Capítulo XIV

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Lean la nota al final. (No sé si sea realmente importante pero necesito su opinión)

- ¿Qué van a llevar? - la mujer de la heladería, una mujer afrodescendiente, algo pasada de peso, pero con una voz muy hermosa atendió a los tres amigos que habían ido en grupo a tomar un helado en una heladería popular del centro. Miraba el vientre de Amanda y sonreía visiblemente. Quizá ella no podía notar el deterioro que en la joven había.

- Vamos, elijan, yo invito. - propuso Samuel de un muy buen humor. Al fin había conocido a quién sería la madre de su futuro hijo y se llevaba de maravilla con ella. Todo estaba siendo tan perfecto que hasta miedo de que fuera irreal daba.

- Yo quiero de nuez y de limón. - dijo la joven de rubios rizos, acariciando su enorme vientre por encima de una camiseta color bordó. Estaba muy delgada y bastante enferma. El cuerpo le dolía, le pedía a gritos que se acostara en una cama y se dejara ir, pero su personalidad era tan fuerte que le impedía hacer eso. Ella ahora hacia su mayor esfuerzo por ocultar su incomodidad, queriendo disfrutar del momento que vivía con quienes fueron sus ídolos en su momento y quienes adoptarían a su bebé cuando ella no pueda cuidarlo.

- Cariño, ¿A ti qué se te antoja? - Guillermo apoyó de forma totalmente inconsciente su mano sobre su vientre ahora cubierto por una gabardina al oír el comentario de su novio. Era increíble pero sus cuatro meses de embarazo se ocultaban fácilmente con unas cuantas prendas puestas sobre su torso. La mano de Samuel se deslizó por el costado del menor, buscando atraerlo hacia si por la cintura, cosa que hizo, pegando la ya no tan delgada figura del pelinegro a la suya, grande y robusta.

- No lo sé... Es como que Zeus no se decide. - argumentó, paseando su mirada por todos los sabores de helado que allí delante tenía. Cada cual parecía más delicioso que el anterior y sumado al temprano estado de embarazo del menor iba a serle bastante complicado decidirse. Detuvo al fin su vista en el sabor de chocolate con almendras fileteadas y su boca se hizo agua. Hasta Zeus se había movido y todo. Apoyó su mano donde sintió aquella pequeña patadita, la cual había sido casi imperceptible y sonrío. - Quiero dos bochas de helado de chocolate con almendras. - dijo y la mujer con una muy bonita sonrisa en su rostro se los sirvió en un cono.

- Yo de arándanos con menta. - Samuel pidió el suyo, colocándolo también en un cono para helado.

- Serían siete euros con ochenta. - cobró la mujer, entregando cada helado a su correspondiente consumidor. Samuel le dio ocho euros y cuando la mujer quiso darle el vuelto, con una seña le indicó que lo conservara, a lo que la mujer agradeció con una sonrisa.

- Muchas gracias. - le dijo directamente al mayor de los tres. - Y felicidades. - ahora se había dirigido a la chica del vientre gigante.

- ¡Gracias! - respondieron tanto Amanda como Guillermo a la vez y con evidente emoción. Más el pelinegro que la chica de rubios rizos. La mujer apodada Carla, como el cartelito en su uniforme decía, miro extrañado al chico que agradecía sus felicitaciones con una muy hermosa y gran sonrisa.

- Olvídelo. – dijo Guillermo tratando de justificarse. Había olvidado que no todo el mundo sabía acerca de su condición y se había dejado llevar por la emoción que le generó que alguien lo felicitara, aunque no fuera directamente hacia él. Siguió al apoyo que Samuel ejercía sobre su cintura, empujándolo levemente hacia una de las mesas vacías que dentro de aquella heladería había. Los tres amigos se sentaron, la pareja en frente de la chica de los hermosos ojos verdes, y comenzaron a probar su helado en un cómodo silencio.

- Así que Amanda... Willy me ha contado mucho de ti. – mencionó el mayor de los tres, regalándole una sonrisa a la chica con afán de hacerla sentir un poco más en confianza.

Historia de Vida - Wigetta MPREGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora