casa. Cogeré un taxi o algo.

-¿Tú estas tonta? Quédate aquí anda. No pasa nada, te entiendo – me dice sonriendo.

Me da fuerte tirón del brazo, que hace que me caiga en la cama.

- ¿Quieres que te deje algo para dormir? Si quieres te dejo una camiseta, aunque te quede grande te vale como camisón

Asiento con la cabeza y se levanta. Me coge de la mano y me lleva hacia su armario.

-Elige la que quieras.

-¿Me dejas elegir?

-Claro

Me quedo mirando el armario. Al final elijo una camiseta de manga corta negra, con cuello pico. Cuando me la pongo me llega dos palmos por encima de la rodilla y, como tiene escote pico, me queda bastante escotada.

-Te queda bien – me dice David cuando salgo de la habitación. Él también está cambiado.

-¿Tu crees?

-Claro. Si no lo pensara no lo diría.

Sonrío, pero la sonrisa me la interrumpe un bostezo.

-Ains, peque, ¿tienes sueñito?

-Un poquito.

-¿Dónde quieres dormir?

Me paseo por la casa. Abro una puerta y me encuentro con una habitación pintada de rosa y con varias muñecas. Parece ser la habitación de un niña pequeña.

-Aquí no puedes dormir – me dice mientras me abraza por detrás – es la habitación de mi hermana pequeña.

Giro un poco la cabeza y la levanto porque me saca más de una cabeza.

-Yo te recordaba más alta.

-Es que llevaba tacones y ahora estoy descalza – digo señalándome el pie y levantándolo.

Me coge en brazos, poniendo las manos en mi culo.

-Ahora eres más alta que yo – me dice

-Eso parece

Agacho un poco la cabeza y le beso.

-Creo que ya se que habitación quiero.

-¿Si?

-Sí. Quiero la principal, la que hemos estado juntos. Llévame hacia ella mi lindo corcel – digo y con un movimiento hábil me pongo a su espalda.

David hace como que relincha y me lleva a la habitación. Me deja cuidadosamente en la cama.

-¿Y yo donde duermo?

Me siento como los indios y él se sienta enfrente mía.

-Pues aquí. Es una cama de matrimonio, cabemos los dos.

-¿No te importa?

-En todo caso eso debería preguntártelo yo a ti, ¿no crees?

Se empieza a reír.

-¿Qué ha tenido eso de gracioso? Joe a veces no se ni lo que digo.

Me mira, pero no dice nada. Simplemente me besa. Cuando se separa nos miramos fijamente y le sonrío, después él. Y acabamos riéndonos.