CAPÍTULO 27-.

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¡No! ¡No puede ser! El que está en el suelo es Trevor, al que dejé durmiendo hace apenas unos minutos. Antes de pensar una solución adecuada salgo disparado hacia él, quiero gritar pero no puedo, un gran nudo impide que salga sonido alguno de mi garganta.

Siento que me asfixio y me obligo a respirar en grandes bocanadas de aire, todo mi alrededor empieza a dar vueltas y me veo obligado a agarrarme a un árbol para no caerme.

Estoy en shock y no llega suficiente sangre a mi cerebro, no puedo pensar con claridad solo sé que tengo que hacer una cosa y es evitar que Trevor muera.

Sin haberlo decidido salgo corriendo y me agarro al cuello del espectro, siento que mis palmas tocan su piel, piel fría como el hielo que me quema. Aprieto, aprieto con todas mis fuerzas, el espectro empieza a gritar, no suena humano ni animal y se agita para quitarme de encima.

Le clavo las uñas hasta que vuelve a gritar, siento un golpe en el estómago, un golpe lo bastante fuerte como para hacerme gritar, me tira al suelo pero me levanto enseguida. Miro a Trevor que está sumamente quieto, una mirada hace que empiece a temblar de rabia, me acerco a eso todo lo rápido que puedo y le doy un puñetazo que acierta en un costado, consigo que retroceda.

Obligo a mis pulmones a respirar hasta que recibo otro golpe que hace que estos cesen de suministrar oxígeno a mi cuerpo, siento un fuerte golpe en el costado y como un líquido caliente recorre mi cara, me giro y veo al espectro moviéndose, parece nervioso y va corriendo al lado de Trevor. Una neblina blanca sale de él y sin poder comprobarlo siento como se le escapa la vida, veo como hace el intento de incorporarse lo cual va seguido de un ataque de tos y este de un grito, un grito en el que se siente reflejado todo el dolor y que siento como una puñalada en el pecho.

Sin comprobarlo sé que está muerto, puedo ver su cara pálida desde aquí, sus ojos vidriosos perdidos en algún sitio muy por detrás de mí, veo yacer sus manos flácidas y sin vida a ambos lados del cuerpo y puedo ver como se le escapa una hilera de un líquido rojizo de la boca y de la nariz.

Intento gritar, quiero despertarlo pero en vez de palabras me sale un gruñido y noto como los ojos se me llenan de lágrimas nublándome la visión, estas empiezan a caer descontroladamente, de tristeza, de impotencia y por encima de todo de rabia.

El llanto se transforma en gritos y la tristeza en rabia, me arrastro como puedo y llego al lado de Trevor, miro los ojos de mi amigo y no parece él, no lo reconozco sin su sonrisa sin su ilusión, lo cojo de los hombros y lo agito, lo agito todo lo que puedo.

— ¡Despiértate!

— ¡Despiértate joder! — Lo suelto y le cojo la mano, le arrastro y lo llevo conmigo, no puedo dejarlo aquí.

— Tranquilo, te pondrás bien, te llevo a la enfermería — Le digo, le miro y sé que no me está escuchando.

Caigo al suelo derrotado y me pongo al lado suya, le cojo la mano y se la aprieto con fuerza, no puedo dejarlo ir, todavía no, esto ha sido por mi culpa, debería ser yo y no él.

Noto un frío que me cala hasta los huesos y no me hace falta mirar que es, demasiadas veces he experimentado esa sensación.

Algunas personas hubiesen huido pero yo no, no soy valiente, soy egoísta. No me quiero ir porque necesito a Trevor a mi lado, no me voy porque él no se merece que lo deje.

No sé muy bien como lo hago pero consigo incorporarme, y me encuentro de frente contra esa masa oscura, noto como me pongo cada vez más rojo, tiemblo y no es precisamente de miedo. Nunca habría dicho esto en ocasiones normales pero quiero matarlo, deseo matarlo.

Lo Invisible LI#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora