1

385 22 5
                                    

—¿¡Qué coño has echo!?— pregunta Nifeo a través del teléfono.
—Soy un imbécil— se insultaba Isedo.
—Y yo pensaba que era el peor tratando las chicas— sonrió.
—Nifeo, no me hace gracia, ¿has visto cómo he acabado? — abre los ojos y sus pupilas se minimizan, parecía asustado y muy arrepentido por sus actos.
—Ya bueno...— mira Nifeo hacia los dedos de sus manos— míralo por el lado bueno, te sacarán, pero te vigilarán de cerca— hace el intento de hacerle reír — el guardia será como un guardaespaldas— sonrió de medio lado.
—Prefiero que me maten— contestó Isedo mirando a su hermano fijamente— tenía pensado en hablarle a ella y que me perdonara, pero lo único que conseguiré será que la pulsera pite y me vuelvan a encerrar— se toca la pulsera metálica de la muñeca izquierda.

Nifeo sólo suspiró.

—Ya se ha terminado el tiempo— le dijo un guardia a Isedo.
—Hasta el viernes— se despidió Nifeo de su hermano.

Colgó el teléfono e Isedo se despidió de él con una sonrisa amarga, el guardia le sujetó de las muñecas y le condujo de nuevo hacia aquel pasillo lleno de asesinos, psicópatas, gente que gritaba pidiendo su libertad y declarándose culpables.
El guardia que acompañaba Isedo les mandaba a callar, pero claramente ninguno de los presos le hacía caso, hasta que enseñó un mando con un botón rojo, a partir de ahí todos se callaron, sólo se oían murmuros insultando al guardia y deseandole la muerte, ese botón rojo era la amenaza de todos los presos y era mejor obedecer antes de que aquel botón fuera pulsado.

—Ya hemos llegado — le dijo cuando llegaron ante la última celda del pasillo.

Isedo no contestó, el guardia le dio un pequeño empujón hacia el interior de la celda y cerró la reja.

—Enhorabuena querido compañero— dijo alguien entre las sombras de esa oscura habitación.

De una esquina de la habitación apareció el rostro de Dail, algo serio, pero malvado.

—Gracias— le contestó Isedo por no ser grosero.
—No es por ser aguafiestas, pero, cuando salgas, tienes que hacerme un favor— se sentó sobre la litera.
—Si es relacionado con Steny olvídalo— contestó mientras se dirigía a un grifo que había en la celda.

Se rió.

—No, no, tranquilo, sólo te iba a pedir que hablarás con una vieja amiga— sonrió de medio lado.

Isedo lo miró con curiosidad.

—Cuando salgas, tienes que dirigirte al puticlub de Siul— sonrió.
—No quiero toparme con Siul — renegó Isedo.
—No te toparás con él — sonrió de nuevo— cuando entres— siguió dándole instrucciones— te diriges a la puerta donde tras ella se encuentra la zona vip, pero antes, al guardia de la derecha le tendrás que susurrar, "yo soy él" y te dejará pasar gratis, después, te diriges hacia el sótano y preguntas por Laumi, le dices que vas de mi parte y ella ya sabrá lo que tiene que hacer.

Isedo iba a abrir la boca para preguntar, Dail se adelantó.

—Siul se ha ido de viaje, ha dejado al cargo del club un hombre suyo de confianza, no te lo encontrarás— se tumbó encima de la cama.

A partir de aquella última frase, Isedo se tumbó en la parte de arriba de la litera sin decir nada, sólo pensaba en salir de allí y también en lo que le había dicho Dail.

—Y otra cosa— Dail rompió el silencio— si no lo haces, no tengas tan seguro que seguirás vivo.

A Isedo se le abrieron los ojos como platos, ¿le acababa de amenazar?

—Prefiero que me mates ahora — contestó Isedo sin importarle la amenaza.
—Me das mucha pena la verdad —  contestó Dail sin miramiento ninguno.
—Más pena das tu siguiendo aún las órdenes de Milda por amor— contestó Isedo sin preocuparle lo que pasara después.
—No sabes lo que dices— contestó Dail.
—Los dos lo sabemos— le corrigió Isedo.
—Cierra ya la puta boca— le ordenó Dail.
—¿Qué pasa si no lo hago?— preguntó con una sonrisa.

No hubo respuesta.

—Sabía que no te arriesgarías a que pulsen de nuevo el botón rojo— reí secamente.
—Te odio— le contestó finalmente.
—El odio es mutuo querido amigo— sonrió Isedo tras decir aquello.

¿Te acuerdas de mi? TRILOGÍA VENGANZA II (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora