CAPÍTULO 3-.

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Nos vamos acercando, poco a poco, el autobús se va abriendo paso entre los grandes y robustos árboles, pasan tres minutos y los árboles han desaparecido.

Aparece el campus, rodeado de una alambrada; el recinto es grande, hay una puerta que se abre y deja paso al autobús. Da una vuelta a uno de los edificios y se detiene.

— Ya pueden bajarse — Anuncia el conductor por el megáfono.

Se abren las puertas y la gente sale del autobús a empujones, salgo disparado del autobús. Una vez fuera recojo los auriculares y los meto en la mochila.

Voy al departamento donde se encuentra el equipaje. Se abren las puertas y una maleta sale disparada al suelo. Un chico pelirrojo con pecas se agacha y se apresura a recogerla.

Todo el mundo se aprieta contra el autobús para coger las maletas, yo me acerco cojo mis maletas, mi tabla y el longboard y salgo de la masa de gente.

Un poco apartado hay un hombre joven, de unos treinta y tantos años con el pelo castaño y unas gafas.

— Por favor, vayan todos a los edificios de habitaciones — Dice a la par que se quita las gafas.

Sigo hacia delante y me paro delante de unas señalizaciones, habitaciones de chicos a la derecha.

Voy hacia donde me han indicado, cruzó por un parque y me meto por un camino de tierra, ya hay gente echada en el césped y debajo de los árboles.

Me doy prisa, creo que soy de los últimos en llegar, cuando entro me doy cuenta de que no es así, todavía hay mucha gente en la puerta, me abro paso entre todos ellos.

En medio de la sala hay un mostrador improvisado, en él una cola de personas me tapan la visión. Me pongo a la cola y espero, después de veinte largos minutos por fin es mi turno.

Detrás del mostrador hay un hombre calvo, lleva gafas oscuras y viste con una camisa blanca y pantalones de vestir negros.

— Su nombre por favor — Pregunta mirándome por encima de las gafas.

— Peter Mitrholl — Contesto fijándome en los papeles que tiene encima de la mesa.

— Habitación ciento veintitrés — Dice entregándome un papel con el número escrito.

— Vale muchas gracias.

Subo una alta escalera de caracol.

PRIMERA PLANTA. A la derecha habitaciones 1 - 25. A la izquierda habitaciones 26 - 50.

SEGUNDA PLANTA. A la derecha habitaciones 51 - 75. A la izquierda habitaciones 76 - 100.

Tengo que subir otra planta, me he dado cuenta que hasta la habitación número cien son chicos de cursos superiores.

TERCERA PLANTA. A la derecha habitaciones 101 - 125. Por aquí está mi habitación.

Giro a la derecha, hay un pasillo que gira a la derecha. Estoy muy nervioso, tengo que parar, dejar las maletas y echarme en la pared para tranquilizarme, el corazón me late demasiado deprisa. Me pongo la mano en el pecho, no para...

Cada vez me cuesta más respirar, escurro la espalda por la pared hasta quedar sentado en el suelo, junto los codos con las rodillas y escondo la cabeza. Empiezo a jadear por la falta de aire, me está entrando un ataque de pánico. Me repito mil veces <<Todo va a salir bien>> aunque no me consigo convencer.

Me levanto y me siento tremendamente mareado; miro hacia todos los lados y me encuentro con una sombra, no es nada humano es una especie de niebla oscura, se queda observándome y desaparece, voy tambaleándome a la habitación, giro por el pasillo y me detengo en la habitación ciento veintitrés. Me sujeto al marco de la puerta y llego hasta la cama donde pierdo el equilibrio, aterrizó en el mullido colchón, parpadeo varias veces seguidas para librarme de los puntos que bailan en mis ojos.

Lo Invisible LI#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora