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S O P H I E    P O V

-Admítelo, nos hemos perdido. -me picó Charlie.

-No nos hemos perdido. -bufé mientras me subía a un banco para ver más allá.- Os juro que tendríamos que estar al lado del lago.

-Pero no lo estamos. -canturreó Iv.

Di un salto sobre el banco, pero no conseguí ver nada. No quería admitir que nos habíamos perdido porque fui yo la que presumió de saber manejarse por Orlando. Maldito ego.

-Giremos a la derecha. -dije al ver que mucha gente se dirigía hacia allí.- Seguro que al cruzar esa esquina ya lo vemos.

Bajé de un salto y caminamos entre toda la gente. Después de caminar unos cuantos metros más, a lo lejos vimos una pequeña porción de agua: el lago.

-¿Veis? Os lo dije. Yo tenía razón. Mi segundo nombre es brújula.

Cuanto más nos acercábamos más lago veíamos. Alrededor de él había mil puestos de todos los tipos: de comida, de ropa, de joyas, de muebles, de decoración, de maquillaje, de discos, de libros, de comics... la gran mayoría de las cosas eran artesanales.

Y no podríamos haber comprado más cosas. Em y Charlie arrasaron el las tiendas de discos, donde había un montón de CDs viejos de grupos que sólo les gustaban a ellas dos. Ivana y Didi compraron medio tenderete que vendía maquillaje natural, de este que no hace daño a la piel y todas esas cosas. También me obligaron a mí a comprar. Wen compró un paquete de cada fruto seco que puedas imaginar, pero garrapiñado. En la tienda de joyas todas compramos lo mismo: un anillo plateado igual para cada una. Wen compró unos cinco libros y yo cogí unos cuantos comics que no había encontrado por ninguna tienda especializada.

Conclusión: ninguna podía con todas las bolsas que llevábamos.

Estábamos a punto de irnos ya que el calor sofocante y el barullo que formaba toda la gente empezaba a ser insoportable, cuando Didi vio algo a lo lejos y nos arrastró a las demás hacia un puesto algo vacío.

En la parte superior del puesto había colgadas unas diez guitarras pequeñitas, todas de colores diferentes. Según el cartel, eran instrumentos hechos a mano. También había un piano dentro donde el chico tocaba una canción que desconocía.

-Hola. -saludó Didi con una sonrisa. El chico levantó la vista y lo primero que pensé fue que no debía ser mucho mayor que nosotras. Veinte años, quizá. Lo segundo fue que tenía unos ojos bonitos. Lo tercero fue que tenía barba de hipster, así que le descarté inmediatamente.

-Hola. -el chico le devolvió la sonrisa coqueto pero Didi no pareció notarlo. Está tan metida en lo que pasó con Bellamy que no se da cuenta de que la mitad de los chicos que la ven por la calle se giran para mirarla.

-¿Te importa si cojo una? -señaló una de esas guitarras y el chico hizo un gesto para que la cogiese. Se puso de puntilla y cogió una rosa. Empezó a hacer varios acordes al azar y a afinarla.- Chicas, ¿tocamos algo?

-Por mí sí. -dije al segundo. Charlie sonrió conforme, Iv y Em asintieron y Wen se encogió de hombros, pero con una sonrisa.

-¿Me permites? -preguntó Charlie al chico señalando el teclado. Giró el teclado para que la ojiazul pudiese probar unos acordes. Luego nos miró.- Lista por aquí.

Las seis nos miramos entre todas y asentimos a la vez. Em dio un paso hacia delante. Se giró y miró al chico, que nos miraba curioso.

-Chaval, te vamos a hacer de oro. -se volvió a girar, puso sus manos en forma de cono y gritó- ¡Señoras y señoras! Es un placer estar hoy aquí, ensayando lo que haremos en Magcon. -al decir esto varias personas se pararon a mirar.- Con todos ustedes, improvisando, ¡WEDICS! -vi un grupo de fans que corrían hacia donde nos encontrábamos para grabarnos con los móviles. Gritaban nuestros nombres y nos animaban.

WEDICS » Magcon Girls And Magcon BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora