Capitulo XXVII

2.7K 154 154
                                    

Este capítulo va dedicado a: @Lui_z4 @arianny06 y a @Pandicornio-z4
Adoro sus comentarios! ^^ (P.D no se por qué mierda no me deja etiquetar el nombre :P)

La primera semana de marzo ya había caído en Andorra, y con ella un poco de mejor clima y los ya siete meses de embarazo de Guillermo. El pobre ya no podía ocultar su vientre, y sufría horriblemente los dolores de espalda, los pies hinchados y la mala circulación, además de que debía estar yendo al baño a cada rato, sobre todo cuando la bebé se movía. Allí no había ni una pizca de compasión por su vejiga. De todas formas, siempre pintaba una linda sonrisa en el momento de grabar, aunque ya había dejado de hacer los vídeos con cámara.

Habían ido al control médico del embarazo hace ya dos dias. No había habido problema alguno con el tema de la placenta, esta seguía en etapa uno, a las veintiocho semanas de embarazo. Ya casi se igualaba con el estado de la placenta de un embarazo cualquiera. También, ya hasta les habían dado una fecha probable de parto, que era el sábado veintiocho de mayo de 2016, si todo iba bien. De todas formas, aquellas estimaciones no servían de nada, ya que solo el uno por ciento de la población mundial nace el día que los médicos estiman. No le habían dado mucha importancia a aquella fecha entonces.

Guillermo estaba arreglándose, y por arreglarse me refiero a ponerse como un ser humano medianamente decente. Arregló su cabello, se calzó en sus cómodas babuchas grises y acomodó su jersey azul marino que había quedado un poco muy arrugado. Aquellos sweaters enormes ya le estaban empezando a quedar justos de vientre. Frustrado, se lo quitó y caminó con una remera simple y de mangas cortas hasta el vestidor que compartía con su prometido. Abrió las puertas del armario donde Vegetta guardaba sus enormes cazadoras de cuero y camperas grandes y tomó una negra, metiéndose dentro de esta y cerrándola hasta arriba. De no estar cursando un embarazo de siete meses, aquella chaqueta le quedaría de vestido, pero no era el caso. Ocultaba bastante bien el embarazo y le quedaba cómoda, con eso Guillermo supuso era suficiente. Salió del vestidor que compartían y se dirigió al living, donde había dejado sus llaves, el movil y otras cosas varias.

- ¿Estás listo, Chiqui? - oyó la voz de su prometido venir desde el pasillo y se volteó, viéndolo vestido en unos pantalones color caqui, una camisa –como ya era costumbre– blanca y una chaqueta color café sin cerrar. Definitivamente amaba que Samuel se pusiera esas camisas, le hacían justicia. Nuevo síntoma del embarazo, calentura. Odiaba esa sensación porque sabía que no podía hacer el amor como a él le gustaba, lo frustraba en demasía.

- Ahá. - respondió con simpleza. Guardó su billetera en el bolsillo delantero izquierdo de las babuchas, puso su anillo de compromiso en su dedo anular izquierdo y se decidió por llevar el teléfono en mano en vez de guardado. - ¿Vamos? - preguntó, guardando sus manos en los bolsillos de la enorme chaqueta que llevaba puesta. Si bien el clima había mejorado, aun el frío reinaba por sobre Europa. Había avances, si, ya que cada vez nevaba menos frecuentemente pero aún así el frío sabía cómo calar huesos.

- Si... - Samuel lo miró con detenimiento, despegando su mirada del móvil. - ¿Esa chaqueta es mía? - le preguntó, reconociéndola.

- Si, es tuya. Y no vas a reclamarme nada, porque sabes que ya mi ropa no me queda y porque eres el mejor novio del mundo. - se le acercó y sutilmente dejó un besito casto en sus labios finos, raspándose un poco con la barba de Samuel.

- Okay... - farfulló Samuel, sin estar molesto en realidad. Robó nuevamente un beso de los labios suaves y carnosos de Guillermo, y tomándole de la mano, se dispusieron a salir del departamento. Irían al Ikea, para comenzar a comprar muebles para cuando a la beba se le antojase salir.

Guillermo no estaba muy emocionado por aquello. Conforme su embarazo avanzaba, sus ganas de salir y de contactar con gente disminuían. Odiaba estar así de gordo, a pesar de amar con el alma a su hija. Ya le había pasado de ir por la calle y tener que soportar el cómo los niños le señalaban, como acusándole, preguntándole a sus padres por que tenía el vientre tan hinchado. Era por esto que las salidas de casa, para Guillermo, se estaban reduciendo al punto de querer ser casi nulas.

Historia de Vida - Wigetta MPREGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora