CAPÍTULO 21-.

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¡Seis!, seis días pasé en la enfermería, si a eso le sumas los diez días que estuve dormido dan un total de ¡Dieciséis días!.

Llevo más de medio mes entre estas cuatro paredes, por muy raro que suene echo de menos las clases de historia, a estas alturas las echo mucho, mucho de menos.

Según la enfermera al hacer esa <<Escapada fallida>> se me soltaron los puntos de la herida y se me abrió así que tuvieron que darme puntos una vez más y una vez más estuve en esa odiosa habitación aunque con la diferencia de que esta vez no me iban a dejar tranquilo, a cada hora como mucho había alguien que pasaba por delante de la habitación para comprobar que estaba bien, se podría comparar con la enfermería de una prisión de máxima seguridad aunque más bien era para saber si no había tenido otra vez la genial idea de escaparme con una herida recién cosida.

En este tiempo lo único que podía hacer es hablar con Jeane y con los demás cuando sus horarios les permitían visitarme. Cuando se iba Jeane hacía lo que fuese por no aburrirme, he tenido que estudiarme un tema de historia que cuando acabé me vi forzado a releérmelo para no morir del aburrimiento.

Estoy en la sala de espera, están firmando unos papeles para darme el alta médica. Me levanto cuidadosamente la camiseta y me observo la venda, esta no me rodea todo el cuerpo como hacía la que me pusieron nada más darme puntos, está alrededor de la herida. Toco un poco la venda y un dolor recorre mi cuerpo, decido dejar la herida y me bajo cuidadosamente la camiseta para intentar que me roce lo menos posible con la piel.

Estoy sentado con Elisa, me ha contado que Trevor está castigado aunque no me ha contado bien cuál es la razón.

Sandy está estudiando para el examen de historia (Cosa que a mí no me hace nada de falta) y Dave sigue con su música, creo que Dave llegará bastante lejos en esto de la música, en el baile pusieron su maqueta y la verdad es que está bastante bien, trabaja en eso muchísimo tiempo, todo el tiempo que yo me dedico en estar en una camilla.

Llevamos como cinco minutos sentados y nadie habla, la mujer de recepción no para de mirar unos papeles y de vez en cuando escribe algo en ellos. Es de piel oscura y de pelo rizado recogido en una coleta, no tiene cara de muchos amigos así que no me parece buena idea meterle prisa.

— ¡No entiendo por qué tarda tanto, solo es firmar un papel! — Exclama Elisa ya desesperada pero lo bastante bajo para que no se entere la mujer, creo que ella también se ha dado cuenta de su cara de pocos amigos.

— Llevo aquí medio mes, por unos minutos no creo que me muera — Respondo sarcásticamente.

— Bueno, ¿Y cómo has aguantado tanto tiempo aquí metido? — Pregunta Elisa.

En ese momento mi primer instinto es en contarle lo de Jeane pero pensándolo mejor me lo voy a reservar, ya que no estoy seguro ni que de verdad exista, ya tengo suficiente con que Trevor piense que estoy loco, lo sabemos el yo. Tres ya serían multitud.

— Aunque no te lo creas, estudiando – Digo enseñando el libro de historia del arte.

— Ya tendrías que estar aburrido —Exclama dándole dos palmadas al libro.

En ese mismo instante la mujer levanta la cabeza.

— ¡Peter Mitrholl! — Levanta la voz aun no habiendo nadie en la habitación, supongo que será el protocolo a seguir.

Me levanto y voy hacia la mesa, intento no reírme pero es prácticamente imposible, Elisa se está riendo, se ha tapado la boca con la mano y está mirando para otro lado, por suerte la mujer está bastante ocupada haciendo algo en el ordenador para prestarnos atención. Cuando estoy en la mesa veo una carpeta con papeles dentro, no sé muy bien que tengo que hacer con eso así que me quedo observándola.

Lo Invisible LI#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora