Chica misteriosa.

Capítulo 27.

David le da la mano y se acercan a mi. Yo sigo inmóvil. No se lo que hacer ni que decir.

-¿Conoces a Lucia?

-Creo que la he visto en fotos.

-Bueno, pues ella es Lucía. Es mi hermana pequeña. Y Luci, esta es Vicky, mi novia.

Se acerca a mi, sonriente, y me da dos besos. Yo no me muevo. No sé que hacer.

-¿Vicky? ¿Estás ahí? - pregunta David.

-Sí – contesto dudosa – vamos a entrar.

Abro la puerta y entramos.

-Voy a subir a por unas cosas, ¿vienes conmigo, David?

-Vale.

-¿Puedo ver la tele? - pregunta Lucía

-Claro.

Intento sonreír, pero estoy tan nerviosa que ni si quiera me sale. Subimos a mi habitación.

-¿Pero eres tonto?

-¿Por qué?

-¡Es tu hermana!

-Ya lo sé.

-¡David, que tiene mi edad!

-Ya lo sé.

-¡¿Cómo la has traído?!

-Para que la conozcas.

-¡¿Qué?!

-Así te vas preparando para cuando en semana santa vayamos a Granada y conozcas a mis padres.

-¡¿VOY A CONOCER A TUS PADRES?!

-Claro. En Semana Santa, concretamente.

-Ni hablar. Me niego. - me cruzo de brazos.

-¿No quieres conocer a tus futuros suegros?

-Por no querer, no quería ni conocer a mi cuñada.

-¿Por qué?

-¡David! Tu hermana es de mi edad, es raro.

-Es que eres muy pequeña.

-No es que sea pequeña, es que tú eres un viejo.

Le doy la espalda y me abraza. Me pone delicadamente el pelo a un lado del cuello y me besa la clavícula.

-Si vamos enserio, quiero que mis padres lo sepan – habla casi susurrándome al oído y me vuelve a besar la clavícula – si no vamos enserio, dilo ya.

Me giro y me miro.

-Vamos todo lo enserio que se puede ir en una relación.

Me sonríe.

-¿Entonces conocerás a mis padres?

-Supongo que tengo casi 3 meses para prepararme psicológicamente.

Sonreímos y nos besamos.

-¿Qué ropa me llevo? - cojo una mochila para meter las cosas.

-Llévate algo arreglado.

-¿Para qué?

-Sorpresa.

Suspiro. Voy al vestidor y David me sigue. Estoy un rato rebuscando cosas.

-¿Esto te gusta? - saco una americana de color rosa, un vaquero y una camiseta de encaje blanca.

-Sí. Estarás guapísima.

-Yo con cualquier trapito estoy preciosa, ya lo sabes.

Se ríe.

-¿Y de zapatos?